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Más de quinientas personas en la charla “Periodismo en tiempos de culto a la mentira” de las jornadas Moncada 2024 en Gijón

LaLleno absoluto. Más de quinientas personas coparon la Carpa de Encuentros de la Semana Negra de Gijón, para escuchar la conferencia “Periodismo en tiempos de culto a la mentira. La era del conspiracionismo”, a cargo de Víctor García Guerrero, Pascual Serrano e Ignacio Ramonet, en el marco de la jornada Moncada 2024, organizada por la Asociación Lázaro Cárdenas bajo el eslogan “El imperialismo y la construcción del mundo multipolar”.

Pascual Serrano: “Frente a la lucha de ideas se impone la guerra de los relatos”

Tras la presentación de Beatriz González, viceconsejera de Derechos Ciudadanos del Gobierno de Asturias por Izquierda Unida, el periodista y experto en medios de comunicación y poder, Pascual Serrano, argumentó que, “antes, existían oligopolios mediáticos al servicio del poder económico y financiero”; después, con la llegada de Internet y, principalmente de las redes sociales, se plantea la “incógnita” sobre si este cambio afecta en sentido positivo a la difusión de contenidos de manera democrática. ¿Ya todas y todos podemos expresarnos y divulgar nuestros contenidos y análisis?, se pregunta. Desgraciadamente, indica, quien ha aprovechado este nuevo ecosistema es la ultraderecha, que ahora tiene “una oportunidad sin precedentes”.

Las empresas propietarias de las redes “son un oligopolio igual o peor que los mediáticos tradicionales”, señala y, por otro lado, “las fake news se han convertido en el combustible necesario” perfectamente adaptado a los mensajes de la ultraderecha, a la conspiración, a la posverdad y al odio.Serrano sentencia que, “frente a la lucha de ideas se impone la guerra de relatos”,y que la ultraderecha, incluso, se ha apropiado de la condena tradicional de la izquierda a los grandes medios, como factores de poder que “ocultan la verdad”.

La izquierda, en este sentido, cae en trampas como la utilización excesiva de los formatos superficiales y la frivolidad.

En este contexto, la imagen, indica el periodista, ha ganado a la imaginación y a la argumentación, la emoción a la reflexión, ha vencido la instantaneidad y el discurso fácil, que es “donde gana un perfil ideológico: la ultraderecha”.Por otro lado, existe una sobrecarga informativa, nos dice el analista, que agobia a la comunidad usuaria, que se ve incapaz de separar lo falso de lo verdadero, en medio del exceso, del insulto y del ruido intoxicador, de las mentiras impunes. Y vence el mensaje facilón, de culpables fáciles, idóneo para la ultraderecha.

Esto se refuerza con el aislamiento social que impone el sistema, reflexiona Serrano y, lo que se democratiza, no es la información, sino la desinformación.

Por ello, el experto en medios apuesta, en el periodismo, por la veracidad y el argumento frente a la frivolidad

Víctor García Guerrero: “La desinformación es la esencia de las guerras y el engranaje del mundo en el que vivimos”

El único oficio en el que te dan premios por ejercerlo mal es el periodismo”, inició su disertación Víctor García Guerrero, corresponsal de Televisión Española. En el periodismo se puede mentir, con permiso para hacerlo, y no eres sancionado sino premiado en ocasiones, nos dice, a diferencia de otras profesiones: “nadie se puede imaginar que a un cocinero, que envenena a sus clientes, le den una Estrella Michelín”, explica.

Hay periodistas que mienten, nos dice, y reciben salarios espléndidos, premios y posiciones de poder. Y hay “patrones que pagan para esto siga siendo así”.

Narra al auditorio su experiencia en la guerra de Ucrania, a donde fue enviado por Radio Televisión Española, y señala que la “guerra de propaganda es un arma más en los conflictos”. La guerra de mentiras es algo asumido por los propios militares. Y recuerda una entrevista que realizó a un militar español en la reserva, que se lo reconoció con claridad: nosotros mentimos, nuestro oficio es la mentira. En conclusión, el periodista señala que la desinformación es la esencia de las guerras y es “el engranaje del mundo en el que vivimos”.

García Guerrero pone el ejemplo reciente del supuesto plan ruso para asesinar al jefe de la empresa alemana Rheinmetall, frustrado por la CIA y revelado por CNN. “Yo no sé si es cierto o no, pero lo que tengo claro es que no podemos fiarnos de lo que diga la CIA, no podemos darle credibilidad absoluta”. Sin embargo, señala, en muchos medios se ha dado por hecho, por verdad absoluta.

Esta guerra de propaganda es la que hace que “aceptemos como natural que acabemos en una guerra nuclear o que gastemos nuestros recursos de la sanidad, la educación o las pensiones en obuses, submarinos o cabezas nucleares”. “Esta resignación -señala- es lo que se busca con la desinformación”.

Recuerda también que Israel ha cerrado el territorio de Gaza a todo periodista internacional, mientras los que quedan, los periodistas palestinos, son asesinados. Son ya 140, muchos con sus familias. Les llamo –indica- “los heroicos periodistas palestinos”, por los que recibimos algo de información, “no por los medios occidentales”, que son también necesarios para el público occidental, porque “el foco es diferente y nos acerca más a lo que ocurre”.

De igual modo, en Líbano Israel ha asesinado ya a cuatro periodistas con drones, siendo luego rematados. Conclusión: las agencias ya no envían a nadie allí.

“Gaza y Ucrania son –sentencia Víctor García Guerrero- las dos primeras grandes guerras de la globalización”.

Ignacio Ramonet: “Trump no es un líder político, es un gurú, el jefe de una secta de millones”

Ignacio Ramonet, experto semiólogo y periodista, exdirector de La Monde Diplomatique en español, sentencia, al comienzo de su intervención, que el líder “que más se ha beneficiado con el actual sistema de desinformación es Donald Trump”.

En relación al atentado reciente contra su vida, indica que “probablemente tendrá una enorme importancia para la campaña electoral y lo catapultará hacia adelante”, teniendo en cuenta que la semana próxima es la Convención Republicana que lo designará oficialmente como el candidato presidencial.

“Trump ha inventado una nueva forma de desinformar”, explica, que le ha hecho conseguir ser presidente una vez y, posiblemente, una segunda.

Ramonet analiza tres aristas del liderazgo y figura de Trump: la sociológica, la retórica y la comunicacional.

En relación a la sociológica, recuerda que no es un político, que no ha estudiado derecho ni tiene base académica, pero que ha conseguido transformarse en líder político, conquistando la cabeza de uno de los dos partidos de poder en EEUU. Trump es un gran promotor inmobiliario, multimillonario e hijo de millonario, y que adquirió una gran popularidad a través de la emisión de un reality show en televisión.

Trump ha trabajado su base social: la de los marginados de EEUU, los “pequeños blancos pobres”, que son millones. Y en su discurso se han reconocido millones de americanos, que “son los perdedores de la globalización desarrollada desde hace 40 años en EEUU”, la que de la industrialización pasó a la era de la informática, de las minas y fábricas a la nueva economía, al nuevo consumo, a la nueva comunicación. Son los perdedores de esa batalla “que no han sabido agarrarse a la locomotora del progreso”.

Trump, explica, es el que mejor les habla, porque creen que América volverá a ser grande, entendiendo que ellos, blancos que fueron dominantes, son pobres por culpa de los inmigrantes que les quitan el trabajo, que tienen todas las ventajas, por culpa de los afrodescendientes, asiáticos y latinoamericanos.

Porque, continúa, una de las características de la globalización es la destrucción de las clases medias en el mundo desarrollado. Son clases medias que se empobrecen, que se “desclasan”. Indica que lo que conocemos como clase media existe desde hace poco tiempo, y esta tiene pánico de volver a ser pobre como lo fueron sus padres y abuelos, que tuvieron un gran progreso económico entre los años 60 y 2000.

Esa es la base electoral de Trump, que no es una base electoral en sí, que es una base religiosa. No es un líder político, sino un gurú, un líder religioso, el jefe de una secta muy amplia, de millones de personas. Sus fanáticos lo ven como un profeta que abre un nuevo camino, una nueva palabra, que promete una nueva esperanza, más allá de un partido.

A Trump lo pueden condenar cincuenta veces los tribunales, que eso no desvanece el fanatismo de sus seguidores, cuanto más lo condenen mejor. De hecho, el atentado es, para él, una bendición, cuando levanta el puño y dice “luchar, luchar”, se ve que entendió el suceso como una bendición del cielo, porque sus fanáticos aportarán, ahora, decenas de millones de dólares más a la campaña.

Esa confusión entre religión y política hace que sea un líder muy diferente, señala. Que la verificación de sus mensajes no tenga sentido, él inventa conceptos como la posverdad, la verdad alternativa, algo de orden mágico, religioso, sectario.

En el ámbito de lo retórico, Trump no se sirve de argumentos racionales: él acusa a los Demócratas de no ser un partido, sino una organización de delincuentes cuyo objetivo es raptar niños, violarlos, etc. Y los demócratas se pasan el tiempo defendiéndose de semejantes cosas, sin hablar de política.

Los millones de seguidores de Trump repiten eso. De hecho, hay una organización, Quanon, con ramificaciones en España, cuyo objetivo es demostrar que los Demócratas son la mayor organización de rapto de niños de la historia.

Finalmente, en lo comunicacional, refiere que Trump es producto de las redes sociales, en una era en la que el medio dominante ya no es ni la prensa ni la radio ni la televisión.

Ramonet explica que, cuando la prensa escrita se transformó en el medio dominante, al final del siglo XIX, la forma de gobierno que se impuso fue la democracia parlamentaria. Antes de la Primera Guerra Mundial, señala, no había ni diez democracias en Europa.

Cuando en los años 20 del siglo XX se inventa el micrófono y el altavoz, y se accede a la comunicación de masas, se convierten en los instrumentos del fascismo: de Hitler y Mussolini, por ejemplo. Hoy son las redes sociales las que crean un líder político diferente, no como el que creó la televisión, cuando surge la figura de Kennedy en EEUU, tras el primer debate televisivo de la historia frente a Richard Nixon.

Las redes crean a los Trump, Milei y Bolsonaro. Es un modelo, un referente con matriz de nuevo tipo, donde la verdad y la mentira no tienen sentido, donde el discurso es muy débil, porque las redes son de impacto, de emoción, de imagen, de texto corto. No son de argumento, de razonamiento lógico. Por las redes recibimos mensajes que no son anónimos, sino de alguien cercano (amigo, familiar, de mi grupo), no es algo impersonal como la radio o la televisión, y no pasivo, sino que lo podemos, a su vez, transmitir.

Y hoy Trump tienen 157 millones de seguidores en las redes, mientras jamás va a una entrevista de televisión o prensa, todo lo comunica por redes y ha creado incluso su propia red.

Finalmente, sentencia, todo esto “nos obliga a estudiarlo, a saber qué tiene de específico”, para “combatirlo”.

 

Fuente: Cubainformación

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