Ganadería y emprendimiento sostenible, los sueños de una guajira
Por Lisandra Fariñas
En el corazón de Ciego de Ávila, a 460 kilómetros de la ciudad de La Habana, una mujer decidida ha desafiado los estereotipos y los resultados de su trabajo, en el campo de la ganadería, son notables.
Maite Cruz Hidalgo, una “guajira cubana” —como ella misma se define—, se ha embarcado en un proyecto que no sólo suministra alimentos a la comunidad, sino que también establece un hito en la búsqueda de la sostenibilidad y el empoderamiento femenino, “en un mundo tradicionalmente dominado por los hombres”.
“Es difícil aventurarse en la ganadería, un entorno tan masculino y patriarcal, pero que ha ido cambiando poco a poco con la apertura de nuevas formas de gestión económica”, admite Cruz Hidalgo.
Su determinación y espíritu emprendedor le han permitido enfrentar estos y otros desafíos con coraje. En entrevista con SEMlac, esta mujer comparte su experiencia como ganadera y cómo ha convertido su proyecto “Las Margaritas” en un modelo exitoso en ese sector.
“Hay muchas mujeres hoy que, desde sus pequeñas granjas y proyectos, están trabajando y produciendo alimentos para la comunidad, y eso es muy importante”, dice.
“Las Margaritas” es un proyecto de desarrollo local que se ha convertido en una especie de faro de esperanza para la ganadería en Cuba, al demostrar que es posible desarrollar esta línea productiva en un momento en que la producción de leche atraviesa numerosos obstáculos, explica.
Ubicado en la cooperativa agraria de créditos y servicio “Patricio Sierra Alta”, en el municipio de Ciro Redondo, en Ciego de Ávila, al centro del país, este emprendimiento es para ella y las familias involucradas más que una simple ocupación. “Es una forma de transformar la tradición y construir un futuro sólido”, sostiene.
Para Cruz Hidalgo, el sueño detrás de “Las Margaritas” radica en una planificación meticulosa, una investigación constante y una inversión estratégica.
Sostenibilidad y conocimientos como claves
La sostenibilidad es una piedra angular de “Las Margaritas”. Conscientes de los efectos del cambio climático y el agotamiento de los recursos naturales, Cruz Hidalgo y su equipo han implementado prácticas sostenibles en su granja.
“Todo lo que se produce en nuestra granja se hace con energía renovable”, afirma con orgullo la ganadera. “Somos independientes del sistema eléctrico nacional, gracias a los digestores de biogás y calentadores solares que utilizamos”, refiere. Su enfoque en la energía renovable no sólo garantiza una producción continua, sino que también contribuye a preservar la naturaleza, insiste.
En “Las Margaritas” se aprovecha al máximo la materia prima, de manera similar a una refinería de petróleo, donde se extraen diferentes productos a partir del crudo, explica la ganadera.
Además del queso, utilizan el suero resultante para elaborar otros productos como requesón, batidos de fruta, refrescos libres de lactosa, lactonesa y yogurt. El suero restante se aprovecha para producir biogás y también se utiliza como alimento animal, dice.
“No podemos desperdiciar nada, el campo da mucho trabajo, la ganadería da mucho trabajo”, afirma.
En esa dedicación a la ganadería, Cruz Hidalgo ha utilizado sus conocimientos en física y electrónica —ingeniería de la que se graduó en 2003—, para comprender y explicar los fenómenos naturales que ocurren en su entorno y cómo impactan en la actividad que desarrolla. Esta comprensión científica le brinda un criterio sólido y la capacidad de explicar estos fenómenos a las personas que trabajan con ella, sostiene.
A su juicio, es importante aprender a trabajar con diferentes caracteres, habilidades que adquirió durante su formación en pedagogía. Estos conocimientos le han sido útiles para manejar la diversidad de roles y personalidades en el proyecto, donde trabaja con ganaderos, ordeñadores, mujeres, personal de fábrica, albañiles y otras personas. “La capacidad de adaptarse y brindar a cada individuo según sus habilidades ha sido fundamental para el éxito, afirma Cruz Hidalgo.
El proyecto de Cruz Hidalgo es un testimonio de lucha, perseverancia y visión. Bajo esa premisa, esta ganadera está consciente del peso que tiene la innovación para la preservación de la actividad ganadera.
Es difícil, debido a la falta de apoyo suficiente y a los altos costos de producción. “Hemos solicitado, en muchas ocasiones, estudios sobre el costo real de producir un litro de leche en Cuba, ya que el precio que reciben los ganaderos no refleja los gastos reales, como los costos de los suministros y nutrientes para las vacas”, explica.
Pese a los desafíos, siguen buscando constantemente la mejora y consideran que la retribución a los ganaderos que contribuyen al proyecto es clave para lograr la sostenibilidad a largo plazo.
Defender la tradición
El viaje de Cruz Hidalgo en la ganadería es una mezcla de coincidencias y amor. Inicialmente, soñaba con ser maestra, pero el destino la llevó a una familia con tradición de fabricación de queso y ganadería. Fascinada por el cuidado de los terneros y el amor que su familia destinó a preservar la tradición quesera, esta mujer encontró su vocación y decidió mantener viva una tradición centenaria.
“Mi suegra y mi cuñada hacen un queso espectacular”, comparte la entrevistada. “Cuando comencé a entender la historia de la familia, me di cuenta de que las mujeres siempre han sido responsables del ordeño y la fabricación de queso. Es una tradición familiar femenina”.
Cuenta que la primera mujer ganadera de la familia llegó a Cuba en 1906, desde Islas Canarias. Empezó a levantar una nueva finca con cabras y hacer quesos que alcanzaron una gran popularidad en la zona. Después nació Irene, la abuela de su esposo, que por ser la hija mayor tuvo que ayudar a la madre en los quehaceres del hogar. Luego Irene, al casarse, tuvo a su hija Margarita, heredera de la tradición.
Con ese legado en mente, Cruz Hidalgo fundó a finales de 2020 “Las Margaritas”, todo un homenaje a su suegra y su hija, aunque desde 2011 ya había vuelto a su finca, volcada a preservar el legado familiar.
Su objetivo “va más allá de la producción de queso”. Ella busca “dignificar a los agricultores y reconocer el papel fundamental de las mujeres y los niños en el campo”, afirma. El enfoque principal de su proyecto es fortalecer las familias ganaderas y promover el concepto de ganadería familiar sostenible, subraya.
En su opinión, es fundamental que toda la familia participe y asuma responsabilidades en la ganadería, incluyendo a las mujeres. “Hemos trabajado para eliminar el temor que algunas mujeres tenían al enfrentar la ganadería y lograr que ellas se involucren activamente en todas las actividades relacionadas, como el ordeño, el manejo de terneros y la atención de su alimentación, explica.
La familia es, para Cruz Hidalgo, un pilar esencial. Funcionar como un equipo en la división de las tareas y roles es una de las claves del éxito del emprendimiento, refiere.
A la par de asumir ella múltiples responsabilidades del proyecto de desarrollo, su esposo Israel se enfoca principalmente en la conservación de las cercas, de los potreros y en vigilar el buen estado de del ganado.
“En casa, si bien no escapamos a los roles tradicionales de género, también compartimos quehaceres como cocinar y lavar. La ganadería lleva muchísimo tiempo y es importante acompañarnos en ese empeño”, dice ella y subraya estar satisfecha con su estilo de vida, modesto y saludable, en su casita de tabla de palma y techo de fibras, pero feliz con lo que hace.
Además, ella y su esposo tienen un fuerte sentido de ayuda y sensibilidad hacia quienes más lo necesitan. De ahí que no sea extraño el apoyo de “Las Margaritas” a hogares de niños sin amparo filial, hogares maternos y casas de abuelos en la comunidad. Estas tareas las comparten de manera equitativa y les brindan satisfacción personal, aseguran.
Para Cruz Hidalgo, es esencial reconocer a las mujeres en la ganadería. “Aquí estamos un grupo de mujeres de nuestro proyecto, demostrando que es posible ser ganaderas empoderadas y emprendedoras”, enfatiza, consciente de que con su ejemplo inspira a otras mujeres a desafiar los roles de género y perseguir sus sueños, por muy “macho” que sea el entorno.
Tomado de Semlac-Cuba