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“Costó mucho meter presos a los genocidas, así que vamos a pelear para que no haya indultos”

Por Eva Máñez.

Pocas personas han trascendido a través de generaciones y países como lo ha hecho la fundadora de Madres de Plaza de Mayo, Nora Cortiñas. Norita, como se la conoce cariñosamente, es para mucha gente el principal referente político y ético de la Argentina. Cada vez que el país es sacudido por un escándalo, una crisis o un zarpazo económico, muchas personas se preguntan ¿dónde está Norita? ¿Qué dicen las Madres de esto?

Un documental sobre su vida, Norita, la película, de Jayson McNamara, Francisco Villa y Andrea Carbonatt; un libro digital, Nora Cortiñas, retazos de una vida incomparable, editado por la Fundación Rosa Luxemburgo, que recoge todo su archivo personal con más de 600 materiales escaneados; y más recientemente una biografía, Norita: la Madre de todas las batallas, de Gerardo Szalkowicz (Editorial Sudestada), reflexionan sobre la figura de Nora como icono de la lucha por los derechos humanos en Argentina y el mundo. Su legado no para de crecer y hasta un club de fútbol LGBTIQNB+ y de mujeres adoptó su nombre, el Norita Fútbol Club, que con el lema “llevamos la democracia en los botines” ha demostrado que otro fútbol es posible.

Visitamos a Nora Cortiñas (Buenos Aires, 22 de marzo de 1930) en su casa de Castelar, en el conurbano bonaerense, una mañana lluviosa de diciembre. Nada más saludarla nos dice que su abuela era de Onda (Castellón) y su papá catalán y republicano, y que ella ha visitado las fosas franquistas y el Valle de Los Caídos: “Es horrible ese lugar”. Nos da estos datos para crear cercanía mientras se pinta los labios para las fotos.

En un momento tan angustioso y complicado como el que se vive ahora en Argentina, con un presidente que ha decidido liquidar el país al grito de “No hay plata”, miles de personas asisten estupefactas a los planes de privatizaciones, recortes y represión. Es un buen momento para conocer “el lado Norita de la vida”. Estamos en vísperas de la primera movilización contra el presidente Milei, y Patricia Bullrich, la ministra de Interior, amenaza con represión y multas a quien proteste. “Como este Gobierno que asumió ahora es fascista, entonces toda la gente, todas las familias, todas las comunidades que nos rodean están con miedo”, dice Nora, quien afirma que irá a la marcha. “No voy a ir a hacer violencia, pero voy a ir. Y si nos llevan presas, se formará un grupo de abogados que irán inmediatamente a sacarnos de las comisarías”.

Las Madres de Plaza de Mayo han desempeñado un papel crucial en mantener viva la memoria histórica

Nora es una anciana de 93 años, menudita, que apenas puede caminar. Aunque esa apariencia frágil esconde la fortaleza de una giganta épica que pone el cuerpo cada día por el sueño de ese otro mundo posible. Es una de las mujeres de pañuelo blanco que llevan 46 años girando cada jueves en la plaza de Mayo de Buenos Aires. Las Madres de Plaza de Mayo han desempeñado un papel crucial en mantener viva la memoria histórica y han abogado por la responsabilidad de los perpetradores de crímenes de lesa humanidad.

“Yo tengo uno de mis hijos detenido y desaparecido desde el 15 de abril de 1977 hasta estos días. No sé qué pasó con él, de a poquito se va buscando la verdad”. Su hijo Carlos Gustavo, de 24 años, fue detenido, secuestrado y desaparecido cerca de aquí, en la estación de Castelar, por las Fuerzas Armadas. A partir de ese trágico suceso, cuando tenía 47 años, la vida de Nora Cortiñas cambió rotundamente. Desde entonces, junto a las Madres de la Plaza de Mayo, no ha parado de luchar contra la impunidad de los crímenes del terrorismo de Estado, resistiendo frente al silencio y el olvido. “Nosotras empezamos a ir a la Plaza de Mayo el 30 de abril de 1977”, rememora, “éramos 14 madres y costaba mucho juntar a 14 madres, porque había terror. Porque el terrorismo de Estado es para eso: vienen terroristas, se meten en los hogares y meten miedo. Entonces ir a la plaza era arriesgarse. Pero se habían llevado a nuestros hijos, no había duda. Queríamos ir a denunciar en un lugar abierto, que nos viera todo el mundo. Empezó ahí y fue creciendo la cantidad de madres a medida que creció la represión. Cada jueves éramos más y más. También las madres que nos juntábamos en los tribunales cuando íbamos a hacer los trámites. Así se hizo un movimiento que llegó a tener centenares de madres”. Desde ese momento se convirtieron en las Madres de los 30.000 desaparecidos, ya no pedían por sus hijos, sino que exigían verdad y justicia por todos los desaparecidos. En su devenir como colectivo tuvieron “diferencias”, que derivaron en la bifurcación de la organización en 1986 en Asociación Madres de Plaza de Mayo y Madres de Plaza de Mayo-Línea Fundadora, pero nunca cejaron. “En todas las provincias hay grupos de madres. Ahora somos pocas, porque estamos llegando a los 100 años, todas tenemos 90 y pico. Muchas madres están enfermas y otras ya no quieren ir a la plaza porque están cansadas, tienen dolores, enfermedades. Así que ahora somos tres o cuatro madres que vamos los jueves. Pero estamos activas para ir a todos los actos que hay”.  ¿Y tú cómo estás de salud, Norita? Le preguntamos. “Escacharrada”, nos contesta sin perder la sonrisa, “tengo diabetes, una hernia hiatal que me jode el estómago, problemas en los huesos por todos lados. Los tengo viejos, los huesos. Así que tengo que tomar pastillas para esto, pastillas para lo otro, pastillas que están bien empastilladas”, continúa haciendo broma y chiste de sus dolores. “Pero bueno, no me puedo quejar porque estuve paralítica, imposibilitada de caminar, con silla de ruedas. Recién hace poco dejé la silla de ruedas y la llevo a la plaza o si hay que recorrer mucho para no hacer el esfuerzo”.

Nora recuerda que padeció dos ictus hace unos meses que la dejaron postrada y sin memoria. Su determinación y ganas de vivir le han devuelto la lucidez y la fuerza. “Estoy de emoción en emoción”, contesta con gran entusiasmo, como si fuera una adolescente y no una venerable anciana. “El viernes fui a presentar mi libro, había mucha gente y todos lloraban. El libro no es para llorar”, me advierte, “pero uno se puso a contar una anécdota que había vivido conmigo, se emocionó y acabaron todos llorando”. Y sigue hablando de la biografía de Gerardo Szalkowicz que tanto le gusta. “Yo lo había leído cuando lo hicimos y después lo presenté varias veces, pero tuve un ictus y estuve sin memoria y tuve un montón de problemas personales que me produjo la enfermedad. Y me dije, voy a volver a leerlo porque quiero saber si el libro me refresca la memoria. Y sí, efectivamente, me la refresca. Todo lo que yo conté, lo viví y está en el libro. El autor, que es un pibe joven, se reía porque le digo ‘yo tuve que leer el libro otra vez para saber si me acordaba de las cosas que dice’. No es un libro para leer rápidamente y cerrarlo y ponerlo en la biblioteca, es para leer despacio y, tras algunas páginas, tenés que volver atrás un poco para rememorar lo que leíste para que no te olvides. Resulta que yo necesité hacer eso. Le digo a la gente que ese libro no tiene nada inventado y que eso lo vivimos”, concluye con orgullo.

– ¿Alguna vez tuviste miedo? 

– Personalmente cuando se llevaron a Azucena Villaflor y el grupo de madres de una iglesia donde se reunían. El siguiente jueves ir a la plaza daba miedo. Porque se habían llevado a esas madres que habían desaparecido, y siguen desaparecidas hasta hoy.
Nora Cortiñas, durante una de las concentraciones en la plaza de Mayo. / E. M.

Nora se refiere a los hechos acontecidos en diciembre de 1977, cuando doce integrantes de un grupo de personas que se reunían en una iglesia para organizar la búsqueda de los desaparecidos fueron secuestrados y asesinados por la Marina. Entre ellos se encontraban algunas Madres de Plaza de Mayo, dos religiosas francesas y varios militantes políticos. Azucena Villaflor fue una de las fundadoras de las Madres de la Plaza de Mayo, su cuerpo fue arrojado al mar y las corrientes lo arrastraron a la costa. La enterraron en el cementerio sin identidad, hasta que en 2005 el Equipo Argentino de Antropología Forense la identificó. Sus cenizas fueron enterradas en la plaza donde tanto luchó. “Desde entonces cada vez que hay acto o una movilización, allá vamos”, dice Nora enlazando la memoria con la urgencia de las luchas actuales, “como esta semana que hay una movilización que el Gobierno ha prometido reprimir. Aunque hay un llamado de atención de Naciones Unidas diciendo que las marchas no pueden estar prohibidas, y además en Argentina están garantizadas en la Constitución. Entonces no nos pueden reprimir”.

– Ahora que estamos hablando de la situación actual, ¿qué desafíos tenemos con respecto a la búsqueda de memoria, justicia y verdad?

Para poder saber dónde están los desaparecidos es básico que se abran todos los archivos que no están abiertos

– Es imperioso encontrar y abrir los archivos. Para poder saber dónde están los desaparecidos es básico que se abran todos los archivos que no están abiertos. Hay archivos secretos que sabemos que existen. Toda la verdad es lo que queremos: a dónde se llevaron a los desaparecidos, a quiénes asesinaron, cómo, dónde, cuándo… Sabemos que eso, con este Gobierno, será difícil, porque ahora hay ministras negacionistas o familiares de genocidas. Con otros gobiernos se pudo adelantar algo, pero con este no sabemos qué va a pasar. Costó mucho meter presos a los genocidas, así que vamos a pelear para que no haya indultos. Con este Gobierno estamos en riesgo de que una mañana se levanten y digan “firmamos el indulto”. Tenemos que pelear muchas cosas que ellos quieren hacer dentro del negacionismo y no se lo vamos a permitir. Hay 30.000 desaparecidos; las cifras son nuestras, no son de ellos. Ellos dicen que no hay 30.000, bueno, que comprueben dónde están, quiénes son y que digan las cifras de la gente que tienen, de la gente que mataron y la gente que sigue desaparecida. Todo tienen que comprobarlo ellos también para cambiar las cifras. No va a ser fácil, va a ser una pelea seria.

– Estamos muy preocupadas con los ajustes económicos que van a hacer. ¿Cómo hemos llegado hasta aquí?  

– ¿Que por qué Argentina se volvió facha de pronto? Argentina tuvo siempre una parte de su sociedad que era fascista, pero este Milei estuvo en Estados Unidos y trajo mucha plata, todo el trabajo que él hizo es recorrer y poner platita en programas de televisión y mentalizar a los jóvenes haciéndose el loco simpático para atraer a los chicos, pero eso sin plata no se hubiera logrado. La desaparición y el terrorismo de Estado vienen a un país para atemorizar. Ahora estos quieren amenazar con las medidas del DNU que tomaron, pero el pueblo está escaldado de esa política de intimidación y les costará. Vamos a ser miles y miles en la calle, arriesgándonos.

Nora se refiere al Decreto de Necesidad y Urgencia (DNU) que entró en vigor a principio de año, una controvertida medida que desregula la economía con la modificación y derogación de decenas de leyes.

La casa de Nora Cortiñas está llena de fotos, objetos y recuerdos; como un pequeño museo de sus innumerables viajes. Porque su vida es también testimonio y ejemplo de compromiso y entrega con las causas populares. En cualquier rincón del mundo en el que se cometiera una injusticia contra los más desfavorecidos, allá iba la Nora internacionalista, cruzando fronteras para alzar su grito de justicia. Kurdistán, Palestina, el País Vasco, las fosas franquistas o cualquier rincón de América Latina. “Los derechos humanos tienen que ser independientes de lo que son los gobiernos y los partidos políticos”, dice. “Creo que la justicia ante los crímenes de lesa humanidad es parte de la vivencia, de la historia de los países. Para tener el orgullo de que son realmente humanos si permiten que los culpables sean condenados como corresponde. La justicia y la verdad en todos los países tienen que ser el principal tema de la historia”.

Hablamos de la impunidad que reina en el Estado español con respecto a los crímenes del franquismo y de la querella internacional por crímenes de lesa humanidad que un grupo de abogados están llevando a cabo a través de un juzgado argentino. “Cuando España estaba bajo la dictadura franquista ocurrieron hechos horrorosos, agravados porque durante muchos años las víctimas quedaron sepultadas en fosas sin identificar o en las cunetas, y acá en Argentina sufríamos mucho por eso. Las madres nos pusimos contentas cuando por fin se abrió la posibilidad de que se pudieran iniciar juicios a los graves delitos de lesa humanidad del franquismo, pensamos que por fin iba a actuar la justicia”. Nora conoce bien a la jueza Servini. “Durante la dictadura fue con nosotras un tanto difícil porque estaba casada con un milico, aunque ahora está separada. Cuando a ella le tocó por sorteo juzgar los crímenes del franquismo y no se negó, sino que llevó adelante la querella, nos alegramos mucho por la posibilidad de que por fin esos crímenes se pudieran juzgar”.

La justicia y la verdad en todos los países tienen que ser el principal tema de la historia

A Nora hablar de las fosas de España le lleva a recordar otra fosa, y así va enlazando historias. “Cuando estuve en Japón fui a un cementerio con una fosa donde tiraban a las geishas, que son las mujeres que servían a los varones. Esas mujeres tenían un barrio para vivir y después que terminó la guerra las hacían matar, que se suicidaran en ese foso, para que ya no pudieran contar esas historias. Terrible, qué cruel, ¿no? Porque primero las vistieron y las adornaron para que entretuvieran a los soldados y después, como había sido una vergüenza, las arrojaban al foso. A Japón fui invitada por esas mujeres sobrevivientes que han podido hacer justicia, ojalá ustedes hagan justicia también en España”.

En este recorrido, Nora adquirió un sentido más amplio de los derechos humanos. Sigue con el reclamo histórico de memoria, verdad y justicia de las Madres, pero también piensa en el medioambiente, las luchas obreras, los indígenas, la autodeterminación de los pueblos, la justicia social, la denuncia del gatillo fácil y cualquier reivindicación solidaria y contra la injusticia que la interpele. En nuestra charla tiene un momento para reivindicar la figura de Milagro Sala, la dirigente social líder de Tupac Amaru, detenida en enero de 2016 y a la que han ido construyendo acusaciones con el fin de disciplinarla a ella y a su organización. “Milagros Sala es una campesina indígena que está presa del Gobierno de la provincia de Jujuy”, resume Norita, “el anterior presidente Fernández podría haberla liberado y no lo hizo. Quisieron que ella sufriera porque era valiente y muy emprendedora. La prisión de Milagro Sala es una vendetta de los hombres porque ella hizo tanto en la ciudad de una provincia que era muy pobre. Por eso los hombres la castigan, para que ninguna mujer quiera hacer lo que hizo ella”.

Norita se ha convertido en una suerte de rockstar de cualquier evento feminista o reivindicación LGTBI. Estuvo en todas las marchas por la despenalización del aborto, uniendo el grito de ¡Nunca más! al ¡Ni una menos!, levantando oleadas de cariño y pasión. “Yo no era feminista, pero después salí a las calles, conocí a las compañeras y me empujaron”, se sincera. “Desde el momento que salimos de casa, las madres fuimos las primeras feministas porque enfrentamos a los milicos, a los varones y a los curas. Digo yo que era feminista sin darme cuenta. Yo era un ama de casa conservadora, de estar adentro de mi casa. Salir a la calle y caminar con las mujeres en todos los lugares, en todos los ámbitos, me ha hecho entender cosas que si no estás en la calle no las aprendes. También estudié Psicología Social, que me vino muy bien”.

“En los barrios pobres las que tienen logros son las mujeres que salen a pelear todos los días por tener luz, agua y los servicios básicos”. ¿Y por qué?, se pregunta. “Porque tenemos una fortaleza dentro que no la tienen los hombres, una fortaleza espiritual que hace que empieces algo y lo sigas hasta que se consigue. Recién ahora, que se empezó a hacer el día de la mujer, ni una menos y todas esas luchas, que nos pusimos en el primer plano”.

– Toda una vida dedicada a la lucha y a la memoria ¿Es una buena vida?

Este Gobierno de Milei es un Gobierno del negacionismo y de la violencia y no se lo vamos a permitir

– Una vida de corridas, de persecuciones, de todo. Por eso cuando me dicen “tenés que elegir a dónde vas”, no se puede elegir, porque en todos lados donde saben que voy, me esperan. No puedo decir “hoy me quedo en mi casa”. Ahora trato de estar en un acto por día nada más, aunque igual no cumplo. Me escapo un poco. Cuando hay algo especial para presentar estamos todos los movimientos unidos, ahora para enfrentar a este Gobierno nos vamos a juntar con Adolfo Pérez Esquivel para ir a pedir una entrevista todos juntos al presidente. Porque este Gobierno de Milei es un Gobierno del negacionismo y de la violencia y no se lo vamos a permitir. Para eso tenemos que estar todos juntos, para recordarle que hay un consenso social, unas leyes y convenios internacionales.

El coche que llevará a Nora al próximo acto ya la espera en la puerta, le digo que me falta hacerle unas fotos y se pone el pañuelo blanco sobre la cabeza, con destreza, sin necesidad de mirarse en el espejo, se cuelga la foto de su hijo Carlos al cuello y envuelve su muñeca con un pañuelo verde, símbolo de la lucha por el derecho al aborto. Mientras le fotografío aún tiene tiempo para lanzar un mensaje a los jóvenes. “A los pibes les diría que trabajen por los derechos humanos, que averigüen cuáles son los derechos humanos que tienen que defender, que hay una Constitución en el país que hay que cumplirla y que hay que proteger al pueblo. Que, si algún día gobiernan, tienen que apoyar al pueblo. Que no está mal militar en un partido político, pero hay que saber qué hace el partido por los pobres, qué hace porque coma todo el pueblo. Que es primordial que todo el pueblo tenga bienestar y el bienestar es tener trabajo, tener un sueldo correcto y que toda la gente reciba todos los beneficios de los servicios y el confort para vivir con dignidad”. Y así, con estas premisas tan claras para todas y todos, nos subimos al coche que lleva a Nora al siguiente acto, la siguiente marcha o el próximo viaje.

Tomado de Diario Contexto / Foto de portada: E.M.

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