Internacionales

La Primera Guerra Mundial: un aniversario para reflexionar

Por Raúl Antonio Capote */ Colaboración Especial para Resumen Latinoamericano.

Los tambores de la guerra repican en todo el mundo, una fiebre semejante a la que llevo a la humanidad a las matanzas de las guerras mundiales anteriores, enferma y enceguece a las naciones, la amenaza del uso de armas de exterminio masivo, la violación de las pocas normas de contención a la barbarie que se pudieron establecer a finales del siglo XX, son violadas con absoluta impunidad.

El 11 de noviembre de 1918 la Primera Guerra Mundial llegó a su final, la «gran masacre» culminó con la derrota de la Triple Alianza, diez millones de soldados muertos, 21 millones de heridos, 13 millones de civiles perdieron la vida, miles de mutilados, cuantiosos daños materiales y heridas sicológicas y morales que no aparecen en las estadísticas, son el resultado de la conflagración.

Fue una guerra terrible, que solo pudo ser superada en crueldad por la Segunda Guerra Mundial, las nuevas tecnologías de la época, los submarinos, los aviones, los tanques, las nuevas municiones de infantería y de artillería con más eficaces y poderosas armas para emplearlas, el uso de la guerra química con el gas mostaza como símbolo de la inhumanidad del conflicto, son algunos de los elementos que hacen de esta contienda, un anuncio apocalíptico para la humanidad de lo que podía suceder en el futuro.

Una nueva potencia imperialista pujante creció y se empoderó en el mundo del desequilibrio bélico, después de haber ganado la “pequeña guerra espléndida” contra el decadente imperio español y arrebatarle Filipinas, Puerto Rico, Guam y Cuba: los Estados Unidos de América.

¿Razones para apelar a las armas?

El 28 de junio de 1914, un estudiante ultimó al heredero del trono austríaco Francisco Fernando y su esposa, en Sarajevo, capital de Bosnia. Las investigaciones condujeron a un joven integrante de un grupo serbio llamado la Mano Negra, contrario al dominio de Austria-Hungría en la región de los Balcanes. El imperio austro-húngaro, el 28 de julio de 1914, declaró la guerra a Serbia.

La muerte del archiduque Francisco Fernando sirvió de pretexto para dar inicio a la conflagración, pero las causas verdaderas fueron otras. El descontento con el reparto del mundo ocurrido a finales del siglo xix fue una de las causas más importantes. Alemania e Italia, habían quedado mal paradas en el proceso neocolonial; Francia e Inglaterra explotaban diversas colonias, ricas en materias primas; la lucha entablada por el dominio de los mercados consumidores se agravó; el avance de la industria y la competencia por situar sus excedentes de productos con ventaja en esos mercados, generaron fricciones que se tornaron insuperables y las potencias europeas apelaron a la fuerza.

El 1ro. de agosto Alemania declaró la guerra a Rusia y luego a Francia. El 4 de agosto, el Reino Unido declara la guerra a Alemania. Un día después, el imperio austro-húngaro declara la guerra a Rusia.

Al poder de las nuevas armas, transformó los frentes de guerra en un infierno de dolor y muerte.

Estados Unidos no se apresuró a entrar en la guerra, pero a medida que el conflicto se aproximaba a su fin, Washington no quiso quedarse sin una porción sustanciosa del pastel que los vencedores se repartirían generosamente. En abril de 1917, entró en la Primera Guerra Mundial, fortaleciendo el bloque militar de la Entente.

Los monopolios estadounidenses se enriquecieron, terminada la guerra, se había apropiado de muchos de los principales mercados que habían pertenecido a Inglaterra, Francia y Alemania.

Final de la Guerra

El 11 de noviembre de 1918 fue firmado el Armisticio de Compiègne entre el imperio alemán y la Entente, y el 18 de junio de 1919 se firmó en el Palacio de Versalles, en París, el tratado que oficialmente puso fin a la guerra entre los aliados y Alemania.

Hoy las mega transnacionales, verdaderos imperios modernos, se enfrentan por el dominio de los mercados del mundo. La carrera armamentista, en una espiral que parece no tener fin, pone a la humanidad ante el dilema de su extinción, pues los grandes bloques compiten, chocan como las capas tectónicas en reacomodo y el imperio estadounidense teme perder su hegemonía. El mundo en desequilibrio constituye un escenario propicio para que la última guerra estalle.

Lo que ocurre hoy en Palestina puede ser solo el prólogo de lo que espera a la humanidad, si no se detiene la marcha triunfante de los señores de la guerra.

(*) Escritor, profesor, investigador y periodista cubano. Es autor de “Juego de Iluminaciones”, “El caballero ilustrado”, “El adversario”, “Enemigo” y “La guerra que se nos hace”.

Foto de portada: France 24.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *