Combate al hambre y reajuste del salario mínimo: Los focos de Lula en el arranque de la transición en Brasil
Por Marta Miera.
La transición entre el gobierno saliente de Jair Bolsonaro y el entrante de Luiz Inácio Lula da Silva arrancó en Brasilia con el foco puesto por parte del exmandatario izquierdista en el combate al hambre, que azota a 33 de los 215 millones de brasileños.
Esa es la “prioridad número 1″ del patriarca de la izquierda brasileña, según dijo él mismo tras ganar el balotaje presidencial, como lo fue también cuando llegó al poder en 2003 y creó y amplió exitosamente una serie de programas sociales que sacaron de la pobreza a millones de personas y que le convirtieron en un ícono global con etiquetas como el “padre de los pobres”.
Desactivados los bloqueos de carreteras que desde el domingo efectuaron bolsonaristas descontentos con la vuelta de Lula al poder y convencidos de que hubo fraude en las elecciones –una consecuencia de la intensa campaña de descrédito de la urna electrónica llevada a cabo por el mandatario ultraderechista–, ambas partes se pusieron el jueves manos a la obra.
“Una reunión provechosa”
El vicepresidente electo, Geraldo Alckmin, al que Lula encomendó la tarea de liderar el traspaso de poderes al futuro gobierno, se reunió en el Palacio de Planalto con el ministro de la Casa Civil, Ciro Nogueira, designado por Bolsonaro para el mismo fin.
Fue una reunión “bastante provechosa“, en palabras de Alckmin, que explicó que los trabajos arrancarán el lunes en el Centro Cultural Banco do Brasil (CCBB), un edificio de formas ondulantes y amplias zonas verdes proyectado por Oscar Niemeyer, uno de los ‘diseñadores’ de Brasilia.
Cada equipo tendrá 50 miembros. El de Lula deberá recibir de manos del de Bolsonaro –quien sigue sin llamar al izquierdista para felicitarle, como dicta la tradición– una relación detallada del estado en que está la administración para preparar las primeras medidas del gobierno que asumirá el próximo 1 de enero.
Poco después de que la justicia electoral le declarara vencedor con el margen más estrecho desde la redemocratización de Brasil hace casi 40 años, Lula afirmó que el “compromiso más urgente” de su gobierno es “terminar otra vez con el hambre”.
“No podemos aceptar como normal que millones de hombres, mujeres y niños de este país no tenga qué comer“, dijo.
Prolongar el Auxilio Brasil
El jueves, antes de ir a Planalto, donde fue recibido brevemente por Bolsonaro, Alckmin fue al Congreso, que a partir de 2023 tendrá una fuerte presencia del bolsonarismo, para negociar la continuidad a partir del año que viene del subsidio de 600 reales (unos 120 dólares) para los más desfavorecidos llamado Auxilio Brasil.
Durante la campaña, Lula prometió mantenerlo y, a la larga, rebautizarlo como Bolsa Familia, el programa estrella impulsado en sus años de gobierno (2003-2010), y que Bolsonaro adoptó como Auxilio Brasil.
Por ahora, la prolongación del programa requiere de la aprobación, antes de la época navideña y por tres quintas partes de diputados y senadores, de una propuesta de enmienda constitucional bautizada como ‘PEC de transición’ para permitir la ejecución de gastos más allá del techo fiscal impuesto por ley.
En ella, el equipo del gobierno de Lula también tiene previsto incluir recursos para reajustar el salario mínimo y ampliar la alimentación escolar, entre otras cosas.
Esa maniobra de driblar el techo fiscal para aumentar el gasto público ya fue aplicada por Bolsonaro en varias ocasiones, entre ellas para ampliar el propio Auxilio Brasil antes de las elecciones.
Pero el jueves, el vicepresidente, el general Hamilton Mourao, acusó al gobierno de Lula de tener “cero compromiso con el equilibrio fiscal” por estar negociando “unos números rojos de 200.000 millones de reales” (unos 40.000 millones de dólares) en el presupuesto de 2023.
Carreteras despejadas
El arranque de la transición se da después de varios días de bloqueos de carreteras a manos de bolsonaristas que no aceptan los resultados de los comicios y de manifestaciones frente a los cuarteles del Ejército para pedir “una intervención militar”.
La Policía Federal de Carreteras (PRF) dijo el jueves por la noche que todas las carreteras del país están despejadas. El propio mandatario, que demoró 44 horas en reconocer el resultado, pidió dos veces el cese de los bloqueos, aunque animó a sus partidarios a seguir protestando de manera pacífica en “plazas” y otros lugares del país.
El presidente del Tribunal Superior Electoral (TSE), Alexandre de Moraes, aseveró que los resultados de las elecciones son “incontestables”, calificó los bloqueos de “antidemocráticos” y dijo que sus responsables serán responsabilizados.
Tomado de RT/ Foto de portada: Brasileños hacen cola para conseguir comida en Sao Paulo, 1 de abril de 2021/ Alexandre Schneider.