Golpe blando en Santiago de Cuba, el mismo libreto, los mismos objetivos, igual fracaso
Por Raúl Antonio Capote * / Colaboración Especial para Resumen Latinoamericano.
Las imágenes no mienten, aunque hoy las nuevas tecnologías, sobre todo la inteligencia artificial (IA), son capaces de falsear la realidad. Las fotografías y videos que llegan desde diversos lugares del planeta, donde se han perpetrado las llamadas «protestas pacíficas», “marchas opositoras”, “plantones”, “tranques” etc., parecen copias perfectas unas de las otras.
En Irán, Ucrania, Venezuela, Nicaragua, Bolivia, etc., se repiten las antorchas humanas, las “guayas” tendidas en las barricadas (alambres de acero que se tienden de un lado al otro de la calle), los «miguelitos» (artificios caseros hechos con clavos y trozos de manguera o tubo que arrojan a las calles para desinflar los neumáticos de motocicletas y automóviles), los “activistas pacíficos”armados de mazas de madera, tirapiedras, bazucas artesanales, cocteles molotov, decenas de armas artesanales.
Las mismas armas caseras, vestimenta similar, carteles, pintadas, extrema violencia, el libreto es el mismo, la misma mano mueve los hilos.
Grupos criminales movilizados mediante pago, adolescentes y jóvenes de familias disfuncionales, mal atendidos, desertores escolares captados a través de las redes sociales, niñatos en busca de aventura, agrupados mediante grupos en WhatsApp y Facebook, seguidores de determinados influencers, incitados por bien camuflados agentes de la contrarrevolución, dirigidos por la embajada yanqui o desde el exterior, sobre todo desde Miami, actúan en las calles contra objetivos prefijados, su objetivo,generar el caos.
Saquean tiendas, incendian instituciones, agreden a las fuerzas de seguridad, golpean, matan, destruyen, siembran el terror.
Mientras, los grandes medios, articulados con las redes sociales, construyen una narrativa del desorden, de la violación de los derechos humanos, de la criminalidad de las fuerzas de seguridad, de la ilegitimidad de los gobiernos víctimas del ataque, etc.
Por otro lado, se desata una fuerte campaña diplomática para condenar a los gobiernos y defender a los “opositores”.
Cuba experimentó la violencia de esta estrategia en el verano del 2021 con elementos y variables muy similares. En medio de una situación económica difícil, incluida la pandemia de la COVID-19, aprovechada por el gobierno de EE. UU. para intensificar el bloqueo económico, comercial y financiero, ocurrieron protestas alentadas desde el exterior. Apagones, problemas con el transporte, escasez de productos básicos, fuerte campaña en los medios digitales y redes sociales, llevaron a las personas a un estado cercano al shock.
La desesperación sabiamente manejada, el estado de shock, provoca que la gente actúe de manera irracional, basta una chispa y se puede provocar un incendio imparable.
En Cuba ocurrieron protestas el 11 de julio, ni tan grandes ni tan intensas como las presentaron los grandes medios y las redes sociales, pero fue una realidad aprovechada por los servicios especiales estadounidenses para imponer su agenda de «golpe suave».
Grupos pequeños de activistas contrarrevolucionarios guardaban la distancia y dirigían, daban órdenes por los celulares a los muchachos, algunos de ellos adolescentes, a los que instruían y mandaban a destruir autos, atacar a la policía, romper vidrieras, lanzar piedras y cocteles molotov.
Eso sí, fue evidente, porque ni siquiera se escondieron para hacerlo, que los principales «líderes» del golpe estaban en Miami.
Intentaron, como parte de la estrategia de golpe suave, organizar tranques de calles, tender alambres de acero y quemar gomas de auto, no lo lograron.
La acción oportuna del pueblo revolucionario impidió que las acciones programadas para lograr un estado de violencia extrema, que llevara a una situación de ingobernabilidad, tuvieran éxito, solo hay que recordar los llamados constantes de la contrarrevolución a la desobediencia civil, a la barbarie, pero sobre todo a la intervención militar estadounidense.
En días recientes repitieron la intentona, Santiago de Cuba fue el epicentro, escogieron un barrio humilde, no por gusto, para “calentar” la calle. Buscaban, aprovechando las circunstancias difíciles que atraviesa el país, capitalizar el descontento y lanzar al pueblo contra la Revolución.
Los medios de comunicación, sobre todo las redes sociales, se encargaron de construir el relato de “desesperación”, de la oposición al “régimen”, del desencanto y la violencia, querían ver correr la sangre.
Desestabilizar el país, generar el caos, focalizar las protestas para construir una falsa realidad de lo que ocurre en Cuba, y, sobre todo, fabricar el pretexto para la “ayuda humanitaria”, ya sabemos cuál, traída en la punta de los misiles y en las bayonetas de los marines, expresada en ciudades destruidas, en miles de muertos y la pérdida absoluta de la libertad y la soberanía.
(*) Escritor, profesor, investigador y periodista cubano. Es autor de “Juego de Iluminaciones”, “El caballero ilustrado”, “El adversario”, “Enemigo” y “La guerra que se nos hace”.
Foto de portada: Getty Images.