Cielo amenazado, a 60 años de un acto terrorista
José Luis Méndez Méndez (*) / Colaboración Especial para Resumen Latinoamericano
Desde 1959, en el universo de agresiones contra Cubas, el derribar aviones en pleno vuelo ha sido una modalidad empleada por los enemigos de la Revolución cubana, para amedrentar a su pueblo, también emplear el terrorismo contra países que ejercieron su soberanía y no la aislaron acorde con los intereses de Estados Unidos.
El 15 de marzo de 1963, cuando en Cuba, se conmemoraba la histórica Protesta de Baraguá, contra el colonialismo español, un avión boliviano estallaba ocasionando la muerte a, entre otros pasajeros, a dos correos diplomáticos cubanos, con el objetivo de apoderarse del contenido de las valijas que transportaban.
Era viernes, un reloj local marcaba las doce y treinta en Arica, Chile, los correos diplomáticos cubanos Enrique Valdés Morgado y Juan de Dios Mulén Quirós abordaban el vuelo 915 de la línea aérea Lloyd Aéreo Boliviano, LAB con destino al aeropuerto de El Alto, La Paz, Bolivia. Apenas unos trescientos cinco kilómetros tendrían que recorrer hasta llegar a su destino. A las trece horas y veintisiete minutos el Douglas DC-6B decoló.
El avión había salido de Cochabamba, Bolivia, llegó a Arica y tomó los pasajeros con destino a La Paz, para después regresar a la ciudad de origen. Un vuelo internacional habitual. Apenas veinte y ocho minutos más tarde se precipitaba contra las faldas del volcán Tacora en su parte perteneciente al territorio peruano. Los treinta y seis 36 pasajeros a bordo y sus cuatro tripulantes perecieron al instante. Dos de las víctimas fatales eran los mencionados correos diplomáticos del Ministerio de Relaciones Exteriores de Cuba.
Los restos del avión y su carga humana quedaron esparcidos en una extensa zona de un kilometro de diámetro, marcada por una profunda mancha negra muestra de combustión intensa, en una zona de difícil acceso en medio de condiciones climáticas complejas con gran nubosidad y lluvia.
Según el dictamen de la Organización Internacional de la Aviación Civil, OACI el hecho fue calificado de accidente, mientras las autoridades cubanas denunciaron este acto de terror, concebido para apoderarse de las valijas diplomáticas con documentación que transportaban, para utilizarla, según sus, en campañas difamatorias contra la imagen de la Isla.
Este vuelo internacional programado, que se produjo después de la última reparación de la nave, tuvo como salida el aeropuerto internacional de Arica-Chacalluta Airport, Chile con destino a La Paz-El Alto Airport, Bolivia. Había salido de Arica para un vuelo de ocho horas, al cruzar el nivel de vuelo 170 se estrelló contra las faldas del Chachacomani (Chachacomani Peak).
La OACI, calificó de error humano del piloto y accidente sin entrar a considerar el motivo de la toma de esas decisiones tan controvertidas casi rayando en suicidio. Después de los experimentos realizados con un simulador de vuelos, podría haber pasado con el avión un desperfecto, o un incidente dentro del avión, como por ejemplo una situación en la cabina de vuelo, de lo cual no hay elementos pues el piloto no lo informó. Algo que impidió que el aparato alcanzara la altura establecida que obligó al piloto a tratar de atravesar la montaña a través de los desfiladeros.
En ese mes, en Cuba se repudiaba el incremento de los actos terroristas y sabotajes contra los barcos mercantes que traían o llevaban mercancías en la Isla. El barco soviético Bakú, había sido blanco de un ataque por embarcaciones artilladas, hecho que fue condenado por los dirigentes de la Revolución. También las bandas criminales de alzados diseminadas por las montañas cubanas habían recrudecido sus crímenes.
Después del cruel acto de terror, las aerolíneas de la época se negaron a transportar a correos diplomáticos cubanos por considerarlos una amenaza a bordo, al ser estimados blancos de actos violentos con fines políticos, este fue un efecto residual de la atmosfera generada referente a que el siniestro había motivado por un acto terrorista dirigido contra los cubanos. Era el clima de cubano fobia y anti comunismo exacerbado de esos primeros años de la década de los años sesenta en los gobiernos latinoamericanos dominados por administraciones sumisas plegadas a los Estados Unidos.
Una de las campañas de difamación, era que los correos cubanos eran asesorados por expertos checos, falacia que fue desmentida. Llamó la atención un cable secreto del 16 de marzo enviado desde Chile al Departamento de Estado, que tenía como destinatarios a varias agencias de los Estados Unidos, incluía la CIA, donde además de mencionar los nombres de los dos cubanos, se hacía referencia a un supuesto Abraham Weis, ciudadano checo, dando lugar a las especulaciones que después se desmintieron. En este mismo cable se recomendaba descontinuar los rumores acerca de la hipótesis de que los cubanos hubiesen intentado secuestrar el avión.
Después, un anuncio verbal de la LAB en la voz de un alto funcionario dijo, que de manera radical, se había decidido no admitir a súbditos cubanos en los servicios internacionales de esa línea aérea debido a las “dificultades ocurridas en el último accidente aéreo ocurrido por la presencia de dos pasajeros cubanos”. Según publico el periódico boliviano Presencia.
Esta medida discriminatoria sugería que la catástrofe se debió a la presencia de los diplomáticos cubanos, lo cual era una determinación parcial sin haberse llegado a conclusiones finales. La declaración del alto directivo de la LAB fue en presencia de un Ministro de Bolivia, que no fue identificado, pero que de ser cierto validaba la medida contra ciudadanos de un país con el cual el gobierno boliviano todavía tenía relaciones diplomáticas plenas, lo cual resultaba un acto inamistoso.
Desde ese momento los funcionarios cubanos debieron trasladarse de Arica a La Paz en el ferrocarril construido en el período 1904-1913 que poseía una extensión de doscientos seis kilómetros en territorio chileno, en la comuna de General Lagos recorre cien kilómetros.
Era evidente el interés, con este acto terrorista, de apoderarse de documentos cubanos, de inmediato fue denunciado que dos correos diplomáticos perecieron cuando el avión fue saboteado por agentes del gobierno de los Estados Unidos.
La emisora chilena Radio Cooperativa Vitalicia, divulgó que los documentos ocupados que contenían “sensacionales datos” fueron entregados al gobierno de Perú y añadía que “provocarán extraordinario interés en el ámbito diplomático latinoamericano”. Este comentario especulativo, sin revelar datos del contenido de los documentos, apareció también en el periódico Presencia de Bolivia. Esta misma fuente había asegurado que el avión había aterrizado en territorio chileno, lo cual después se demostró que era falso.
El poeta chileno Pablo Neruda, por su parte, reveló que aviones norteamericanos procedentes de sus bases en Panamá esperaban la noticia del siniestro y volaron rápidamente al lugar de los sucesos, adonde llegaron antes que las patrullas de salvamento peruana impidieran su acceso una vez identificado el lugar del impacto y caída del avión.
En esa época Estados Unidos y sus aliados esgrimían el pretexto de una supuesta “exportación de la Revolución” por parte de Cuba, que perseguía la exclusión del país de la OEA, por considerar que el sistema político cubano era inconsistente con la “democracia” en la región. Se aseguraba que los correos cubanos llevaban documentos, una valija. Calificados como secretos fueron encontrados por los rescatistas y llevados a Tacna por el coronel Humberto Canelas. Mientras la AP, el mismo día, desde Santiago de Chile, afirmaba que eran documentos importantes sin referirse en concreto a sus contenidos y que podrían producir un incidente internacional y recordó que en noviembre de 1962 un avión de la línea aérea brasileña VARIG se estrelló cerca de Lima y en el mismo fueron ocupados documentos a una delegación cubana que según la AP se referían a la injerencia en los asuntos internos de países de América Latina por parte de Cuba.
El incidente aéreo mencionado se refiere a la caída del avión Boing 707-441, vuelo 810 de la línea aérea brasileña VARIG, que se estrelló el martes 27 de noviembre de 1962 con 80 pasajeros y 17 tripulantes a bordo, todos perecieron, entre ellos toda la delegación cubana que participó en la conferencia de la FAO, integrada por: Raúl Cepero Bonilla (Historiador y Economista) – Presidente del Banco Nacional de Cuba. El incidente fue calificado también como motivado por error humano.
Es evidente que ambos hechos tienen puntos comunes, la presencia de funcionarios cubanos en los aviones siniestrados, apoderarse de documentos oficiales de la Isla y el interés de la administración estadounidense de la época de emplear el terrorismo contra Cuba. A 60 años del vil crimen, la consigna de Patria o Muerte, asumida también después de un acto de terror, sigue vigente para los cubanos.
(*) Escritor y profesor universitario. Es el autor, entre otros, del libro “Bajo las alas del Cóndor”, “La Operación Cóndor contra Cuba” y “Demócratas en la Casa Blanca y el terrorismo contra Cuba”. Es colaborador de Cubadebate y Resumen Latinoamericano.