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Cuba: Buitres al fondo

Boicotear el turismo, destruir los acuerdos médicos que reportan ingresos al sistema público de salud de la Isla, desalentar las inversiones extranjeras: son los objetivos de la guerra económica, desde EEUU, contra Cuba.

Esta abarca mucho que el bloqueo o las sanciones directas de la Casa Blanca, y persigue que la economía cubana no pueda salir de su ahogo actual y se produzca una insurrección social.

En ello trabaja una amplísima gama de personas y organizaciones, financiadas por fondos federales de EEUU o por entidades vinculadas a la mafia cubanoamericana de la Florida, y que tienen una importante presencia en los medios de comunicación.

Hoy hablaremos de Emilio Morales, presidente de “Havana Consulting Group”, una supuesta “consultora sobre economía cubana” (o, mejor dicho, sobre cómo destruirla), y portavoz de la plataforma anticastrista “Cuba Siglo 21” de Miami. Actualmente, está centrado en la defensa y legitimación del fondo buitre que, mediante una demanda en Londres, trata de apoderarse de las reservas soberanas de Cuba, un país –recordemos- bajo bloqueo financiero y que sufre una aguda crisis de desabastecimiento de alimentos, combustible y medicinas.

En un artículo reciente, Morales aplaudía la “cacería sin tregua” de los “activos (de Cuba) en el exterior”, y hacía propuestas concretas para ello: el embargo de un banco cubano ubicado en Londres, dedicado a sortear el bloqueo de EEUU, las sociedades mixtas de biotecnología cubana, los tanqueros de petróleo venezolano o las casas de distribución de tabaco cubano en todo el mundo. ¿El objetivo? Reducir a cero los ingresos por exportación de Cuba.

Y no solo eso. Reducir a cero, también, las inversiones extranjeras. “Invertir en Cuba: suicidio seguro”, era el titular de otro de sus artículos publicados, en el que aseguraba que “invertir en Cuba ofrece una alta probabilidad de ser defalcado”, por “un régimen que usa la extorsión y el chantaje para robar”. “Lejos de ser un mercado atractivo”, sentenciaba, “Cuba es un mercado de muy alto riesgo”, mientras “en Centroamérica y el Caribe existen mercados donde sobran las oportunidades”. Todo un patriota cubano, sin duda.

Para sostener su guerra a la inversión, Morales dibuja una Cuba apocalíptica: una “gran ruina”, un “país en bancarrota”, en “crisis multisistémica”, un “régimen” en “colapso” y en “fase terminal”. Es el mensaje que la ultraderecha de Miami logra colocar en no pocos medios internacionales. Un editorial del diario español ABC, titulado “Los estertores del castrismo”, hablaba de los “últimos coletazos” de “una dictadura cruel”, de una “tragicomedia política que ha devastado millones de vidas y haciendas en nombre de un espejismo”.

Otro de los mantras de esta guerra es que “El `bloqueo´ de Estados Unidos a Cuba no existe”, como titulaba también el ABC. Porque la situación de la Isla se reduce, según Emilio Morales, a “un pueblo moribundo” explotado por un “sistema de gobernanza (…) controlado por una mafia”, “una cleptocracia”, “una oligarquía voraz que se apropia de las riquezas del país”, “un gigantesco holding (…) manejado por la familia Castro y un grupo de oligarcas”.

Este supuesto “experto” económico recurre, además, a los mensajes más demagógicos e infantiles de las redes sociales “anticastristas”: que el Gobierno cubano, por ejemplo, prefiere construir hoteles a comprar comida y alimentos. Morales sabe, perfectamente, que estos hoteles responden a acuerdos firmados años atrás, la mayoría con firmas inversoras extranjeras. Y que, en el mediano plazo, significarán una entrada importante de divisas para adquirir mucho más que alimentos y medicinas. Pero este “analista” prefiere deslizar las mentiras más disparatadas: que las obras hoteleras se realizan gracias a “ingresos de fuentes ilícitas, que pueden ir del tráfico de drogas al de personas”. Sin comentarios.

Pero todo esta sarta de mentiras, ¿para qué? Para el que hoy es objetivo táctico de la mafia de Miami, encabezada por el senador Marco Rubio: impedir que el gobierno de Joe Biden inicie un hipotético “deshielo” o “engagement” hacia Cuba, como el emprendido por Barack Obama.

Para ello, su “estratega” Emilio Morales llega a la siguiente hipótesis: que la ruptura abrupta, por parte de Donald Trump, del diálogo con Cuba que, dos años atrás, había iniciado Obama, realmente fue un plan siniestro de “la contrainteligencia cubana”. Esta habría llevado a cabo los famosos “ataques sónicos a diplomáticos norteamericanos”, aquel invento rocambolesco, recordemos, que utilizó Trump para enterrar el diálogo e imponer más sanciones a La Habana. ¿Y para qué? Para evitar -nos dice- que “el sector de cuentapropistas en la Isla” siguiera “desplazando del mercado a las empresas del Estado” cubano, y para acabar con el “impacto ideológico” y la “simpatía despertada en la población cubana” por el “presidente Obama”. Nos quedamos… sin palabras.

Y un mensaje final para Joe Biden: “qué sentido tiene en este momento aliviar la presión sobre el Gobierno de la isla por las necesidades insatisfechas de la población”, cuando “nunca antes se había presentado otra oportunidad como la actual para hacer un jaque mate al régimen cubano”, preguntaba en enero, en un acto en Miami.

Pero que a nadie se le ocurra decir que esta persona -y otras- son “criminales” (de una guerra económica). Tienen todo el dinero necesario para ahogar, con querellas judiciales, a quien lo haga. Ya lo hacen, sin piedad alguna, con todo un pueblo inocente.

Tomado de Cubainformación/ Foto de portada: Razones de Cuba.

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