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«Patrocinas el terror», la argucia a mano de un patrocinador

Por Raúl Antonio Capote

El uso del terror y la violencia indiscriminada contra civiles por las fuerzas militares no es un recurso novedoso; por desgracia, abundan los ejemplos en el mundo.

En el arsenal de agresiones contra Cuba, el Gobierno de EE. UU.  ha puesto en práctica un centenar de variables que van desde el sabotaje a aviones civiles hasta la guerra biológica y el bloqueo económico.

En tanto, La Habana exhibe un currículo impecable de colaboración internacional en la lucha contra el terrorismo, acompañado del prestigio que le brinda el ejercicio de una solidaridad militante reconocida por la mayoría de las naciones.

Aun así, el Gobierno que muestra ante el mundo el mayor inventario de acciones violentas de la historia, acusa a Cuba de patrocinar ese flagelo.

En un breve recorrido por la historia, hay demasiadas evidencias que permiten apreciar quiénes de verdad hacen del terror indiscriminado una forma sistemática de actuar contra aquellos a los que consideran sus adversarios.

El 24 de marzo de 1965, aviones skyriders, de la Fuerza Aérea estadounidense, lanzaron un ataque con bombas de fósforo blanco contra poblaciones indefensas de Vietnam del Norte, que quedaron convertidas en un verdadero infierno.

El 8 de junio de 1972, el ejército de EE. UU. bombardeó con napalm la población vietnamita de Trang Bang. Una imagen dantesca de ese día se convirtió en todo un ícono de la guerra: la pequeña Kim Phuc (la niña del napalm), quitándose los restos de su ropa en llamas.

El fósforo blanco, considerado como un arma química, fue empleado también contra la ciudad iraquí de Faluya, durante la «toma» de la urbe en 2004, por el ejército de EE. UU.

Las fuerzas norteamericanas usaron durante el ataque, además, un arma conocida como Mark-77, que provocó un infierno de fuego químico sobre la ciudad, y derritió hasta la muerte a hombres, mujeres y niños.

Se utilizaron también municiones de uranio empobrecido y la radiactividad provocada por el uso de esta arma causó elevados índices de cáncer en la población, y el nacimiento de bebés con malformaciones congénitas.

Decenas de civiles sirios murieron en junio de 2017 en la ciudad de Al-Raqa, a causa de las incursiones con fósforo blanco realizadas por la coalición liderada por Estados Unidos.

El uso de napalm y de agentes similares contra civiles y contra fuerzas militares en la cercanía de civiles fue prohibido por las Naciones Unidas en 1980.

Con tan terribles elementos, es deplorable el sentido manipulador con que EE. UU. usa la argucia  prefabricada del patrocinio al terrorismo como instrumento de coacción y de cerco, a fin de justificar la agresión a sus adversarios.

En el doble rasero del imperialismo hay un escollo enorme que impide a la humanidad lograr la paz y que la justicia prevalezca.

Tomado de Granma/ Foto de portada: Kim Phuc, «la niña del napalm», lleva en su piel la marca del genocidio yanqui en Vietnam/ Sudestada

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