Víctor Kot, in memoriam
Por Atilio Borón
Dolor interminable provoca la partida física de Víctor Kot. Se nos fue un hombre ejemplar, que dedicó toda su vida a la más noble causa de la humanidad: la construcción de una sociedad comunista, en donde hombres y mujeres por igual se liberen de las milenarias cadenas de la explotación y sean, como lo planteara Marx, por primera vez, auténticamente libres y dueños de su destino.
Víctor trabajó en pos de ese ideal desde su temprana adolescencia. Comunista por su proyecto político, comunista por su ética en la vida cotidiana, comunista por su coherencia, tuvo la infrecuente capacidad de saber encontrar el rumbo de la liberación de nuestros pueblos en los enrevesados y traicioneros territorios de la política práctica. Dueño de una notable bonhomía, jamás hizo ostentación alguna de cargos y jerarquías. Llano, abierto, modesto pese a su enorme trayectoria, me honró por años con su amistad y me compartió sin egoísmos las enseñanzas de su frondoso acervo de experiencias políticas. Su brújula política lo ubicó exactamente donde había que estar: en la defensa de la Revolución Cubana, la Revolución Bolivariana, la interminable batalla de Nicaragua para no caer, una vez más, avasallada por el imperio, apoyando a los gobiernos progresistas de la región en su titánica lucha para vencer los ataques del imperio y así en todas las coyunturas críticas que jalonan la vida de Latinoamérica y también la de los pueblos del Sur Global.
Físicamente ya no estará entre nosotros, y quiso el azar, o el destino, que emprendiera vuelo exactamente cien años después que lo hiciera quien fuera su tutor de toda la vida: Lenin. Notable coincidencia la que hermana a nuestro difunto Secretario General con el más grande líder comunista de la humanidad, que desde Rusia partió en dos la historia universal. No encuentro palabras adecuadas para transmitir adecuadamente el significado profundo de esta notable sincronía. ¡Hasta la victoria siempre, camarada Víctor! El Partido y los comunistas de Nuestra América sabremos honrar tu memoria.
Tomado del Blog de Atilio