Siria: La guerra del saqueo
Por Mariley García Quintana
A más de una década de iniciado el conflicto bélico en Siria, el pueblo de esa nación de Oriente Próximo continúa enfrentando una guerra que en los últimos tiempos ha acentuado su carácter de rapiña y saqueo, sobre todo en el norte del país, donde se concentran la mayor cantidad de sus recursos naturales, zona que aún permanece ocupada ilegalmente por las tropas estadounidenses y las milicias kurdo-sirias, con el apoyo del Estado Islámico.
En ese sentido, autoridades sirias revelaron que el ejército norteamericano saquea cerca del 80 % del crudo producido en el país árabe, cifra que representa unos 66 mil barriles de petróleo diarios, trasladados al territorio ocupado iraquí, según publicó Rusia Today.
De bandolerismo calificó dicha situación el portavoz de la Cancillería china Wang Wenbin, quien además expresó que, debido a la ocupación de los principales yacimientos petrolíferos y las regiones productoras de trigo, alrededor del 90 % del pueblo sirio vive en el umbral de la pobreza, dos tercios de ellos dependen de la ayuda humanitaria y más de la mitad sufre inseguridad alimentaria.
Al respecto, varios gobiernos del mundo se hicieron eco también de las denuncias contra el continuo robo de los recursos de dicha nación, situación agravada durante el octavo mes del presente año, considerado por los diplomáticos rusos en Washington como el de mayor escalada en el robo de los hidrocarburos de Damasco.
Según los últimos datos publicados por Oxfam, confederación internacional con presencia en más de 90 países, el constante saqueo de los principales recursos de la nación del Levante Mediterráneo, constituye la causa principal que acentúa las consecuencias del conflicto bélico en territorio sirio, considerado la mayor crisis de refugiados a nivel mundial.
La guerra librada por el gobierno de Bashar al-Asad contra el terrorismo le ha costado a su país más de seis millones de desplazados dentro de sus fronteras y otros cinco millones de sirios refugiados en naciones vecinas como Jordania, Turquía y el Líbano, la mayoría en condiciones de extrema pobreza.
A ello se le suma la pérdida además de recursos patrimoniales únicos, en ciudades como Palmira y Alepo, símbolos incomparables de la mezcla cultural y arquitectónica presente en la nación levantina, construida sobre su herencia persa, asiria, turca, romana y bizantina, plasmada en construcciones como la Mezquita de los Omeyas o el Crac de los Caballeros y otras tantas desaparecidas total o parcialmente por la guerra.
Más de diez años después de iniciada la contienda bélica y a pesar del arduo trabajo del gobierno de Damasco por reconstruir al país, la nación islámica continúa su lucha contra un enemigo que pretende fragmentar su integridad, para aprovechar en su beneficio la privilegiada posición geopolítica de Siria dentro de una región siempre convulsa y cambiante, donde constituye elemento esencial como llave de la costa oriental mediterránea y puente mercantil hacia otros países con los cuales comparte fronteras terrestres.
Tomado de Las Razones de Cuba