Presión total, para asfixiar a un pueblo (II)
Por José Luis Méndez Méndez * / Colaboración Especial para Resumen Latinoamericano.
El incitar al terrorismo como parte de la política de “presión total”, para causar pavor en la población cubana, dañar y debilitar su afectada economía, amedrentar a turistas, viajeros e inversores, así como entorpecer el normal funcionamiento de sus embajadas y presentar a la Isla como un país inseguro, son algunos de los objetivos de la actual administración demócrata en Estados Unidos, que tolera el accionar de los grupos que abogan por la violencia para obtener sus propósitos.
Realiza acciones que dan confianza a los violentos, el 25 de junio de 2021, pocos meses después de asumir la presidencia y con su anuencia, Joseph Biden, permitió la liberación del terrorista Eduardo Arocena Pérez, fundador de la banda terrorista Omega-7, ejecutora de más de sesenta actos de terror dentro y fuera del territorio estadounidense. Grupo calificado por las autoridades locales como la más letal entre 1977 y 1982, solo superada por la llamada Liga de Defensa Judía.
Creada el 11 de septiembre de 1974, en saludo e inspiración del golpe fascista en Chile, un año antes, Solo diez años después fue desarticulada, cuando ya había asesinado al diplomático cubano ante la ONU Félix García Rodríguez, el 11 de septiembre de 1980, en cada aniversario colocaban bombas contra la sede cubana ante ese organismo internacional con sede en la ciudad de Nueva York, también asesinó a emigrados cubanos, recibió contratos del crimen organizado neoyorquino para eliminar enemigos, al extremo que en el prolongado juicio, el actuante Rudolph “Rudy” Guliani, ahora abogado del laqueado aspirante republicano a la presidencia, y entonces fiscal del Distrito Sur de Nueva York, declaró, que era tan criminal, que no se podía invocar a su favor, ser un “combatiente por la libertad” de Cuba.
Su liberación promovida por el senador Joe Lieberman, quien recibió a la esposa del terrorista confeso y le prometió gestar su liberación y por Robert Bob Menendez, quien en 1987 cuando ocupaba el cargo de alcalde de Unión City, Nueva Jersey, reservorio de emigrados cubanos, estuvo al frente de recaudaciones de fondos para la defensa legal del criminal liberado.
El corrupto Menendez, ahora encausado por diversos delitos ajenos a la política, fue financiado por terroristas de origen cubano, como Arnaldo Monzón Plascencia, que lo hizo escalar a fuerza de donaciones en sus aspiraciones legislativas.
Este estilo liberador de terroristas de origen cubano de los demócratas, no es nuevo, el ex presidente Barack Obama, permitió después de más se siete años de vistas de acusación contra el agente de la CIA, Luis Posada Carriles, que gastó decenas de millones de dólares de los contribuyentes estadounidenses, el 8 de abril de 2011, fue declarado inocente de los cargos imputados por la fiscalía y fue liberado sin restricciones, siguió que quehacer violento hasta morir en 2018.
Ahora la justicia, bajo la actual administración, liberó al “demente temporal” Alexander Alazo Baró, un emigrado cubano, que puede volver a delinquir y que en libertad constituye una amenaza para la seguridad nacional de Estados Unidos y otros países.
Este gesto de apoyo, ha enviado a los promotores de la violencia en la emigración cubana un claro mensaje de cara al apoyo esperado en las venideras elecciones presidenciales, con dinero y votos de los votantes de origen cubano. Es una patente corzo lista para ser empleada en nuevos intentos, la vía para hacerlo está exhibida, invocar la “locura temporal”.
Resulta insultante tratar estos casos de apoyo a sus terroristas e incluir a Cuba, en la infame lista de países, que supuestamente apoyan al terrorismo, arma empleada en la política de “presión total”, como instrumento de presión en el unilateral sistema de medias coercitivas contra Cuba, que no es nuevo. Recordar que antes de existir como la nación, que se conoce hoy, ya las apetencias de apoderarse de Cuba, había sido tema de reflexión y acción de políticos y militares en el lado vecino, por diferentes motivos y pretextos, posición geográfica, utilidad y beneficio diverso. Se la disputaron a Napoleón Bonaparte; en sus momentos Thomas Jefferson, consumado esclavista y James Madison, intentó lograrlo.
Mientras el general Nelson Miles, filibustero al frente a la conquista de la fruta madura en 1897, recibió órdenes precisas e indeclinables similares a lo que ahora, en la época actual conocemos como “presión total”. Washington ordenó: “Habrá que extremar el bloqueo contra Cuba, para que el hambre y la peste, su constante compañera, diezmen a la población pacífica”. Así de simple, el entonces imberbe imperialismo, quería anexarse a la Isla, cuando el infantil Miami, no había cumplido un año de fundado, suceso ocurrido el 28 de julio de 1896.
Como corolario de esta sistemática política de “presión total”, ahora invocada, pero tan añeja como la propia nación estadounidense, contra su vecina Isla, está la visión de Lester D. Mallory, entonces Vicesecretario de Estado asistente para los asuntos Interamericanos, en un memorando fechado el 6 de abril de 1960 y desclasificado en 1991, proponía una acción, que pareciera diseñada para todos los tiempos de agresión de las sucesivas administraciones estadounidenses contra Cuba: “emplear todos los medios posibles para debilitar la vida economía de Cuba…una línea de acción que siempre que siendo lo más habilidosa y discreta posible, logre los mayores avances en la privación a Cuba de dinero y suministros, para reducirle sus recursos financieros y los salarios reales, provocar hambre, desesperación y el derrocamiento del Gobierno”. Nada mejor pensado para asfixiar a un pueblo, convertido en un mero daño colateral para lograr sus fracasadas intenciones. En el diseño Mallory, se perciben ciertos pálidos escrúpulos, eliminados por la administración demócrata actual y las que le precedieron. El criminal aspirante Donald Trump, le aportó 243 medidas todavía vigentes y Joseph Biden, le añadió de su talento imperial algunas en acción.
El terrorismo de Estado es aplicado no solo contra Cuba, sino de manera extraterritorial a ciudadanos e intereses de decenas de países, por medio de la activa Ley Helms-Burton, en todos sus capítulos. Multas millonarias, presiones, amenazas individualizadas y masivas. Recordar que el llamado ESTA (Sistema Electrónico para Autorización de Viaje), desde la llagada a la Casa Blanca de Biden, existen restricciones en este programa para los ciudadanos españoles que han visitado Cuba desde el 21 de enero de 2021, al día siguiente de posesionarse el demócrata. Si tiene doble ciudadanía cubano-española, no podrán aplicar, como hasta ahora, el mencionado sistema, desde entonces tiene que solicitar visa, las más sugeridas son la B1 y B2, de larga espera. Así, Biden ha privado de viajar a cientos de miles de cubanos de origen español para visitar familiares radicados en Estados Unidos, un capricho presionador.
El postulante ha permitido más, ha aterrorizado a más de 300,000 ciudadanos europeos, que han visitado a Cuba, poder entrar a Estados Unidos, ignorando derechos humanos, libertad de viajar, es oportuno traer al recuerdo, que los ciudadanos estadounidenses les es prohibido viajar a Cuba, para visitarla como turista bajo el pretexto de que sus gastos en la Isla, le dan “oxigeno” al “régimen”. Es un horror, para quienes falsamente se tasan de contar con una “democracia” perfecta y ser un paladín de los derechos a imitar. Continuará…
(*) Escritor y profesor universitario. Es el autor, entre otros, del libro “Bajo las alas del Cóndor”, “La Operación Cóndor contra Cuba” y “Demócratas en la Casa Blanca y el terrorismo contra Cuba”. Es colaborador de Cubadebate y Resumen Latinoamericano.
Foto de portada : PL.