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El combo místico y esotérico que trae el Presidente argentino: Qué hay detrás de la conversión de Milei al judaísmo, mezclada con el extraño rol de sus perros

Por Karina Micheletto.

Las citas bíblicas comienzan a impregnar los discursos de gobierno, incluida la justificación del brutal ajuste económico. El sostén mesiánico de lo que se presenta como “movimiento liberador de Argentina”.

La figura de Javier Milei trae entre tantas novedades la de colocar lo religioso y lo místico en un primer plano de la agenda: en su campaña, en sus redes, en su discurso de asunción, en su primer viaje tras ganar el balotaje, en su primer acto público ya como Presidente de la Argentina. El relato sobre su llegada al poder desde que no era más que un panelista al que pocos medios daban lugar –y antes, desde que era un niño que sufrió violencia familiar, y luego un joven más bien solitario y algo friki al que apodaron “el Loco”– hasta ser ungido Presidente (pasando por el Parlamento, al que llegó como una fuerza muy minoritaria), está estructurado, de hecho, en torno a esa cita bíblica que volvió eslogan, bandera y gorra: “la victoria para la batalla no depende de la cantidad de soldados, sino de las fuerzas que vienen del cielo”. 

Esa impronta narrativa de ascenso al poder pasó a ser, sin escalas, un sustento explicativo de políticas de gobierno como las primeras y brutales medidas económicas: “Jamás la noche pudo vencer al día, no maldigamos la oscuridad”, culminó Milei sus primeras y al momento únicas palabras sobre el tema (por redes y desde su despacho presidencial, en el último sorteo de su dieta como diputado), al justificar el “ajuste hiper ortodoxo”, el “esfuerzo enorme” que vino a imponer. 

Y a tener consecuencias concretas ni bien fue electo Presidente. Basta prestar atención a los referentes de un sector de la comunidad judía que comenzaron a acompañarlo y a mostrarse públicamente con él, o al dato de que su rabino personal, Shimon Axel Wahnish, fue designado, según confirmó Cancillería, embajador de Argentina en Israel. 

Símbolos
“No es casualidad que esta inauguración presidencial ocurra durante la fiesta de Janucá, ya que la misma celebra la verdadera esencia de la libertad”, apuntó Milei en su discurso de asunción. Unos días después se transformó en el primer Presidente en ejercicio que asistió a la celebración que organiza todos los años en una plaza de Recoleta Jabad Lubavitch Argentina, un sector conservador minoritario en el país, pero con integrantes de fuerte peso empresarial y financiero. Uno de ellos, Eduardo Elsztain, dueño entre muchas otras cosas de IRSA, que además de shoppings tiene edificios y hoteles como el Libertador, donde Milei montó sus bunkers y donde vive desde hace un par de meses (estará allí hasta que termine las reformas en Olivos para sus perros). 

Antes había viajado a Estados Unidos a cumplir una promesa: ir a la tumba neoyorquina del rabino Menachem Mendel Schneerson, conocido como “el rebe de Lubavitch” y considerado milagroso. Fue “a dar las gracias por el lugar que le ha dado Hashem”, se informó oficialmente, usando el término hebreo para definir a Dios. En ese mismo viaje se presentó ante funcionarios del FMI, la Casa Blanca y el Tesoro estadounidense. Además de quien sería su ministro de Economía, Luis “Toto” Caputo, y del embajador de Estados Unidos, Marc Stanley, lo acompañó el designado embajador en Estados Unidos, Gerardo Werthein, integrante de otra familia empresaria de la comunidad judía local aportante de Jabad Lubavitch. 

Religión, misticismo, negocios, programas económicos y aliados estratégicos comenzaban a delinearse unidos ya antes de la asunción. 

Religión y Estado, juntos
No es novedad en la historia ni en la región: hay un componente religioso, que adquiere tintes místicos y mesiánicos, que motoriza a las nuevas derechas, del tipo de la que ha llegado al poder en la Argentina. Bolsonaro en Brasil y su fe evangélica es el ejemplo más cercano -con los tres poderes cubiertos: nombró en el Supremo Tribunal Federal a un juez “terriblemente evangélico”, el pastor André Mendonca, y en el Congreso se expandió el poderoso Frente Parlamentario Evangélico-. Pero también es posible citar al Movimiento Apostólico de Schönstatt impulsado por José Antonio Kast en Chile, al actor mexicano candidato a presidente Eduardo Verástegui, ultra católico y de ultra derecha, que vino a la asunción y le regaló a Milei un manto de la Virgen de Guadalupe.

En unas horas más, asumirá como Presidente de la Argentina @javiermilei. Pasé a saludarlo y desearle lo mejor en esta nueva etapa de su vida. Y le regalé una imagen de Nuestra Señora, la Virgen de Guadalupe, que fue tocada por la tilma original en la Basílica, en #CDMX.
¡Que la… pic.twitter.com/aNilEnFFsp

Ampliando el mapa está el acercamiento estratégico de Donald Trump al evangelismo latino, en España Vox con el Opus y su “Dios, Patria y Familia”, entre otros ejemplos. Pueden ser judíos, católicos o evangélicos, todos coinciden en una matriz: la adscripción religiosa parte de las ramas más conservadoras de cada culto, para arribar a un sostén místico de la llegada del líder mesiánico al poder y desplegar una matriz de extrema derecha.

“Lo que hacen estos personajes una especie de sincretismo religioso conservador. No necesariamente adscriben a una sola vertiente religiosa, sino que van tomando lo más conservador de cada una”, dice el sociólogo Ariel Goldstein, que estudió el tema y lo despliega en libros como Poder evangélico. Cómo los grupos religiosos están copando la política en América y La reconquista autoritaria. Cómo la derecha global amenaza la democracia en América latina (ambos publicados por Marea).

Al observar el modo en que Milei comienza a justificar sus medidas económicas neoliberales con un discurso religioso adosado al técnico (“Pagarás el pan con el sudor de tu frente”, ha dicho también), recuerda la frase bíblica que también repetía Bolsonaro en su campaña y en su presidencia, como un mantra: “Conocerán la verdad y la verdad los liberará”. Al igual que Milei -que juró por los Santos Evangelios- Bolsonaro es un católico que tuvo una conversión, en su caso al evangelismo. 

Meter el perro
El recorrido místico de Javier Milei es sin embargo más complejo porque, como se contó en este diario, incluye una suerte de mandato divino dictado por los perros que hoy están grabados en el bastón presidencial, y en el que también tiene un rol protagónico su hermana Karina, “el Jefe”, de quien el Presidente ha dicho entre lágrimas en una entrevista televisiva: “Kari es Moisés y yo soy el que divulga. Soy sólo un divulgador, ella es el Mesías”.

En la biografía El loco, de Juan Luis González (Planeta), se cuenta en detalle el camino que comenzó tras la muerte de su perro Conan en 2017, del que sigue hablando en presente y del que ha dicho: “En los peores momentos Conan y Kari fueron todo lo que tuve, son los únicos que siempre estuvieron”. En ese duelo y con intermediarios como el “brujo Gustavo” y la “telépata interespecie” o “comunicadora intuitiva con animales” Celia Melamed, Milei comenzó a “recibir mensajes” de su perro ya fallecido. Antes, supo que tenía que clonarlo, y así lo hizo en el laboratorio estadonidense PerPETuate, que hoy se enorgullece de tener un presidente entre sus clientes en su sitio perpetuate.net.

De allí surgieron Milton, Murray, Robert y Lucas, los cuatro mastines ingleses para los que hoy se está reformando Olivos. En la lógica de Milei, son ellos, junto al ya fallecido Conan (que a su vez habría reencarnado en uno de sus clones), los que le transmiten mensajes de “el Uno”, tal como nombra a Dios. Y es Karina Milei, tras pasar por un entrenamiento, la que oficia de médium o transmisora de esos mensajes. Le dijeron, por ejemplo, que Milei tenía que ser presidente. Que tenía una misión. 

Un dato inquietante: en estos días Milei llamó a Alberto Fernández para insistirle en que su perro Dylan “se quedara a vivir en Olivos”. El ofrecimiento fue gentilmente declinado. 

La conversión
¿Y cómo aparecen el judaísmo y el rabino milagroso (toda una contradicción en sí misma para la religión judía, que excluye terminantemente cualquier tipo de santificaciones y adoraciones personalistas) entre mensajes de perros vivos y muertos? 

Fue más acá en el tiempo, ya como un personaje mediático, que Milei llegó a Axel Wahnish (el mismo que habló en la ceremonia interreligiosa del Tedeum el día de la asunción y que, sin experiencia diplomática alguna y en su condición de rabino, iría a ocupar una de las embajadas más calientes del planeta, en plena guerra y con la misión de mudar la sede de Tel Aviv a Jerusalén). 

Wahnish se convirtió en el guía espiritual de Milei, comenzó a recibir sus visitas asiduas en el centro Acilba de la calle Borges, sus llamados a toda hora, sus consultas sobre todos los temas, incluso sobre cómo encarar una campaña política cuando se decidió a dar ese paso. A reclamarle y a obtener, en fin, contención. De esos encuentros cabalísticos a Milei le llegó el mismo mensaje que le daban sus perros. O bien hizo la misma interpretación: estaba llamado a encabezar un movimiento liberador en la Argentina. 

Integrante de la comunidad judeo marroquí (sefaradí), Wahnish fue quien a su vez acercó a Milei a la comunidad Jabad Lubavitch, con origen en Nueva York y estrecho vínculo con Wall Street. Fuertemente mesiánicos, son a su vez cuestionados por la rama más ortodoxa del judaísmo, que rechaza su adoración a una figura como la de su rabino, así como su negativa a considerar a Israel la tierra prometida.

“Milei ve en este sector del judaísmo un vínculo con el dinero que hoy el catolicismo, sobre todo vía Francisco, desprecia. El ‘anarco capitalismo’ que él viene a proponer cierra perfectamente al lado de estas versiones del judaísmo, que ofrecen un espacio no culpógeno del capitalismo”, analiza Jorge Elbaum.

Desde sectores progresistas como Meretz Argentina, intelectuales y referentes ya han lanzado masivos pronunciamientos repudiando el “uso político del judaísmo, sus textos y sus símbolos”. Aunque dentro de la comunidad hay también quienes “desdramatizan” este acercamiento de Milei al judaísmo: lo ven más como alguien que está tras una búsqueda espiritual, y recaló en el judaísmo en una suerte de coyuntura. El problema, admiten también, es el uso que se hace de esta circunstancia. Y las consecuencias que puede tener. 

Tomado de Página/12 / Foto de portada: El bastón presidencial que porta Javier Milei, con las figuras de sus perros.

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