Internacionales

“Tírale a la cabeza, para no fallar”

Por José Luis Méndez Méndez* / Colaboración Especial para Resumen Latinoamericano.

Fue una de las últimas instrucciones recibidas por el comando asesino, y salieron a cazar. Desde 1978, el comportamiento de los actos de terror de los grupos extremistas de origen cubano radicados en Estados Unidos, marcaba una tendencia diferente, si hasta entonces se ejecutaban acciones por medio de la colocación de bombas y amenazas relacionadas con el empleo de explosivos, ahora se percibía un cambio más letal.

El terrorismo predominaba por encima de los hechos contra el territorio nacional, además, el dañar a las representaciones cubanas en el exterior y su personal aumentaba.

Había antecedentes de tal proceder desde 1975, cuando los terroristas de origen cubano, que actuaban junto a los fascistas chilenos, argentinos e italianos, en el marco de la Operación Cóndor, combinaron sus medios y métodos. Apareció, en esta alianza criminal, el método del secuestro de los funcionarios cubanos; se creó en homenaje al primer aniversario del golpe fascista en Chile, la banda terrorista Omega-7 y los extremistas asumieron el apodo de Cóndor para acreditarse actos violentos.

El intento fallido de secuestrar en julio de 1976, al cónsul cubano en Mérida, Yucatán, México y el éxito en el secuestro de dos jóvenes diplomáticos cubanos en Buenos Aires, Argentina, quienes fueron torturados hasta la muerte, introducidos sus cuerpos en tanques de combustible, a los cuales se les adicionó cemento, para después ser arrojados a un basurero, donde permanecieron por más de tres décadas, se constató el cambio en la forma de actuar.

Se conjugaron varios factores determinantes para esta nueva modalidad: Se restablecieron parciales relaciones entre Estados Unidos y Cuba en 1977; se realizaron varios encuentros entre representativos de la emigración cubana en Estados Unidos y autoridades cubanas al más elevado nivel; como resultado de estos intercambios tomaron fuerzas entre los emigrados corrientes opuestas a la violencia y de acercamiento; comenzaron, de forma fluida, los viajes de los emigrados a Cuba; la reunificación familiar se reanimó; fueron indultados y salieron del país cientos de presos contrarrevolucionarios y sus familiares hacia distintos destinos, todos estos avances fueron evaluados por los terroristas como amenazas a su hegemonía y su reacción no se hizo esperar, elevaron su virulencia para entorpecer las relaciones bilaterales establecidas, quien aspiraba a su relación, que de lograrse, podría elevar el nexo diplomático a pleno.

Esto implicaría, que las autoridades cubanas exigirían el cese de la amenaza terrorista como una condición e indudablemente los extremistas serían reprimidos hasta la inacción y con ello cesaría su modus vivendi, de chantaje y extorsión como vía de financiamiento para su actuar. En el año 1980, electoral dentro de Estados Unidos y último del mandato demócrata, se desató una espiral violenta dirigida contra los diplomáticos cubanos en particular dentro de territorio estadounidense.

El jueves 11 de septiembre de 1980, la fase ejecutiva para asesinar a los funcionarios cubanos estaba en pleno desarrollo y la orden de actuar estaba dada, era el homenaje de la banda criminal a los fascistas chilenos en el nuevo aniversario del golpe castrense, estaba además la orden de actuar contra la Misión cubana ante la ONU.

Los terroristas de Omega-7 salieron a cazar. Tres de los funcionarios seleccionados y estudiados para ser ultimados, según su jefe Eduardo Arocena, regresaron a la Misión cubana y no se dieron las condiciones propicias para matarlos.. El día avanzaba y el tiempo se agotaba. Entonces observaron, que uno de ellos, había salido de la sede, era cerca de la media tarde y sobre él se centraron todos los recursos previstos.

Era el diplomático Félix García Rodríguez, quien se desempeñaba como agregado a cargo de la prensa, ese día, en la mañana, había conmemorado junto a refugiados chilenos el séptimo aniversario del golpe de  Estado contra el presidente Salvador Allende. Ese fue el último deber que cumplió.

Los terroristas intuían, que el elegido los llevaría hacia otros diplomáticos, pero no ocurrió así. Arocena, quien supervisaba la operación observó que el blanco seleccionado se dirigía a una parte poco concurrida del barrio de Queens, llegó a un lava autos cercano a la avenida Roosevelt. Matarlo era una decisión, pero esto debía hacerse en un lugar céntrico de Nueva York, para lograr un impacto mediático mayor, el hacerlo en este barrio una zona poco concurrida, perdía el efecto que se buscaba.

Entonces, Arocena declaró haber perdido el control visual sobre el grupo ejecutor, que siguió su marcha tras el auto que conducía García Rodríguez. En el momento en que sus hombres lo asesinaban, en la esquina de Queens Bulevard y la calle 55, su gestor intelectual se encontraba alejado de ese lugar. El verdugo ejecutor había sido Pedro Remón, quien de forma certera y letal alcanzó la cabeza del funcionario, mientras otros terroristas lo apoyaban.

Para afirmar el rigor histórico de cómo se cometió el atentado, el criminal precisó, que en el ataque no se utilizó una moto, como se había divulgado en las versiones iníciales después del hecho, se disparó desde el auto, que se detuvo justo al lado del conducido por Félix García, quien esperaba el cambio de luces en el semáforo para continuar, sin haber advertido que la muerte lo acechaba.

El día 11, después del asesinato, la vigilancia sobre la Misión se incrementó, tres policías hacían posta y una patrulla pasaba con frecuencia frente al edificio de diez plantas. El personal de la sede diplomática, según el registro policial, estuvo reunido hasta altas horas de la noche. Dos detectives de la Policía de Nueva York, informaron sobre el asesinato a los diplomáticos cubanos, les revelaron la hora, el lugar y la forma de la muerte.

El verdugo Remón, informó, que para atribuirse el crimen había llamado a varios medios de noticias de Nueva York a nombre de Omega-7. Añadió que para cubrir su identidad había utilizado su máscara, como era habitual, cuando actuaba. También aseguró, que la ametralladora modelo MAC-10, recibida para el crimen había sido guardada. Esta fue empleada después para matar en Nueva Jersey al emigrado cubano Eulalio José Negrín Santos, victimado el 25 de noviembre de 1979. Al final fue destruida antes de comenzar las sesiones del Gran Jurado, convocado para conocer de los actos terroristas y crímenes realizados por Omega-7.

Las circunstancias del ataque se resumieron así: Ese día, a las 6:30 P.M., Félix García, se dirigía desde el barrio de Queens rumbo a la representación diplomática cubana ubicada en la calle 38 y la avenida Lexington, en Manhattan. Entonces al llegar a Queens Boulevard, a la altura de la 58th Street, en la barriada de Woodside, se detuvo ante un semáforo, cuando fue alcanzado por un proyectil mortal que se introdujo por el hombro para luego perforar la base del cráneo, como consecuencia cayó sin vida sobre el timón.

El examen forense del cadáver ofreció detalles esclarecedores, que desecharon la versión de haber sido rematado. El dictamen del forense de la ciudad, dictaminó, que la víctima no había sido herida a corta distancia y su muerte se produjo de inmediato.

El embajador Raúl Roa, después de conocer las diferentes versiones, que llegaban a la Misión sobre el asesinato, se comunicó con el Ministerio de Relaciones Exteriores (Minrex), para hacer un resumen de lo conocido. En el informe resumió: “Ya compañeros de la Misión, se encuentran en el lugar de los hechos y acompañan al cadáver. El jefe de la oficina de Asuntos Cubanos del Departamento de Estado, Myles Frechette, conversó con el embajador Ramón Sánchez Parodi y le expresó su parecer de que el asesinato se trataba de un trabajo de expertos”.

“La policía de Nueva York llevó el cadáver para la Morgue de Manhattan. Un compañero de la Misión acompaña al cadáver. La autopsia se hará mañana día 12 y tal vez cerca del mediodía se podría retirar. Se han contratado médicos y abogados para ocuparse de los trámites médicos y legales”.

“Para terminar, les informo que el Señor Ahmet, Jefe del Gabinete del Secretario General de la ONU, me llamó para expresarme su shock y el del Secretario General, así como sus condolencias y aseguró que este llamaría. El secretario general de la ONU, Kurt Waldheim, condenó el injustificado acto de terrorismo”.

El viernes 12, sesionó la Asamblea General de la ONU, allí se escuchó un documento sobre la muerte del diplomático cubano. Su presidente, el excelentísimo Salim A. Salim, de la República de Tanzania, expresó estar consternado e indignado por el asesinato cobarde del funcionario, este acto solo puede ser condenado con términos fuertes. Añadió: “Este es otro acto hostil de los numerosos actos de terror contra los miembros de la comunidad diplomática alrededor del mundo, en violación de los estándares internacionales de conducta”. Envió al Gobierno cubano, al pueblo y a los familiares del victimado, las más sinceras condolencias.

El 8 de septiembre de 1981 en vísperas de cumplirse el primer aniversario del asesinato del diplomático Félix García Rodríguez, se decidió dedicar la fecha del 11 de septiembre a honrar a los compañeros caídos en el cumplimiento de su Misión en el Servicio Exterior de Cuba.

Ese día en el acto celebrado en la sede del Minrex fue pronunciado un discurso en homenaje a estos compañeros: “El recuento de estos valiosos compañeros, que demostraron su calidad revolucionaria, su capacidad para mantener los principios y defender los objetivos de nuestra Revolución en las difíciles condiciones del trabajo exterior forma parte de las tradiciones que forjan al representante actual de nuestra Patria. Ellos con su actitud, su optimismo frente a las dificultades, nos animan hoy cuando nos enfrentamos a tareas cada vez más complejas en una situación internacional política y económica que requiere de los trabajadores del servicio exterior el máximo de disciplina, exigencia y dedicación”.

Gloria eterna a los héroes y mártires del servicio exterior cubano, en este día de recordación y renovación del compromiso contraído con la Patria.

*Utilizada información de un libro en elaboración por el autor sobre las agresiones históricas contra la representaciones diplomáticas cubanas en Estados Unidos.

(*) Escritor y profesor universitario. Es el autor, entre otros, del libro “Bajo las alas del Cóndor”, “La Operación Cóndor contra Cuba” y “Demócratas en la Casa Blanca y el terrorismo contra Cuba”. Es colaborador de Cubadebate y Resumen Latinoamericano.

Foto de portada: Juventud Rebelde.

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