Cuba

Con casi todas las luces de la tarde

Por Deny Extremera San Martín.

Tuve la suerte de apartar los ojos de la pantalla de la PC y descubrir esta película en la pantalla del cielo.

El lienzo ha estado ahí por casi una eternidad, millones de atardeceres han sido y serán, pero no ha habido ni habrá uno igual a otro. No solo porque transcurren y se despliegan en un tiempo y un escenario irrepetibles. Allá arriba, en uno de esos atardeceres trópico-barrocos, como si un Pollock gigante lloviera chorros de color y un niño “diera agua” caprichosamente a un dominó negado a la cuadratura, surrealista, unas nubes nacen y se esfuman en minutos; otras atraviesan con calma e inalteradas todo el espacio visible; algunas vuelan cambiando de forma y ropa, se intercambian pedazos, van del blanco y gris al dorado, al naranja con velos de azul y el rojo.

Se estiran, se reproducen y replican, se hacen brochazo oscuro y pronto hilachas que a veces recomienzan como el mar. Coquetean, se rozan y hasta se funden; chocan y hay destellos de luz. Juegan a las escondidas con la realidad.

Viven en libertad y aparente caos su hora antes de ser lluvia o ya no ser. Aparente porque, aun siendo impredecible para nosotros este puro performance natural, responde a un guion que habla con leyes, causas y efectos. Y tiene final. Llegó la noche y toda esa belleza cayó para que aquí abajo todo amaneciera húmedo, más verde y vivo.

Esta película-de-una-sola-vez duró 51 minutos. Pude tomar algunas breves escenas, que sinceramente no le hacen justicia. Eso no cabe en una fotografía.

Tomado de Cubadebate / Fotos: Deny Extremera San Martín/ Cubadebate.

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