Internacionales

Policías de Estados Unidos, se disputan la cima de la violencia (IV y final)

Por José Luis Méndez Méndez* / Colaboración Especial para Resumen Latinoamericano.

Al volver al caso origen de estas notas, muestra otra arista del viacrucis, que el sistema impone a numerosos niños, jóvenes y adolescentes en Estado Unidos. El centro de detención fue la última escala de Elord Revolte, en una odisea que comenzó en el Aeropuerto Internacional de Miami. El niño huyó del aeropuerto, temiendo que su padre estaba planeando llevarlo a Haití y dejarlo allí. Fue restituido y terminó un hogar de acogida en Miami Beach. También huyó de allí y lo vieron con otros menores en South Beach. Su madre de acogida reportó que se había perdido, pero dijo que las autoridades no parecían interesadas en encontrarlo.

Las cámaras del Centro Regional de Detención de Menores de Miami-Dade estaban funcionando la tarde del 2015 cuando más de una docena de jóvenes golpearon al mencionado Elord Revolte. Pero no estaban funcionando muy bien.

La carencia de cámaras de seguridad se habían identificado en centros de Miami, al año siguiente aproximadamente una tercera parte de esas nuevas cámaras fueron instaladas en Miami, así como otras 40 cámaras de gran angular fueron instaladas en la misma ciudad ese mismo año.

Acorralado por la vida el joven persistió en delinquir, según la policía, Elord y otro joven le robaron el teléfono celular a un hombre a punta de pistola. Elord fue arrestado el 28 de agosto del 2015. Por lo general, los detenidos son enviados al centro de detención durante 21 días a la espera de un juicio o que los liberen aunque ese tiempo puede ser más. Elord duró tres días.

Enoch Revolte comentó que habló con su hijo por teléfono no mucho antes del ataque. “Me dijo: ‘Papá, te quiero mucho’. Y yo le dije: ‘Si me quisieras, no estarías donde estás’. Yo estaba tratando de mostrarle amor con mano dura”. Esas palabras, entre las últimas que le dijo a su hijo, no se le quitan de la mente.

Pero peor fue lo que sucedió el 31 de agosto por la tarde. Elord “se puso de pie sin permiso” en la cafetería del centro de detención para buscar un cartón de leche, según el informe policial. El agente de detenciones Antwan Johnson le dijo que se sentara. Elord lo insultó y Johnson entonces redujo el tiempo de almuerzo para todos.

Uno de los detenidos, de 16 años, le dijo a la policía que había escuchado a Johnson decirle a otro joven, que “castigara a Elord por su mala conducta” , escribieron los fiscales en un memorando que identifica a los jóvenes por sus iniciales. “Johnson le dijo al joven, que lo golpeara”.

Los internos regresaron del comedor. Las normas establecían que se pararan delante de sus puertas, pero se quedaron alrededor de varias butacas en la sala de estar, esperando a ver una película. El video muestra que hay dos guardias presentes. Johnson está entrando en un clóset. Boris Valcin se aleja caminando. Nadie puede ver lo que sucede a continuación: Le golpean con el puño a Elord en la mandíbula, que es derribado y sus brazos abanican el aire.

El guardia Valcin, ve y escucha y  sigue alejándose cuando al menos media docena de detenidos saltan de las butacas y convergen sobre Elord. Otros se suman al ataque. Para cuando Valcin se da la vuelta, Elord está siendo golpeado por numerosos detenidos. Valcin emite un Código Azul por el radio, que significa que hay una pelea.  El instigador Johnson se acerca al grupo y comienza a apartar a uno de los jóvenes. La agresión duró un poco más de un minuto. “Los guardias los agarraban y los sacaban del grupo”, dijo a la policía un joven testigo de 16 años, “pero ellos seguían regresando al grupo”. Por lo menos uno le dio una patada en el pecho al atacado.

Otro detenido interno, apoyó la denuncia de que la agresión fue “inducida” por un empleado, y dijo que a los agresores les ofrecieron alimentos y llamadas de teléfono adicionales como recompensa.

El agonizante Elord, fue colocado bajo una alerta de conmoción cerebral y debía ser monitoreado por “vómitos repetidos, mareos, dolor de cabeza, visión borrosa, convulsiones, confusión y somnolencia inusual, pero se desestimaron esas instrucciones. De hecho, “ningún empleado tuvo contacto” con él durante varias horas. A la mañana siguiente, Elord balbuceó a un agente que “que sentía punzadas en el pecho y que no podía respirar”. El supervisor le contestó que “ya había avisado que estaba enfermo”.

Cuando el mismo agente fue a ver cómo estaba más tarde, Elord estaba “agarrándose el pecho” y pidió ver a una enfermera. El agente le dijo que tuviera paciencia. Un enfermero que dijo que iba a ir a verlo nunca llegó. Sencillamente lo estaban dejando morir para darle una solución conveniente a todos los involucrados, en particular a los guardias instigadores.

Un poco antes del cambio de turno, los empleados emitieron una emergencia médica y Elord fue llevado a la enfermería. Dijo que “sentía como si algo se le hubiera roto en el pecho y que le costaba trabajo respirar”. El personal no llamó a una ambulancia y los agentes demoraron más de una hora en conseguir una furgoneta. Elord es ingresado en la sala de emergencias del Hospital Jackson Memorial. Refiere que tiene dolores abdominales y vomita. Finalmente, Elord se para y se señala hacia la garganta, incapaz de respirar. Con un infarto cardíaco, Elord cae en los brazos de una enfermera. Minutos después es declarado oficialmente muerto, se ha cumplido la sentencia.

El médico forense catalogó sus lesiones, algunas evidentes, otras no. El ojo izquierdo lo tenía lesionado e inflamado; tenía un arañazo en forma de L en el lado derecho de la cara, varios arañazos color rojizo y un hematoma en el cuello, así como hematomas en el hombro. Tenía hemorragia en la tiroides, la tráquea, los dos pulmones, la glándula adrenal, la zona de las costillas y el corazón.

Una ruptura en una vena debajo del hombro izquierdo —que le provocó una hemorragia lenta— fue la causa de la muerte, junto con otra “lesión por traumatismo” en la cabeza, el cuello y el pecho. Fue “una lesión muy poco común, más relacionada con un choque automovilístico que con una pelea”, dijo el médico forense, según los fiscales. La causa de muerte: homicidio.

La Fiscalía Estatal empezó a buscar a quién acusar. Los fiscales consideraron a Johnson, pero concluyeron que no podían probar que el agente ordenó la agresión, algo que él negó. Tampoco podían acusar a los jóvenes agresores. Aunque los fiscales vieron las imágenes de los puñetazos y patadas en el video de mala calidad, no pudieron determinar quién lanzó el golpe fatal. Los equipos de vigilancia eran “muy anticuados”, escribieron los fiscales. Las cámaras sólo grababan 7 cuadros por segundo, cuando lo necesario hubiera sido 30.

La Fiscalía Estatal dijo que las malas prácticas de protección de materiales en el centro de detenciones había complicado más el asunto. La hoja diaria de asentamiento de actividades no deja en claro cuántos detenidos había en el módulo. Eso complicó la tarea de identificar a los agresores y testigos.

Un joven reconoció, que golpeó a Elord en venganza por una pelea anterior, aunque esa pelea no estaba documentada, y los fiscales sugirieron que fue una mentira. Varios internos reconocieron haber participado en la pelea sin una razón específica, pero no fueron acusados de agresión, y mucho menos de homicidio.

Inexplicablemente, el memorando de la Fiscalía Estatal que cierra el caso afirma que Antwan Johnson, el instigador, fue despedido por asuntos no relacionados con los hechos. En realidad, siguió trabajando en el sistema. Ninguna de estas investigaciones encontró que el Sr. Johnson tuvo culpabilidad en el incidente”, expresó el Departamento de Justicia Juvenil en un comunicado.

El padre del asesinado, Revolte expresó asombro cuando se le comunicó que nadie sería castigado por la muerte de su hijo. “¿Qué me quiere decir?”, preguntó. “No puedo entender. Esto no puede suceder”. El joven quien admitió libremente haber lanzado el primer golpe en el salvaje ataque, fue liberado pronto.

Debido a que su explicación inicial no tenía sentido, se intentó volver a entrevistar al auto incriminado, una vez más antes de su liberación. Pensaron que se sentiría más libre de hablar sin temor a represalias por el personal del centro de detención. Pero como si fuera una serie policiaca,  el 18 de octubre del 2015, menos de dos meses después de la muerte de Elord, el citado joven y un amigo fueron baleados mientras estaban parados afuera de un apartamento en el suroeste de Miami-Dade. Así las cosas, los fiscales dejaron las cosas como estaban.

Al menos uno de los detenidos presentes durante la fatal golpiza fue llamado a declarar ante un jurado investigador. Quien reconoció haber iniciado la trifulca, después de herido gravemente, está ahora en una cárcel para adultos en Miami-Dade, acusado de asesinato.

La Florida afirma que su sistema de justicia juvenil es el mayor del país cuando se toma en cuenta la prevención, atención temprana, diversión, compromiso y otros servicios. Lo narrado niega toda esa retórica. Esto es lo que acontece en el paraíso soleado del estado de Florida con los niños, jóvenes y adolescentes que el sistema devora.

Nota del autor: Se empleó información de este proyecto de la Beca Nacional del Centro de Periodismo de Salud de la Universidad del Sur de California y la Facultad Annenberg de Comunicación y Periodismo de la Universidad del Sur de California.

(*) Escritor y profesor universitario. Es el autor, entre otros, del libro “Bajo las alas del Cóndor”, “La Operación Cóndor contra Cuba” y “Demócratas en la Casa Blanca y el terrorismo contra Cuba”. Es colaborador de Cubadebate y Resumen Latinoamericano.

Foto de portada: Fuser News.

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