Cuba

Fidel y la lealtad (II- Final)


Por Noel Domínguez (*)/ Colaboración Especial

Resumen Latinoamericano


Lealtad ratificó muchos años más tarde respecto a quien fue jefe de la Plana Mayor de la Agrupación de Tropas Soviéticas destacadas en Cuba durante la Crisis de octubre de 1962, Mayor Iván Minovich Guerchénov.
Ese oficial en uno de los momentos más agudos de la también denominada Crisis de los Misiles, incumplió la orden del mando
soviético y conminó a una batería coheteril a derribar un avión espía U2 de la Fuerza Aérea de los Estados Unidos que sobrevolaba la zona
conocida como Veguita Tres, en Banes, actual provincia de Holguín, el sábado 27 de octubre de 1962.

Tras ese acontecimiento, cada vez que el Comandante en Jefe de la Revolución cubana visitaba a Rusia, se interesaba porque le buscaran al susodicho militar, para así comprobar que su lealtad a Cuba, por
encima de las órdenes de su mando, no le había traído mayores contratiempos.

Guerchénov se mantuvo activo y alcanzó rangos superiores en las Fuerzas Armadas soviéticas.

Lealtad fue la que lo inspiró a predicar con su ejemplo al ser el primero en donar sangre para los damnificados por el gran terremoto de Ancash, Perú, que el 31 de mayo de 1970 provocó 70 mil muertes.

Con su disposición, Cuba fue el primer país que brindó asistencia humanitaria en el lugar de los hechos al hermano pueblo peruano.

Lealtad mostró hacia su amigo presidente de Chile Salvador Allende, cuando en cumplimiento de su invitación lo visitó en Santiago de Chile poco después de la instauración del Gobierno de la Unidad Popular.

En esa ocasión le llevó de regalo, como buen visionario, un fusil AK-47 Kalashnikov y del cual el mandatario héroe no se separó hasta
que murió combatiendo el 11 de septiembre de 1973 en el Palacio de la Moneda contra el golpe militar encabezado por Augusto Pinochet.

Lealtad puso de relieve durante su visita en plena guerra al Sur de Vietnam y en la caravana que se dirigía de una posición a otra de los combatientes del Vietcong hizo detener su despliegue para que atendieran a tres niñas vietnamitas gravemente heridas en un
bombardeo.

Más aún, hizo que las incorporaran a la caravana para que sus médicos personales las asistieran.

Esos hechos ocurrieron el 15 de septiembre de 1973, cuando cruzó el paralelo 17 para visitar, en plena guerra, las zonas liberadas en
Vietnam del Sur, con lo cual se convirtió en el único jefe de Estado extranjero que realizó ese acto solidario.

 De esa forma hizo realidad lo presagiado desde el 2 de enero de 1966 durante el VII Aniversario de la Revolución Cubana, cuando
expresó que por Vietnam los cubanos estaban dispuestos a dar hasta su propia sangre.
También en 1967 Cuba envió al entonces comandante del Ejército Rebelde Omar Iser Mojena a estudiar durante las acciones en el terreno las tácticas guerrilleras de ese país.

Pudiéramos remitirnos infinitamente a sus lealtades para con otras decenas de personas tan disimiles, desde Saddam Hussein, Velasco
Alvarado, Manuel Fraga Iribarne presidente de la Xunta de Galicia, tan ideológicamente antagónico, hasta con Ronald Reagan

Respecto a este último, no solo se trasladó a Estados Unidos la información que Cuba poseía sobre la gestación de un atentado, sino después de su muerte el líder de la Revolución conminó a que no se le denigrara. Intentemos dos últimas y aleccionadoras referencias algo contradictorias.

Lealtad casi con espíritu de benefactor promulgó incluso para los que en su momento defraudaron la confianza que en ellos había depositado, y estuvieron implicados en las denominadas Causa 1 y 2 de1989, a quienes rechazó clasificarlos como traidores en sus 100 horas de entrevista con Ignacio Ramonet. Igual proceder magnánimo tuvo respecto al exministro del Interior José Abrantes Fernández, según describe el doctor Rodrigo Álvarez Cambras en su libro Tal como lo viví. “(…) En otra ocasión, el jefe de la escolta de Fidel le hace entrega de un mensaje. En su rostro se reflejó la preocupación (…)”,escribió Álvarez Cambras. “(…) Le pregunté qué pasaba, respondiendo que le había dado un infarto a José Abrantes y lo llevaban para el hospital de San Cristóbal. Abrantes estaba en una cárcel después de haber sido condenado por su vinculación con las causas 1 y 2 (…)”, añadió el brillante médico. “(…) Fidel dijo: ‘él se equivocó y cometió un error grave, pero me cuidó y me salvó la vida muchas veces’. Había sido su amigo (…)”.

“Se veía muy preocupado. Entonces le dijo al director del Centro de Investigaciones Médicas y Quirúrgicas (CIMEQ) que enviaran una de las ambulancias nuevas equipadas con cuidados intensivos para que lotrasladaran al (CIMEQ)”. “La ambulancia partió de inmediato. Pasado un tiempo lo llamaron del hospital de San Cristóbal para informar que había llegado vivo al centro hospitalario, pero falleció al poco tiempo (…)”.

Otra arista, también se mostró implacable ante diferentes deslealtades. De una de ellas fue testigo el historiador de La Habana, Eusebio Leal, quien la dejó plasmada como testimonio. Fidel concurrió al aeropuerto internacional José Martí para despedir a uno de sus leales amigos, el escritor colombiano Gabriel García Márquez (Gabo), quien partía hacia España. No tuvo reparos en una encomienda. “¿vas para España? ¿Verás a Felipe? (González, presidente del Partido Socialista Obrero Español y del Gobierno de ese país entre1982 y 1996). “Claro”, respondió García Márquez. “Dile de mi parte que es un maricón…, y regresando de inmediato sobre sus pasos -recalcó-, “no, mejor le dices que es un requete maricón”.

Fidel Castro y su legado no son de mármol gris ni blanco; su combate es contemporáneo. Está vivo con su encomienda perenne de lucha. A los jóvenes debe llegar así, fresco y directo. No en monumentos. Es su indicación.

(*) Periodista de Prensa Latina y escritor.

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