Presión total, para asfixiar a un pueblo (I)
Por José Luis Méndez Méndez */ Colaboración
Especial para Resumen Latinoamericano.
Durante todo el presente mandato demócrata en Estados Unidos, que este año culmina, ha continuado la política de máxima presión para asfixiar a un pueblo acostumbrado a resistir y vencer. Este gobierno incrementó el paquete heredado de su predecesor republicano y ha aplicado sus propias recetas para derrocar un sistema político, un proyecto social, que por más de seis décadas ha enfrentado el poder casi omnipotente de más de una docena de sus administraciones obcecadas en lograr el propósito esperado, han probado casi todo y el fracaso ha sido la respuesta de generaciones de patriotas cubanos.
Cuando la Nación y su diversa emigración emplean causes de entendimiento, que canalicen intereses y propósitos comunes, se incita al odio entre cubanos, se hace apología de la violencia, se estimula el terrorismo en sus diversas formas de aplicación.
El 30 de abril pasado se cumplieron cuatro años del artero y peligroso ataque de un terrorista, que en medio de la capital estadounidense disparó con total impunidad un fusil de asalto, con toda su carga letal contra la Embajada de Cuba, para causar pavor a sus funcionarios y dañar la instalación. Al terminar la agresión no escapó del lugar, lanzó el arma y espero tranquilo ser detenido por la omnipresente vigilancia policial, que no atinó, como de costumbre, evitar el ataque. Después de un mutismo oficial por años sobre el curso del inevitable proceso judicial contra el agresor, el pasado primero de mayo un juez de la Corte para el Distrito de Columbia de Estados Unidos determinó absolver al tirador Alexander Alazo Baró, de los pomposos cuatro cargos que pesaban contra él. El pretexto utilizado, para exonerarlo, fue “condiciones de demencia del perpetrador”. No se argumentó si sería internado en una instalación de salud hasta su esperada recuperación de la salud mental.
Era de esperar, no obstante el comportamiento racional del atacante, quien demostró habilidades para disparar de manera constante y certera, lo cual evidenció oficio, no gritó, no se agredió así mismo para demostrar su incapacidad mental, tampoco corrió asustado por lo hecho, conocía el proceder indicado, en fin actuó con total aplomo.
Ahora de repente, resulta incompetente para enfrentar la justicia, es liberadoe y la práctica conocida en ese país es que “cuando una persona es declarada inimputable, las leyes penales si contemplan una sanción privativa de libertad que se asemeja a la pena de prisión”, que es denominada medida de seguridad, para evitar que vuelva a cometer un delito, similar o no.
Alegar no ser culpable por razones de demencia, lo que se conoce como defensa penal (insanity plea), Probar demencia temporal es una tarea difícil, es decir demostrar que en el momento de cometer el delito esta demente el acusado. Tiene que demostrarse la inocencia temporal, entonces no es enviado a un centro psiquiátrico y se le considera inocente del delito, se apela a la demencia temporal (temporary insanity). En el caso del terrorista liberado, se impuso la voluntad política que ha predominado en la justicia estadounidense cuando se trata de hechos donde los agresores son emigrados cubanos, tiene un tratamiento privilegiado. Una decisión de este tipo promueve otros actos similares y sugiere la salida jurídica a dar, invocando demencia y la mejor, la temporal.
Las estrategias de defensa por demencia temporal rara vez son exitosas y además provoca controversia moral. Por eso, según la literatura jurídica estadounidense, la mayoría de los estados emplean métodos para determinar su hubo ese tipo de demencia. Los más frecuentes son: prueba del bien y el mal; la del impulso irresistible; modelo del código penal o de capacidad sustancial y la regla para analizar el problema mental que causó la conducta criminal del acusado. Por lo general los abogados que emplean esta defensa apelan a la “causa-efecto”, es decir el acusado actuó en respuesta a un estímulo irrefrenable, que no es el caso del terrorista liberado. Este llegó al lugar del ilícito por sus medios personales, nada lo impulsó a reaccionar de esa manera, con total premeditación actuó en busca de un efecto, que no fue causal de la agresión.
Estos procesos en los cuales se invoca como defensa a la demencia temporal, son raros de ganar y requiere de abogados defensores especializados, los bufetes evitan tomar esos juicios ante el temor de perderlos y descredito para la firma. En el caso de Alazo Baró, lo defendió un abogado de oficio inexperto en esas lides especializadas.
Tal conducta irresponsable de la justicia estadounidense de impunidad total, inspiró al otro terrorista, que en septiembre de 2023, lanzó dos medios incendiarios contra la propia sede diplomática cubana, con igual inacción de la policía local. La política pública hacia Cuba, media en la toma de estas decisiones que denigran la autoridad judicial de ley y orden.
Acorde con los documentos de la vista oral, el tirador, pasó de manera lenta delante de la Embajada cubana, unos quince minutos después regresó, se estacionó frente a ella con una bandera cubana empapada de gasolina, que trató de incendiar, al no lograrlo, volvió al auto tomó un fusil de asalto modelo AK-47 y comenzó a disparar, en total 32 disparos, que se asume lo hizo de manera semiautomática ya que el portar un arma automática es delito federal por estar prohibido en ese territorio.
Este comentario nos lleva a la conclusión, de haber invertido cerca de tres minutos en hacerlo y que el depósito empleado era de 40 proyectiles, los habituales solo cargan 30. La cadencia de fuego de este tipo de fusil es de 600 disparos por minuto y de manera no automática entre 10 y 12 en el mismo tiempo. Desde su llegada aderezó sus actos con palabras obscenas. Al terminar la segunda parte de la puesta terrorista, inició la tercera, lanzó el fusil sobre la cerca perimetral de la sede diplomática, regreso al auto tomó una bandera estadounidense se cubrió con ella y espero paciente su detención. Todo con modo pausado, pensado, impropio de un delirante aquejado de trastornos mentales como se alega e impulsado a actuar de manera irrefrenable bajo los efectos de una crisis psicótica temporal.
El insertar el comentario de la cadencia de fuego y el tiempo invertido en la agresión no es un regodeo de este escribidor, es para introducir un elemento que sugiere complicidad de las autoridades por inacción.
Es conocido que en el distrito de Columbia, donde está la capital del país y radican la mayoría de las embajadas de las naciones acreditados ante Estados Unidos, existen extremas medidas de seguridad y protección como corresponde al gobierno huésped y una de las técnicas empleadas para proteger es el inteligente y novedoso ShotSpotter, sistema de detección de disparos, que emplea menos de 60 segundos en detectar y reportar a la policía desde el lugar donde se encuentre instalado, no identifica cualquier sonido se especializa en sonidos de armas de fuego.
Cuando se dispara, el sonido es captado por sensores acústicos diseminados por toda la ciudad con ese fin, se triangula por varios receptores, los cuales por medio de algoritmos inteligentes precisan el lugar de procedencia, de manera automática la información es verificada y enviada en fracciones de segundos al Centro de Revisión de Incidentes, que verifica la información y le añade datos adicionales como “tiradores múltiples”, “armas automáticas”, “calibre” y envía la señal a la policía que prepara la respuesta efectiva acorde con las características del registro recibido. Su efectividad es de un 97% y el aporte es admitido como evidencia en cortes estadounidenses.
Es presumible, que el agresor empleó más cinco minutos en su actuar violento y después de terminar, aún tuvo que esperar inexplicablemente a la llegada de la policía para ser detenido, cuando las autoridades califican a la sede diplomática cubana como de alto nivel de incidencias, por el acoso de los contrarrevolucionarios cubanos contra ella y también por las muestras de solidaridad que allí se producen, es decir requiere de una atención particularizada. Continuará…
(*) Escritor y profesor universitario. Es el autor, entre otros, del libro “Bajo las alas del Cóndor”, “La Operación Cóndor contra Cuba” y “Demócratas en la Casa Blanca y el terrorismo contra Cuba”. Es colaborador de Cubadebate y Resumen Latinoamericano.
Foto de portada: Archivo CNN.