Energía eólica en Cuba, alto potencial para aprovechar
Por Orfilio Peláez.
Suscitar el mayor empleo y la diversificación de las fuentes renovables de energía (FRE) para que la generación de electricidad en Cuba dependa cada vez menos del uso de combustibles fósiles y alcance el nivel de independencia y seguridad requerido en tan vital sector, forma parte del Plan Nacional de Desarrollo Económico y Social hasta 2030.
Obtenida a partir del viento mediante el movimiento de las aspas de aerogeneradores impulsados por este, y denominada así en referencia a Eolo, el dios de los vientos en la mitología griega, la energía eólica, junto a la fotovoltaica, la biomasa cañera y la hidroeléctrica, está llamada a desempeñar un protagonismo decisivo en los esfuerzos por cambiar la matriz energética del país.
En el caso particular de Cuba, desde mediados de la primera década de la presente centuria comenzaron, en mayor escala, los estudios dirigidos a conocer el potencial existente en nuestro archipiélago.
Las investigaciones lideradas por el Centro de Física de la Atmósfera, del Instituto de Meteorología, con la activa participación de profesores del Centro de Estudio de Tecnologías Energéticas Renovables (Ceter), de la Universidad Tecnológica de La Habana José Antonio Echeverría (Cujae), y otras entidades, condujeron a la obtención del primer mapa eólico de Cuba, en 2006.
Dicha obra confirmó la existencia de 21 zonas con condiciones favorables para instalar parques eólicos y propició que, por primera vez en la Mayor de las Antillas, se lograra hacer una estimación del potencial existente, cuyo rango, a una altitud promedio de 50 metros, oscilaba entre 4 000 y 15 000 megawatts (MW), incluyendo zonas costeras, espacios interiores, regiones montañosas y los pequeños cayos.
Toda la información acopiada contribuyó al conocimiento básico para la posterior confección del Atlas Eólico de Cuba, que, a cargo de especialistas del propio Centro de Física de la Atmósfera, formó parte de un proyecto internacional, financiado por la Agencia de Cooperación para el Desarrollo Internacional, de Canadá.
Sobre el tema, el doctor en Ciencias Técnicas Conrado Moreno Figueredo, profesor titular de la Cujae y vicepresidente de honor de la Asociación Mundial de Energía Eólica, indicó a Granma que en la actualidad solo se han instalado 11,7 MW en cuatro pequeños parques eólicos, uno de ellos fuera de servicio y los tres restantes con más de diez años de explotación.
Ello, recalcó, pone de manifiesto que la energía eólica vive un panorama nada satisfactorio, si lo comparamos con lo que ocurre en las naciones de nuestra área, y de América Latina, en general.
«Hoy solo el 0,1 % de la energía eléctrica en Cuba es producida con la eólica, mientras el potencial técnicamente instalable de generación es de aproximadamente 1 100 MW.
«Si se instalaran estos 1 100 MW la producción sería aproximadamente de 3 000 GWh/año, lo que constituiría un gran aporte al balance energético nacional, cuyo consumo anual está en el entorno de los 19 000 GWh/año».
De acuerdo con lo planteado por el también miembro del Consejo Técnico Asesor del Ministerio de Energía y Minas, las limitaciones financieras que viene enfrentando el país en los últimos años han sido el factor determinante en la lentitud observada en el avance de esta fuente renovable a nivel nacional (no se instala un parque eólico desde 2010).
Pese a ello, enfatizó el doctor Moreno Figueredo, la nación no renuncia a impulsar el desarrollo de esta fuente.
«Muestra de esa determinación son los dos parques eólicos Herradura 1 y el Herradura 2, de 50 MW cada uno, previstos a instalar en Las Tunas, y que por sus dimensiones representan proyectos sin precedentes en Cuba».
Como explicó el reconocido experto, en el primero se pondrán 34 aerogeneradores de 1,5 MW de potencia, con 65 metros de altura, y es el más adelantado en su construcción, en tanto el segundo lo integran 20 máquinas de 2,5 MW, con una altura de 80 metros, pero aún no se ha empezado a trabajar en su levantamiento.
Otro parque eólico en perspectiva es el de Río Seco, en Holguín, que se encuentra en fase inicial de construcción.
Estos tres, más otros diez previstos para entrar en operaciones en 2030, asegurarían el aporte previsto de la energía eólica al Sistema Eléctrico Nacional en la mencionada fecha, que estaría en el orden de los 807 MW, aseveró el profesor Moreno Figueredo.
«Todavía es un reto poner en marcha aerogeneradores de mediana potencia en generación distribuida, que son adecuados para industrias e instalaciones turísticas ubicadas en las zonas de mayores vientos en Cuba, principalmente en la costa norte. En cuanto a los pequeños aerogeneradores, aún no son tomados en cuenta en los planes nacionales de desarrollo de la energía eólica».
Destacó la conveniencia de combinar el uso de aerogeneradores con los paneles fotovoltaicos (la hibridación), porque está plenamente demostrado que una sola fuente renovable no resuelve los problemas de generación de electricidad de un país, por sí misma.
Acerca del panorama actual del sector energético en el orbe, el doctor Moreno Figueredo, quien se desempeña igualmente como profesor titular del Ceter, subrayó que la guerra en Ucrania ha tenido un impacto muy significativo en las estructuras del suministro mundial de energía y en los costos.
«Lo anterior revela una vez más las desventajas de un sistema energético basado en fuentes de energía nuclear y fósil. El alza vertiginosa de los precios de la energía y su escasez en muchos lugares han sacudido la economía mundial.
«A ello se suma el cambio climático incentivado por el aumento en la atmósfera de las concentraciones de gases de efecto invernadero, emitidos por la quema de combustibles fósiles y otras fuentes».
Por ello, recalcó, resulta alentador el creciente número de gobiernos que comprenden la urgencia de introducir políticas eficaces centradas en apoyar el despliegue de las FRE, incluida la eólica, cuya capacidad instalada a nivel internacional superó los 900 000 MW en 2022.
«Las razones de ese crecimiento obedecen a las ventajas económicas de la energía eólica y al incremento de su competitividad, en relación con otras fuentes de energía. Se suma también su favorable impacto ambiental, al contribuir a mitigar el cambio climático y mejorar la calidad del aire».
Tomado de Granma/ Foto de portada: Germán Veloz Placencia.