Cuba

A partir de Girón todos los pueblos de América fueron un poco más libres

Por Coronel ® Nelson Domínguez Morera (NOEL) *.

La primera derrota militar de Estados Unidos en Latinoamérica (1), más de medio siglo después de acontecida, se agranda en el tiempo haciendo valedera la histórica frase del Jefe de la Revolución Cubana pronunciada en el acto por el XV Aniversario de la Victoria de Girón el 19 de Abril de 1976.

El triunfo en Playa Girón en Abril de 1961 sobre esa aventura bélica sentó un precedente que contribuyó también a profundizar las aspiraciones de los pueblos de África para emanciparse de sus colonizadores; impulsó los ideales que condujeron al triunfo Sandinista en Nicaragua y de otras naciones latinoamericanas de quitarse de encima las tiranías militares.

El camino de total independencia y soberanía seguido por Cuba estimuló los procesos progresistas antiimperialistas y nacionalistas surgidos durante los 63 años ya transitados, que se vivieron en otros países en América Latina como Venezuela, Bolivia, Ecuador, Nicaragua, Argentina, Paraguay, Uruguay y Brasil, para mencionar solo los más trascendentes de entonces, algunos aún hoy con plena vigencia.

En un escenario marcado en aquellos inicios por el incipiente bloqueo político, económico y financiero, la lucha contra bandidos en el Escambray, los sabotajes instrumentados por la Operación Pluto de la CIA y la Campaña de la Alfabetización se gestó el triunfo sobre la invasión mercenaria en Playa Girón.

Transcurría entonces la segunda quincena de Abril de 1961 y ante la inminencia de la agresión mercenaria, anticipada por los bombardeos contra los aeropuertos de la capital y de Santiago de Cuba, el Comandante en Jefe  Fidel Castro proclamó el carácter socialista de la Revolución Cubana. 

Lo hizo durante el acto de honras fúnebres a las víctimas del artero ataque aéreo, entre ellas el joven Eduardo García Delgado, quien escribió con su sangre sobre una pared a su alcance donde yacía mortalmente herido el nombre de Fidel, con  la convicción del que da la vida en  la confianza de que sus ideales nunca serán traicionados.

…” (2) El hombre que aclamó a Fidel Castro en su recorrido triunfal por casi toda la Isla, durante los primeros días de enero de 1959”…, cita el General de Brigada ® José Ramón Fernández Álvarez  Jefe de Operaciones de la contienda de Girón y uno de sus principales Héroes,… “es el que ya convencido de la causa, fusil en mano, el 17 de abril de 1961, está decidido a resistir y vencer la agresión norteamericana. En ese corto período de tiempo, la obra revolucionaria y en especial, la prédica de Fidel, calaron hondo en los sentimientos del cubano”…

” Los mercenarios venían bien organizados,” continua la cita,… “bien armados, con un buen apoyo, pero les faltó la razón, la justeza de la causa que defendían. Por ello no combatieron con el ardor, el valor, la firmeza, el denuedo y el espíritu de victoria con que lo hicieron las fuerzas revolucionarias. De aquí, lo sorprendente del alcance del triunfo del pueblo cubano, como seguramente sorprendió al gobierno de los Estados Unidos, que esperaba otros resultados. Y eso sólo se explica por el coraje de un pueblo que vio en el triunfo del 1ro de enero la posibilidad real de dirigir sus propios destinos, razón por la cual vistió con orgullo la camisa  azul de mezclilla, la boina verde olivo y se dispuso a combatir con la certeza de que “no pasarán”.

Inspirados en esa misma convicción, y por solo citar un ejemplo vivido, el siguiente relato da fe de algunos de aquellos desgarradores acontecimientos experimentados por los valerosos milicianos de la Batería de Morteros del Batallón 119, incorporados al Batallón 123 de las Milicias Nacionales Revolucionarías,: …

” (3) al pasar la caravana de autobuses en la que se dirigían a combatir por el  pueblo de Jagüey Grande, la población los vitoreó sin descanso… ¨Adelante, estamos ganando,  aquí no se rinde nadie, co…¨. Todos los milicianos respondieron desde dentro de los ómnibus. ¨Patria o Muerte, Venceremos¨. No obstante, observaban atentos cómo los vehículos de todo tipo que cruzaban en dirección contraria, cargaban cuerpos ensangrentados vestidos con uniformes de milicianos y en algunos casos  amontonados unos sobre otros,  señal de que ya eran cadáveres. Entonces internamente se preguntaron  ¿estaremos ganando en realidad?

No obstante, el entusiasmo no disminuyó. Ya en la carretera del central Australia a  Playa Larga, comentaban a viva voz…¨ somos los únicos combatientes que viajan  en autobús cayéndole atrás al invasor,…esto parece una película,… los vamos  a hacer mierda… Patria o Muerte.” La primera parada fue casi llegando a  Playa Larga. Aunque no lo  vieron físicamente, dado lo largo de la caravana de 24 vehículos, conocieron que  el Comandante en Jefe desde uno de los recién estrenados tanques,  disparaba cañonazos al Houston. Esto provocó una estampida de alegría y satisfacción.  Fidel siempre en la primera trinchera lo cual los exaltó aún más, a pesar  de que las ambulancias improvisadas, atestadas de heridos y muertos, seguían pasando en dirección contraria hacia el hospital de Jagüey.

La imponente caravana de vehículos reinició su lenta marcha, dobló izquierda en  Playa Larga y continuó por el arenoso terraplén hacia la playa siguiente: Girón. Iban embelesados mirando el Houston arder y haciendo bromas hasta que en una curva… dos aviones B-26 picaron sobre el convoy que transitaba desprovisto del necesario apoyo antiaéreo, que la premura o la inexperiencia no alcanzó a incorporar.

Echaron una mirada al primer avión y como estaba pintado con nuestras insignias, se sintieron transitoriamente aliviados. Esta sensación terminó bruscamente cuando el tirador de cola del aparato comenzó a escupir plomo de su calibre 50 contra los vehículos estancados en el camino de gravilla blanca.

Era el  bautizo de fuego. Todos indefensos, con armas ligeras que aunque ripostaban, resultaban insuficientes para enfrentar aquella vorágine de ametrallamientos sucesivos realizados por los vuelos de pases rasantes. Las piezas de los morteros habían quedado en los   autobuses, como también quedó Galarraga (Enrique  Galarraga Rodríguez), el espigado y alegre negro alfabetizador, quien no pudo abandonar el ómnibus e intentó guarecerse en el espacio entre el último escalón y la puerta trasera, que desgraciadamente se encontraba cerrada.

A Enrique Galarraga Rodríguez las primeras ráfagas lo alcanzaron, por lo que resultó herido. Posteriormente, cuando era trasladado hacia el hospital en una ambulancia,  esta fue atacada, a pesar de llevar visible la identificación de la Cruz Roja.  Un avión enemigo descargó sus ametralladoras contra el vehículo, lo cual le causó la muerte.  Fue el primero de los mártires de la batería.

 El resto de la desorganizada tropa, atrapada entre los arrecifes y el terraplén, totalmente a la descampada, solo atinaba a mirar al cielo y ver las lengüetas de fuego sobre ellos. Cuando pensaron que lo peor había pasado, comenzaron otras estridentes explosiones unidas a un abrasador impacto de calor sofocante. “¡Están bombardeando con napalm!¨ Se escuchó un gritó de alguien que no ocultaba el temor que sintió en aquel momento. Efectivamente, de los aviones se veían caer  unos bultos que sin un orden o dirección precisos, descendían rápidamente dando irregulares vueltas y al chocar con cualquier  superficie -ómnibus, arrecifes o peor aún, sobre  cuerpos humanos-, explotaban.  Su contenido se expandía de inmediato por metros que parecían leguas, diseminando a su alrededor un fuego brillante, potente y  gelatinoso.

Algunas de las víctimas alcanzadas por aquella sustancia,  envueltas por el fuego y desesperadas, corrieron hacia el mar cercano,  se hundieron en él para volver a salir  en idénticas condiciones: el cuerpo en llamas y lanzando terribles alaridos.  “¡Revuélcate, revuélcate en la arena!¨ Vociferaban los más ecuánimes, presumiendo de una experiencia, por demás, nunca antes conocida y sin embargo, solo así se lograban apagar  aquellas impresionantes antorchas humanas.

Al fin, hubo una pausa. El espectáculo era dantesco. Lo que hacía  unos momentos era una desafiante caravana de autobuses marca Leyland, ahora eran hierros  retorcidos y humeantes. Dentro o fuera de ellos, cadáveres carbonizados  emitían un tufo peculiar; había quejidos escalofriantes por doquier. Inicialmente, no encontraron  explicación para aquella tregua momentánea, solo  más tarde supieron que al final de la caravana de los ahora diezmados autobuses, se habían  incorporado los niños artilleros de las “cuatro bocas” que, desde los camiones transportadores de sus piezas, sin tiempo para emplazarlas, efectuaron fuego cerrado contra los B-26. De inmediato estos alzaron vuelo y se perdieron del escenario de tan desigual combate…

Tan aleccionador relato, asevera cuan difícil transcurrió el éxito finalmente logrado en solo menos de 72 horas contra un enemigo que no reparó en usar tan arteros y repudiados métodos para intentar sus propósitos – no olvidar la Elegía del Indio Naborí… “ (4) Nemesia vio caer muerta a su madre… vio un huracán de disparos agujereando los lirios de sus zapaticos blancos…” –  muy a pesar de lo cual fueron finalmente derrotados al atardecer del día 19 de Abril, aún después de que varios ‘destroyers’ norteamericanos se acercaran infructuosamente a las costas con el propósito de evacuar a sus mercenarios, lo que tampoco lograron  ante la decidida acción de los artilleros cubanos, obligándolos a poner pies en polvorosa y sin dar enfrentamiento, se retiraron abandonando a sus preteridos triunfadores .

Hoy a más de seis décadas de distancia, la frase del Comandante en Jefe cobra mayor vigor al comprobarse que no fue inútil el sacrificio y la entrega de los que en las arenas de Playa Girón lograron bajo la dirección de Fidel que: ” A partir de Girón, todos los pueblos de América fueron un poco más libres”.

Notas

(1)  Escritores de la valía de Eduardo Galeano atribuyen a las huestes de Augusto Cesar Sandino en Nicaragua en los años 30, la primera victoria militar sobre los invasores yanquis, solo que esta no llegó a feliz término por no consolidarse con su asesinato por parte de Anastasio Somoza.

(2)  Prólogo de José Ramón Fernández  al  libro “La batalla inevitable”

(3)  Capitulo del autor “Dos primo  hermanos en Girón” para libro en edición “50 Años de Girón” de Néstor García Iturbe

(4)  “Elegía de los zapaticos blancos” de Jesús Orta Ruiz,” El indio Naborí”

(*) Periodista de Prensa Latina  y Combatiente de Playa Girón.

Foto de portada: Fernando González / AP.

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