Internacionales

Nunca Más: No es recordar lo horroroso sino no aceptarlo

Por Ana María Bereau, compañera uruguaya residente en Cuba

Yo tenía 14 años, Montevideo era cada mes un poco más conflictiva y hacía ya algunos años del golpe en Brasil. Desde q tengo memoria en mi casa hubo exiliados argentinos, paraguayos, brasileños como les decíamos. Los más jóvenes se convertían en nuestros amigos, los mayores en familia.

Hubo uno, sin embargo, que aun hoy me duele. Su nombre era Kammel, era mayor q nosotros, era brasileño y daba entre lástima y miedo. Me es imposible encontrar en mi memoria un recuerdo de su voz, de alguna conversación, discusión, broma…era una sombra. Muy delgado, de ojos muy azules, muy peludo y crespo. Era extraño cómo se asustaba. Lo sobresaltada cuando se escuchaba la puerta, cuando alguien llegaba, cuando nos reímos a carcajadas. Con el tiempo se empezó a acercar cuando hacíamos grupo con cantos y guitarra, pero siempre callado. La explicación de quienes sabían era que había sufrido mucho. Que “estaba mal”. Yo no entendía aun qué era concretamente estar mal, para mí lo de él era tristeza.

Con los años pude, incluso en carne propia, conocer lo que él había vivido. Había estado en manos del Dops, llegó prácticamente a la locura. Finalmente lo soltaron y sus compañeros pudieron ponerlo en la frontera y eufemísticamente a salvo, aunque para Kammel no había salvación posible, de ese horror no se regresa. Eso lo fuimos sabiendo todos con los años y con los golpes.

Un buen día no supimos más de él. No se podía hacer mucho ruido porque era un prófugo, un indocumentado, un aspirante a exiliado. No lo encontraron.

Mi último recuerdo de él es parado en la puerta de mi casa, antes de entrar, con un ramito de camelias, de esas que vendían los floristas en las esquinas y sacaban de un balde con agua para q no se marchitaran, el día que cumplí 15.

Me dio un beso, entró, compartió con nosotros sentado y en silencio. Nos miró cantar y reírnos, como quien está de vuelta, como aquel que sabe lo que hay del otro lado de la vida y se alegra de que haya quienes lo ignoren.
Por eso mi recuerdo a ese hombre que hoy me rebela que Nunca Mas no es recordar lo horroroso sino no aceptarlo. Entender que lo humano es como dijo aquél: ” ser capaces de sentir siempre cualquier injusticia en cualquier parte del mundo”.

Donde estés querido Kammel quiero que te llegue mi no olvido.

Imagen ilustrativa de portada: Stock

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