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Diálogos de paz en un país patrocinador del terrorismo: ¿Error o injusticia monumental?

Por Gustavo Maranges /Corresponsal de Resumen English en La Habana

Hace justamente una semana finalizó el segundo ciclo de los diálogos de paz entre el ejército de Liberación Nacional (ELN) y el gobierno de Colombia. Las negociaciones tuvieron lugar en la capital mexicana y a pesar de no concretar el esperado alto al fuego, se lograron avances en cuanto a participación de la sociedad civil y la agenda de diálogo.

El comunicado no informó sobre la fecha en que se reanudarán las conversaciones, solamente aclaró que sería luego de un corto receso aunque si dejó claro el acuerdo de ambas partes para celebrar la tercera ronda en Cuba, quien ha sido uno de los garantes históricos de los procesos de paz en Colombia. La isla es una de las sedes alternativas de los diálogos, ya que estos no cuentan con una sede permanente. Ambas partes elogiaron el compromiso de Cuba con el proceso iniciado hace una década y el significativo aporte del gobierno y el pueblo cubanos a la paz en el país sudamericano.

Cuba fue elegida en detrimento de otras sedes alternativas como Brasil, Chile y Noruega. Incluso existía la opción de mantener la mesa en México o regresar a Venezuela, donde se realizó la primera ronda. Sin embargo, ambas partes estuvieron de acuerdo en regresar a la isla para la tercera ronda debido a la sensibilidad de los temas que deben ser discutidos en la misma.

Es evidente que aquí gozan de condiciones de seguridad, paz y confianza únicas en la región y con los buenos oficios de un país de probada neutralidad y conocimiento del proceso, ya que lo ha acompañado y defendido como si fuese su propia paz la que está en juego. Basta recordar la irreprochable actitud de Cuba ante el gobierno derechista de Iván Duque cuando este rompió el diálogo en 2019 y exigió la extradición de los negociadores del ELN violando todos los acuerdos internos e internacionales que respaldaban el proceso de paz.

Pero este tipo de información parece no llegar a Washington o quizás es obviada deliberadamente, pues una semana antes, el 27 de febrero, la isla caribeña fue ratificada como País Patrocinador del Terrorismo. Paradójicamente una de las razones de esta injusta designación es la actitud de Cuba en 2019 ante Duque, la cual más que un crimen internacional, fue el hecho que salvó la vida de la delegación del ELN y gracias al cual hoy ha sido posible retomar el diálogo por la Paz Total en Colombia.

Aparentemente el muro en la frontera sur de ese país es algo más que una barrera física para limitar el flujo migratorio. Al parecer también impide que allí se sepa que, si hay alguien en el hemisferio comprometido con la paz y la lucha contra el terrorismo, ese país en Cuba.

En toda esta historia hay algo que no encaja. Bien los miembros de la mesa de diálogo se han equivocado al elegir a un “país patrocinador del terrorismo” como sede de un diálogo de paz, o es el gobierno estadounidense quien se equivoca al incluir a Cuba en su lista unilateral e ilegítima.

Dadas las recientes declaraciones del ELN y el gobierno colombiano, las disculpas ofrecidas por el presidente Gustavo Petro en nombre de su pueblo en agosto pasado y la ayuda humanitaria de Cuba a más de 50 países en medio de la peor pandemia que haya vivido la humanidad, la primera opción queda descartada. Es decir, una vez más el gobierno estadounidense se equivoca o miente.

¿Quién debería estar en el banquillo de los acusados?

El informe presentado por el Departamento de Estado corresponde al año 2021, pero, pequeño detalle, todas las imputaciones contra Cuba corresponden al siglo pasado. La administración Biden alega que son dos las razones por las cuales la isla fue incluida en la lista: su decisión de no extraditar a la delegación del ELN y brindar asilo a varios prófugos de la justicia estadounidense.

La primera razón es totalmente absurda y sola sirvió como pretexto para que Trump reintegrase a Cuba a la lista de la que fue sacada en 2015 por la administración Obama. El presidente Joe Biden ha mantenido los mismos argumentos desde entonces, a pesar de que tanto él como el Secretario de Estado Antony Blinken han manifestado su satisfacción con el reinicio de las negociaciones de Paz en Colombia. Es decir, reconocen los beneficios del proceso de paz, pero condenan a Cuba por actuar en defensa del mismo proceso de paz. Es un sinsentido desde cualquier punto de vista.

En tanto, la segunda razón es aún mas discutible y al igual que la primera solo demuestra el respeto de Cuba al derecho internacional. Brindar asilo político es un derecho soberano de cualquier país e incluso parte inseparable de la historia latinoamericana en general. No obstante, si ese fuese el criterio, los propios Estados Unidos deberían incluirse en la lista por la protección brindada a terroristas como Luis Posada Carriles y Orlando Bosch, responsables de volar un avión con 73 personas a bordo (57 eran cubanos) en 1976. También podrían citarse otros tantos miembros de organizaciones terroristas radicadas en la Florida a quienes el gobierno estadounidense protege de su responsabilidad penal ante los tribunales cubanos.

Luego de todo esto queda claro que solo son pretextos fabricados para encubrir una decisión política: asfixiar con el mayor número de sanciones a un pequeño país de solo 11 millones de habitantes que lucha por el desarrollo de su proyecto socialista a solo 90 millas. Cada acción de Cuba, como la de ser garante de los diálogos de paz, deja aún más nítida esta verdad.

Por tanto, elegir a Cuba como sede de los diálogos de paz no es un error de los miembros de la mesa de diálogos, como tampoco se puede llamar error a la designación del Departamento de Estado. Calificarlo así, sería una ofensa para un país que se jacta de fortaleza y la eficiencia de sus instituciones. En realidad, se trata de un acto vil, de un castigo premeditado y de la mayor de las mentiras y las injusticias contra un pueblo hospitalario que ha pagado el alto recio de esta calumnia por su firme postura en defensa de la paz en la región y en el mundo.

Imagen de portada: PL

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