El Robo de tierras mexicanas por Estados Unidos
Por Hedelberto López Blanch* / Colaboración Especial para Resumen Latinoamericano.
El presidente de México, Andrés Manuel López Obrador (AMLO) ante las medidas discriminatorias contra los inmigrantes que trata de imponer el gobernador estadounidense de Texas, Greg Abbott, le recordó sin tapujos que se recordara que Texas era de México.
El paquete de medidas anunciadas por el republicano Abbott, conocidas como SB4, permite a las autoridades preguntar a cualquier persona sobre su situación migratoria en cualquier parte del Estado y abre la puerta para expulsar a quien no tenga papeles para demostrar su permanencia.
AMLO rechazó la legislación y la catalogó como la más dura que se ha aprobado en décadas en Estados Unidos, prevista para entrar en vigor a partir de marzo próximo.
El presidente mexicano calificó el nuevo embate de Abbott, a quien llamó “malo de malolandia” y “señor de malas entrañas”, como una medida “inhumana y politiquera” porque quiere aspirar a la vicepresidencia de la nación.
Seguidamente, durante su diaria conferencia de prensa, puntualizó que al gobernador texano “se le olvida que Texas era de México” y que “hay más de 40 millones de mexicanos en Estados Unidos”.
Refresquemos la historia
En 1821 México se independizó de España y Texas pasó a ser parte de la nación latinoamericana. En 1824, el Gobierno central en la Ciudad de México comenzó a dividir el territorio en provincias, formó el Estado de “Coahuila y Tejas” y permitió el establecimiento de colonos extranjeros.
Coahuila y Texas fue uno de los 19 estados mexicanos durante la Primera República Federal. Comprendía aproximadamente el territorio del actual estado de Coahuila (México) y una parte importante del territorio de Texas (hoy de Estados Unidos). El Estado tuvo dos capitales: Saltillo y Monclova.
Para 1844 Estados Unidos tenía un fuerte interés en anexarse la República de Texas, por lo que emprendió un proceso en el Congreso estadounidense, con la iniciativa del presidente James K. Polk quien llegó con la intención de que ese territorio formara parte de su país.
La anexión de Texas en 1845, que México nunca reconoció, abrió el mayor conflicto en la historia de los dos países.
Estados Unidos estaba vinculado al mercado inglés. El sur de esta nación producía algodón que era absorbido por la industria textil inglesa, motivo por el que Estados Unidos tenía especial interés en dominar la Louisiana y Texas. La guerra de intervención tuvo como objetivo expandir el territorio de la Unión Americana.
La invasión estadounidense comenzó en 1846 y terminó en 1848 con la derrota nacional y la pérdida de grandes extensiones al norte del río Bravo.
Tras la derrota, México firmó el oprobioso y antijurídico Tratado de Guadalupe Hidalgo de 2 de febrero de 1848, por el que se perdió más de la mitad del territorio nacional. El Tratado, ratificado el 30 de mayo de 1848, estableció que México cedería la mitad de su territorio: la totalidad de lo que hoy son los estados de California, Nevada, Utah, Nuevo México, Texas, Colorado, Arizona y partes de Wyoming, Kansas y Oklahoma, o sea, el 55 % del territorio mexicano.
La cesión de esas tierras fue una condición para el final de la guerra, cuando las tropas estadounidenses ocuparon la Ciudad de México. Estados Unidos pagó 15 millones de dólares como indemnización, que era la mitad de lo que habían ofrecido con intenciones de comprarla antes de la guerra.
Esta es una de las tristes historias que han sufrido los países latinoamericanos por las ambiciones imperiales de Estados Unidos.
Otra vez, con la valentía y la dignidad que le caracterizan el presidente Andrés Manuel López Obrador se la recordó al ultraderechista gobernador de Texas Greg Abbott y le ratificó: “señor de malas entrañas”… “hay más de 40 millones de mexicanos en Estados Unidos”.
(*) Periodista cubano. Escribe para el diario Juventud Rebelde y el semanario Opciones. Es el autor de “La Emigración cubana en Estados Unidos”, “Historias Secretas de Médicos Cubanos en África” y “Miami, dinero sucio”, entre otros.
Ilustración de portada: Adán Iglesias Toledo.
Pingback: La Pluma