Motivos y razones para recordar: Los mosquitos como arma biológica
Por José Luis Méndez Méndez / Colaboración Especial para Resumen Latinoamericano.
La Organización Mundial de la Salud, OMS, vaticina un proceso de extinción de la pandemia de la Covid-19, aunque todavía quedan nichos residuales relevantes en varios países. Mientras, el Dengue crece, con una velocidad inusitada y se expande con elevada letalidad por toda la región de América Latina y el Caribe, proceso que siguiere premeditación, si así fuera, no sería una aparición original.
El empleo de los mosquitos como armas biológicas y su empleo por parte de agencias en Estados Unidos, data de varias décadas atrás. A finales del 2011, una empresa del Reino Unido, la empresa de Biotecnología Oxitec, hizo público que iba a liberar miles de mosquitos modificados genéticamente en el sur de Florida a principios de enero de 2012.
Diversas autoridades, colectivos científicos y residentes en la zona repudiaron entonces el proyecto e hicieron un llamamiento para que se suspendiese este experimento, por lo menos hasta que se realizasen nuevas pruebas sobre su impacto, alcance y peligrosidad. El reclamo generalizado fue estar informados con transparencia sobre el seguimiento y que se respetaran los protocolos de información, tal y como establecía la ley.
Sin embargo, por desgracia, una década después muchas preguntas sobre la liberación de los mosquitos transgénicos siguen sin respuesta. La sórdida historia de las pruebas experimentales realizadas con los mosquitos, así como todas las enfermedades que transmiten estos vectores, además de la ignorancia e inconsciencia a la que se está expuesto por el monopolio informativo de Estados Unidos, hacen que la incertidumbre ante las amenazas de ser víctimas de esos manejos aumenta con los años. La enfermedad muta, se recicla y aumenta su letalidad.
La primera mentira de la época fue inculcar en la creencia popular, que la liberación realizada sería la primera en realizarse en los Estados Unidos, lo cual era falso, desde la década de los años cincuenta del pasado siglo, se registran avistamientos masivos de vectores liberados en laboratorios de Silicon Valley y cuya trayectoria llega hasta la cuenca del Caribe, proceso que fue seguido como los famosos expedientes X, en silencio y hermetismo. Millones de personas han sido expuestas sin su consentimiento a tales experimentos y la preocupación ha sido permanente.
Encubiertos en la supuesta búsqueda de una solución con el empleo de los mosquitos en la anunciada vacuna voladora, en los últimos años se han realizado experimentos dentro y fuera de Estados Unidos, en los que se han visto involucrados mosquitos y las enfermedades que estos transmiten, la fiebre del dengue en particular. Bajo el pretexto de erradicar esta enfermedad se liberaron al espacio, mosquitos transgénicos en las Islas Caimán durante 2009.
La fiebre del dengue está producida por un mosquito, el cual transmite un virus, pero había sido inexistente en América del Norte hasta hace varias décadas. La fiebre del dengue puede convertirse en mucho más peligrosa, como la que azotó a Cuba en los primeros años de la década de los ochenta del siglo XX y la que se padece en la actualidad.
Su variante más letal, era la entonces conocida como dengue hemorrágico, estudios posteriores han permitido precisiones sobre esta manifestación. Los síntomas de la fiebre del dengue son elevadas temperaturas corporales, dolor de cabeza intenso y permanente, dolor en la parte posterior de los ojos, aparecen moratones en los músculos, dolores articulares y óseos, erupciones cutáneas y sangrado de las encías, entre otros. Hay tendencias, regularidades, modelaciones, pero puede presentarse incluso sin síntomas.
Hasta ahora, no se conoce aún ningún tratamiento efectivo que prevenga y enfrente la fiebre del dengue, salvo descansar y beber mucha agua.
En términos generales, es un tipo específico de mosquito el transmisor, el conocido como Aedes Aegypti, vectorel que transfiere el virus. El método que se ha hecho público para erradicar la fiebre del dengue mediante el uso de los mosquitos transgénicos consiste en añadir un gen extra, o se inserta una bacteria, o se altera un gen para que su descendencia sea estéril e incapaz de propagar el dengue, o que simplemente mueran.
Más específicamente, a los machos de los mosquitos transgénicos, que se supone se van a aparear con las hembras naturales, producirán larvas que mueren a menos que dispongan de tetraciclina, un antibiótico. Sin este antibiótico acumulan una enzima que se convierte en tóxica y mata a las larvas.
Es importante señalar que estos mosquitos transgénicos, conocidos como OX513A, tienen que ser necesariamente del tipo Aedes Aegyptia fin de que se logren los objetivos que se marca la empresa. Por lo tanto, los millones de mosquito macho que fueron liberados al medio en 2009, y de nuevo en 2010, eran del tipo que son portadores del dengue.
Y lo que se dice por parte de la compañía de que estos mosquitos transgénicos son estériles es falso. No son estériles. Si lo fueran, no serían capaces de tener descendencia con el gen que les hace dependientes de la tetraciclina.
Los mosquitos OX513A fueron desarrollados por la empresa de Biotecnología Oxitec, radicada en el Reino Unido, y fueron liberados bajo la supervisión de la Unidad de Control e Investigación de Mosquitos (MRCU) de las Islas Caimán, un territorio británico de ultramar.
A pesar de que Oxitec participa en el desarrollo de insectos transgénicos, el proyecto no es solamente suyo. La Fundación Bill y Melinda Gates, la Organización Mundial de la Salud, The Pew Charitable Trusts y Agencias gubernamentales de los Estados Unidos, Inglaterra, Malasia y otros países, estuvieron involucrados en el desarrollo y promoción de los mosquitos transgénicos, junto con la Universidad de Oxford, una institución con la que Oxitec está en estrecha relación. De hecho, la Fundación de Bill y Melinda Gates fue tan lejos como el adjudicar a Oxitec becas por un monto de 20 millones de dólares, para llevar a cabo investigaciones sobre los mosquitos genéticamente modificados.
¿Y cómo es que la fiebre del dengue que ha sido casi inexistente en América del Norte hasta hace algunas décadas haya resurgido en Florida y expandido hasta noventas millas al Sur? En un principio, la fiebre del dengue se encontró en 2009, pero en 2010 el número de casos había aumentado mucho. En julio de 2010, un estudio del CDC (Centro para el control y prevención de enfermedades) publicó un estudio, que tuvo muy poca repercusión en los medios, que decía que aproximadamente el 10% de la población de Key West estaba infectada con la fiebre del dengue.
En 2009, el número de infectados sólo alcanzaba el 5%. Se deriva una pregunta inevitable y es la causa por la cual el virus que casi estaba totalmente erradicado haya vuelto a hacer su aparición con tal vigor. Entrar en especulaciones sin asideros sólidos, puede enrarecer más la tensión sobre lo que acontece.
En Cuba por más de dos años se ha luchado en medio de increíbles limitaciones económicas contra el azote de la Covid-19, en sus múltiples formas de aparecer, mutar, reproducirse, se lograron varias vacunas y la inmunización de la mayoría de la población cubana por medio de programas masivos de asistencia gratuita. Se lograron varias vacunas con excelentes resultados puestas de forma solidaria al servicio de los países menos favorecidos o carentes de recursos o accesos a ese desarrollo de la ciencia en la Isla.
Los informes oficiales no señalan ninguna relación entre la fiebre del dengue y los millones de mosquitos liberados a sólo unas millas de distancia en las Islas Caimán, pero el nexo parece obvio. Existen varias respuestas posibles, entre estas que haya sido un error científico y que el efecto programado haya fallado, los mosquitos eran fértiles y otra que formara parte de la guerra biológica que desde 1959 se emplea contra Cuba y que en la década de los ochenta produjo la muerte de cientos de ciudadanos de ese país, incluidos más de cien niños.
Si bien la fiebre del dengue había sido prácticamente erradicada de forma natural en los Estados Unidos, siendo un asunto que se ha investigado durante muchos años. El Gobierno de ese país ha tenido un particular interés por la fiebre del dengue, pero también el Ejército de Estados Unidos y la CIA, al menos desde la segunda mitad del siglo XX. Existen evidencias de que en las instalaciones de los laboratorios de bioquímica en Fort Detrick se han llevado a cabo pruebas para la utilización del dengue como arma biológica, ya en 1942. Es de conocimiento general que en la década de los años 1950, la CIA se asoció con Fort Detrick para estudiar la fiebre del dengue y otras enfermedades exóticas para su uso como armas biológicas.
También es de notar que de acuerdo con documentos de la CIA, así como de un Comité del Congreso formado en 1975, tres lugares de Key West, la ciudad de Panamá y Avon Park (dos ubicaciones dentro de Florida) fueron utilizados para la investigación de la fiebre del dengue.
Los experimentos de Avon Park se realizaron en barrios de familias con bajos ingresos, predominantemente negras con proyecto de viviendas de nueva construcción. De acuerdo con H.P. Albarelli Jr. y Zoe Martell de Truthout, los documentos de la CIA relacionados con el programa MK/NAOMI revelaron que la Agencia estaba utilizando el mosquito Aedes Aegyptien estos experimentos. En uno de estos ensayos se liberaron en Avon Park 600.000 mosquitos, y en otro lugar, 150.000, mediante la técnica que consistía en colocarlos dentro de unas bolsas de papel que se abrían al golpearse contra el suelo.
Personas entrevistadas de Avon Park que todavía viven en la zona, relatan que por lo menos se produjeron de 6 a 7 muertes como resultado de las experimentaciones. Truthout recoge este testimonio de un residente: “Nadie supo durante mucho tiempo lo que había sucedido, quizás durante 20 años, pero al mirar hacia atrás uno se explica por qué personas sanas enfermaron con rapidez y murieron a poco de iniciarse los experimentos”.
Truthout señala que fue en la época de realización de los experimentos de Avon Park cuando se detectaron dos casos de dengue entre los investigadores de Fort Detrick, en Maryland.
En 1978, un documento del Pentágono titulado “Guerra biológica: las pruebas secretas y voluntarios”, reveló que se habían llevado a cabo experimentos similares en Key West por el Cuerpo Químico del Ejército y las Divisiones de Operaciones Especiales y Proyectos en Fort Detrick.
En la Operación Bellwether se realizaron más de 50 pruebas de campo en 1959 en varios Estados, incluyendo Georgia, Maryland, Utah, Arizona y Florida. La misma fue coordinada con el Instituto Rockefeller de Nueva York, que era el centro de cría de los mosquitos. Es más, el experimento fue financiado por la Fundación Armour Research, el Instituto Battelle Memorial, Laboratorios Ben Venue, la Universidad de Florida y la compañía química Lovell.
Las conexiones entre los militares y la CIA con los brotes de fiebre del dengue no se terminan con estos experimentos. La opinión generalizada es que el brote de 1981 en Cuba fue resultado de los ataques biológicos encubiertos de la CIA y militares de Estados Unidos. Este brote se produjo de repente y se contabilizaron más de 100.000 casos de infección. Albarelli y Martell escriben: “El investigador norteamericano William H. Schaap, editor de la revista Covert Action, afirma que el brote de dengue en Cuba fue el resultado de actividades de la CIA, exivestigadores de Fort Detrick, que no quisieron que sus nombres apareciesen en el artículo, dijeron que realizaron el trabajo previo sobre el brote de Cuba”.
La fiebre hemorrágica y el choque por dengue fueron por primera vez referidas en América Central y Sudamérica en 1981, en personas que habían contraído el serotipo DENV-2, y que ya habían tenido contacto previo con el serotipo DENV-1. A principios de los años 2000, el dengue se ha vuelto la segunda enfermedad más común de las transmitidas por mosquitos, y que afectan a los seres humanos ―después de la malaria―. Actualmente existen alrededor de 40 millones de casos de dengue y varios cientos de miles de casos de dengue hemorrágico cada año. Hubo un brote grave en Río de Janeiro en febrero de 2002 que afectó a alrededor de un millón de personas.
En 1982, la prensa soviética acusaba a la CIA de enviar agentes a Pakistán y Afganistán para producir una epidemia de dengue. Del mismo modo, las autoridades de Nicaragua denunciaron hechos similares contra la CIA, diciendo que trataban de provocar un brote de dengue, durante la guerra sucia emprendida por Estados Unidos contra ese país centroamericano desde 1979 hasta 1989 y que siguió después con otros métodos agresivos.
Mientras que la CIA siempre ha negado su participación en estos casos, los investigadores del Ejército han admitido que han trabajo intensamente con “el vector artrópodo para una ofensiva en la guerra biológica” y que dicho trabajo se llevó a cabo en Fort Detrick en la década de 1980. No sólo eso, los investigadores han admitido también que las grandes colonias de mosquitos, que estaban infectados de fiebre amarilla y dengue, se mantenían en las instalaciones de Frederick, Maryland.
También hay evidencia de que se ha experimentado con los presos, sin su conocimiento. Un informe de Truthout dice: “Informes de Camp Detrick y Edgewood Arsenal indican que los experimentos se llevaron a cabo en prisiones estatales y federales, siendo expuestos a la fiebre del dengue, así como otros virus, posiblemente letales”.
Con las evidencias que prueban que tanto la CIA como el Ejército han llevado a cabo experimentos relacionados con la fiebre del dengue, hay muchas razones para estar preocupados por la liberación de mosquitos al medio y su relación con la aparición de la fiebre del dengue en Florida, un lugar tradicional de pruebas para estas organizaciones.
También la fumigación de extensas áreas debe ser cuestionada, ya que mientras se afirma que se erradican los mosquitos portadores del dengue, sin embargo el número de personas que contrajeron la enfermedad ha aumentado.
El anuncio de los experimentos en los que se utilizan mosquitos modificados genéticamente y su relación la fiebre del dengue, debe preocupar y mostrarse escépticos en lo que respecta a la verdadera finalidad de los mismos. Teniendo en cuenta el historial de las Corporaciones, los Gobiernos, las Agencias de Inteligencia, Fundaciones y Universidades, no hay razones para confiar en ninguna de estas instituciones. De hecho a la luz de los experimentos, uno debe preguntarse si el sujeto de prueba es el insecto y no los humanos.
También se registran ensayos con moscas transgénicas en Cataluña y en los olivares de Tarragona, así como experimentos con la enfermedad del Zika, cuyo vector es el mosquito. Nuevas revelaciones están curso, pero hay motivos y razones para recordar.
(*) Escritor y profesor universitario. Es el autor, entre otros, del libro “Bajo las alas del Cóndor”, «La Operación Cóndor contra Cuba» y «Demócratas en la Casa Blanca y el terrorismo contra Cuba». Es colaborador de Cubadebate y Resumen Latinoamericano.
Foto de portada: Hospital Infantil de Santa Clara/ Mayo 1981/ Archivo Jorge Valiente.