Batalla electoral-Contienda digital
Por Randy Alonso Falcón
En una disputa en la que los veteranos contendientes no consiguen la aprobación de las mayorías, la Inteligencia Artificial apunta a ser la verdadera estrella del show electoral estadounidense en este 2024.
Muy atrás quedaron los tiempos en los que la televisión era dueña y señora de la batalla electoral. De hecho, Donald Trump hasta se dio el lujo de no asistir a ningún debate electoral televisivo entre los precandidatos republicanos; y, pese a eso, ganar arrolladoramente las primarias del partido del elefante.
Barack Obama, con su campaña del 2008, abrió la era de la mercadotecnia política digital o de la Política 2.0. Por primera vez, un candidato presidencial en Estados Unidos recaudó más dinero por las colectas digitales de pequeñas donaciones que por la contribución de los grandes donantes. A golpe de mensajes cortos para móviles, correos y boletines electrónicos, el abogado de Chicago recaudó millonarios fondos y movilizó a los votantes necesarios para convertirse en el primer presidente negro de esa nación.
Su equipo de campaña hizo uso de las nuevas tecnologías de la comunicación y la información con el fin de transmitir mensajes directos, personalizados y segmentados a potenciales votantes como son los jóvenes entre los 18 y 24 años y hacerlos parte del proceso electoral vinculándolos y teniendo en cuenta sus hábitos de consumo y lenguaje
El despliegue y estrategia de Obama en Internet se centró en sus sitios BarackObama.com, perfiles de Facebook, Twitter y MySpace, los canales de video de You Tube y el propio Barack TV, dentro del portal BarackObama.com, el sitio wap Obama Mobile, en wikipedia y en el blog BarackObama.com.
Analizando la cultura digital y el poder, el Dr. Ramón Zallo (2011) planteaba que “la dominación política moderna es impensable ya sin la mediación técnica, productiva o institucional, en un doble proceso de politización tecnológica y de tecnificación de la política”.
En el 2016, ya en la era plena de las redes sociales digitales y de la llamada posverdad, Donald Trump se sorprendió hasta a sí mismo ganando la carrera por la Casa Blanca a una Hillary Clinton que le sacó 3 millones de votos de ventaja.
En una valoración sobre los resultados electorales de 2016 en Estados Unidos, la profesora de Relaciones Públicas de la Universidad de Hofstra, Kara Alaimo, señaló que el uso estratégico por Donald Trump de las redes sociales lo impulsó hacia la presidencia. Trump conquistó cuatro millones de seguidores más en Twitter que Hillary Clinton y la superó en cinco millones en Facebook.
Tal despliegue en las redes sociales digitales –apunta la académica-, le permitió eludir en buena parte el debate político y a las tradicionales fact checkers (reporteros y moderadores de los debates), utilizar o aprovechar la difusión de falsas noticias sobre la oponente y el profundo sesgo ideológico o “burbuja de filtro” que se experimenta en las redes. Donald Trump se convirtió en “la persona de la que más se habló en el planeta”.
Vital fue su triunfo en los estados claves a base de microcampañas digitales -plagadas de fake news, manipulación y narrativas emotivas y conspiranoicas-, dirigidas sobre sectores decisivos e indecisos, a partir de la enorme base de datos personales que Cambridge Analitycs le sacó a Facebook de su milmillonaria arca de usuarios de la red social.
La empresa británica, a través de la big data, logró inferir perfiles psicológicos de millones de estadounidenses y determinar cuál debía ser el contenido, tema y tono de un mensaje para cambiar la forma de pensar de los votantes de forma casi individualizada.
Pero no solo envió publicidad personalizada, sino que desarrolló noticias falsas que luego replicó a través de redes sociales, blogs y medios creados para la ocasión, haciendo dudar del discurso establecido y de la narrativa de los medios tradicionales. La desinformación patentó su poder político.
“Hoy en día afrontamos una clase más siniestra de perplejidad, derivada de unas distorsiones del lenguaje público que se entienden desde hace millares de años pero que, en la actualidad, a la velocidad que permiten las alas digitales, cruzan volando nuestras sociedades. En un mundo en el que no se sabe a quién creer, el fanfarrón y el mentiroso pueden resultar tan convincentes como el que más”, valoraría lo acontecido en aquella pugna electoral el presidente de The New York Times, Mark Thompson .
Aquello fue un escándalo mayúsculo y hasta llegó a los tribunales y el Congreso estadounidense, pero Trump se instaló cómodamente en la Casa Blanca por cuatro años y por poco hay que sacarlo a la fuerza de la mansión presidencial.
Tras ese periodo apoteósico y su dura campaña electoral contra Joe Biden en 2020, Trump movilizó a sus bases a través de las redes sociales con el relato manipulador de que le habían robado las elecciones y por poco ejecuta el primer Golpe de Estado en la historia de aquel país.
Con la llegada de la Inteligencia Artificial y su acelerado despliegue en 2023, la actual disputa electoral de Estados Unidos, comienza a estar marcada por la nueva tecnología.
No se sabe todavía cuan profundo es el calado de la IA en las estrategias electorales, pero ya se empiezan a conocer detalles de su uso. La evidencia más reciente en la denuncia de que los partidarios de Trump han distribuido profusamente en el espacio digital imágenes creadas con inteligencia artificial en las que se ve al magnate inmobiliario rodeado de afroamericanos en actitud sonriente y de simpatía.
Para el exmandatario, restarle votos negros a la mayoritaria base que el Partido Demócrata tiene en ese sector, sería un propósito estratégico de cara a la contienda de noviembre.
Uno de los creadores y difusores de estas imágenes es el locutor radial conservador de Florida Mark Kaye, furibundo seguidor de Trump y con más de un millón de seguidores en Facebook. Kaye había sido despedido de su espacio radial por Cox Media Group
Además de las fotos manipuladas con IA, se han identificado videos deep fake, audios manipulados y llamadas telefónicas falsas. En un ecosistema comunicacional lleno de desinformación y dudas pueden ser elementos influyentes para inclinar la balanza en una de las elecciones más controversiales de este siglo.
Dos días antes de las primarias republicanas de New Hampshire, el pasado enero, fue difundida en las redes una llamada automática falsa con la voz manipulada de Joe Biden llamando a no votar en esa contienda pues quien lo hiciera no podría votar después nuevamente en la cita de noviembre.
Se ha identificado que dos compañías de Texas fueron las que generaron y difundieron el bulo generado con inteligencia artificial.
“Casi todas las democracias están bajo estrés, sin tomar en cuenta la tecnología”, dijo Darrell West, investigador sénior del Instituto Brookings a The New York Times. “Cuando a eso le sumas la desinformación, simplemente se crean muchas oportunidades para causar problemas”. Según West, es una “tormenta perfecta de desinformación”.
Jocelyn Benson, secretaria de Estado de Míchigan, le escribió al senador Chuck Schumer, demócrata por Nueva York y líder de la mayoría, diciendo que “el contenido generado por IA puede potenciar la credibilidad de la desinformación altamente localizada”.
“Es probable que un puñado de estados —y determinados distritos dentro de esos estados— decidan la presidencia”, señaló en su misiva. “Aquellos que buscan influir en los resultados o sembrar el caos podrían recurrir a las herramientas de IA para engañar a los votantes sobre los tiempos de espera, cierres o incluso violencia en lugares de votación específicos”.
El show electoral estadounidense está en pleno apogeo, con sus dos candidatos prácticamente decididos en un magro remake de cuatro años atrás. Poco nuevo o atractivo pueden ofrecer los contendientes; pero la Inteligencia Artificial puede hacer el trabajo de motivar, confundir o revolcar a los espectadores (electores) del espectáculo político cuatrienal en el imperio.
Tomado de Cubadebate