“Camilito” Guevara y su novel magisterio
Por Coronel ® Nelson Domínguez Morera (Noel).
En 1981 al regreso de una significativa misión internacionalista, me asignan al frente de uno de los órganos más importantes del Ministerio del interior, por ello parecía normal que convocaran desde el alto mando para ofrecerme orientaciones específicas, pero, y en la vida siempre hay un pero, no bastaba solo con eso, también se me encomendaría la dirección de un recién egresado de la Escuela Militar Camilo Cienfuegos, uno de los hijos del Comandante Ernesto Guevara de la Serna, Che, el segundo de ellos en venir al mundo después de la primogénita, era Camilo Guevara March.
Le doblaba la edad por lo cual podría hasta con algo de imaginación y precocidad ser su abuelo, por ello y lo que significaba para todos nosotros, viejos expertos y consagrados jefes y oficiales operativos algunos comenzamos a llamarle cariñosamente ¨Camilito¨ sin que ello fuera motivo de complacencias ni padrinaje, siempre le exigimos como uno más siendo por ello, precisamente la derivación del intitulado de estas humildes anécdotas.
Sabíamos no sería fácil, conocedor no solo de la leyenda que lo imbricaba vía paternal, sino dada la rectitud con que su abnegada y principista madre los había criado a los cuatro dígase Aleidita, Camilo, Ernesto y Celia. Por ello ya tenía una anterior vivencia.
Fue años antes en su casa de la calle 7ma en Miramar, Aleida March nos había convocado para algún tema no recordado y cortésmente pidió a su hija Aleidita nos ofreciera agua y café lo cual intenté evadir percatándome del mohín de la joven tan sediciosa como los padres le traspalaran, quien de seguro no compartía muy a gusto esas tareas domésticas. Resultado, lo ofreció frío, posiblemente sacado del refrigerador y lo degusté con aparente sumo placer agradeciéndolo con socarronería de irónico humor negro.
Camilito no llegaba a los veinte años y como tal a pesar de la mucha rectitud con que fuera criado y las exigencias de las escuelas militares cursadas que atemperaban su carácter y personalidad, manifestaba las mismas inquietudes, gustos y costumbres de sus coetáneos recién salidos de la adolescencia y por ello, así tempranamente empezaron nuestras divergencias.
En alguna que otra ocasión comenzó llegar tarde a reuniones y-o despachos, con indicios corporales soñolientos, señal de malas noches la mayoría motivadas por los rigores de la extensión laboral hasta madrugada propias del enfrentamiento al enemigo que compartía con seriedad, entusiasmo y hasta filantropía.
Los reproches no se hicieron esperar a fin de no ser tratado con ninguna displicencia poniéndosele de ejemplo como otros oficiales y jefes participantes de esos mismos operativos y aún con muchos más años de edad, cumplían con las exigencias disciplinarias del trabajo, lo cual asimilaba, hasta que en una ocasión realmente excepcional, su aliento etílico acumulado de festejos nocturnos lo descubrió y ahí sí que la recriminación fue fuerte.
Un buen día en mala hora se nos ocurrió hacerle una comparación de ese proceder que aunque no era costumbre reitero, consideramos era mejor abortarlo a tiempo, y lo incriminamos a tal punto de hacerle una desproporcionada comparación de como hubiera reaccionado su padre ante dicho proceder.
Su personalidad y carácter, que bien plantado lo tenía, se resintió y ahí mismito detonó….”con sumo respeto compañero Teniente Coronel no me vuelva hacer esa comparación… Yo no tenía 5 años cuando mi padre se inmoló en La Higuera, usted posiblemente lo conoció más que yo dadas las anécdotas que nos refiere en Camagüey” (*), aunque no lo pueda haber admirado y venerado más que yo… fue para mí esa, su primera acción de novel magisterio.
Una noche meses después cuando ya me habían cambiado de ámbito dejando de ser su jefe, abruptamente su magnánima madre bien entrada la madrugada se me apareció en mi apartamento, que todavía ni sé cómo lo logró, muy preocupada y quejosa porque Camilito marchaba para una misión internacionalista a Nicaragua y había ocultado que andaba con más de 40 grados de temperatura febrícula producto de infección de garganta y a pesar de aclararle que esa decisión no era parte de mi mando, sino del Vice ministro 1ero de entonces, exigió hiciera algo.
A través del oficial de guardia del piso 8 del organismo central del Minint en la Plaza de la Revolución, llegó la respuesta….“díganle a mi madre que yo estoy bien y cumpliré con esta misión de Patria o Muerte…”
Era, esa, otra de sus acciones en su novel magisterio que me impactó.
La última vez que nos encontramos fue en causas excepcionales durante pleno vuelo donde nos dirigíamos a Roma, Italia, él para un evento de rememoración de su heroico padre, algo relacionado a la vocación motociclista del mismo desde aquel famoso recorrido que efectuó con su amigo Alberto Granados por todo Suramérica y que pretendía divulgar en su azaroso bregar por hacer conocer los más mínimos detalles de su actuar fundamentado en el legado del Centro de Estudios Che Guevara donde se desempeñaba.
Fue Camilito quien me descubrió y plantó frente a mi asiento…“¿ud no se acuerda de mí.. Fue ud el primer jefe que tuve en el minint?”
Realmente estaba irreconocible no solo por su obesidad, pelo largo y chivo, sino por ese desenfado cariñoso que trasladaba, lejos de su pausado y discreto actuar que yo había conocido.
Los estridentes abrazos no se hicieron esperar, interrumpidos por la azafata quien lo convocaba por invitación del capitán de la nave a que concurriera a la cabina de mando dado que no le habían comunicado que viajaban junto al hijo del Che, a lo cual algo sorprendido ripostó ríspido…“dígale al capitán que lo agradezco, pero prefiero compartir con estos amigos que hacía mucho no veía porque además no acostumbro utilizar parentescos para favoritismo alguno, gracias….”
Así lo recuerdo, amable, decente, soñador, promocionando e intentando ser consecuente con las ideas de su padre, pero tan austero y subversivo como aquel tan inefable e irreductible ante gestos que considerara lambisconerías o privilegios. Por todo ello no olvidaré a ¨Camilito¨ Guevara y su novel magisterio.
Nota: (*) Se refiere a vivencias contadas por este escribidor durante los cortes de caña en Camagüey junto al Che y que fueron expuestas en otros artículos del autor.
Foto de portada: AFP.