Internacionales

De la “madurez” a la “podredumbre”

Edmundo González firmó un documento reconociendo los resultados electorales aportados por el Consejo Nacional Electoral antes de marcharse de Venezuela. María Corina Machado, auténtica dirigente de la contra venezolana, debería aclararse.

Según se desprende de una entrevista de El País a la lideresa de la oposición realizada el 17 de septiembre, el “presidente electo” Edmundo González no tenía ninguna intención de irse de Venezuela, pero fue “brutalmente coaccionado” en la embajada española para firmar un documento que le permitía marcharse del país.

Bochornoso papelón el que se traen entre las dos principales figuras mediáticas de la oposición al proceso bolivariano. Si realmente Edmundo González hubiera estado convencido de que era el legítimo presidente de Venezuela, podría haberse quedado en la embajada española hasta el 10 de enero, como le había ofrecido el Gobierno español, fecha en la que, según la oposición, conseguirán -no se sabe muy bien por qué medios- desplazar de la institucionalidad al chavismo e investir a González como presidente de esa República.

A diferencia de lo que se ha visto recientemente en Ecuador, el derecho internacional y la inviolabilidad de las embajadas en Venezuela se respeta, y más allá de los montajes de la prensa española o de las fantasías de la contra venezolana, lo cierto es que Edmundo, como hicieron tantos otros dirigentes de la extrema derecha latinoamericana en el pasado, tomó la decisión de abandonar su país para encontrar resguardo en ese nido de conspiración que es hoy el madrileño Barrio de Salamanca, desenmascarando de esta manera la estrategia de huida hacia adelante puesta en marcha por la oposición después de las elecciones del 28 de julio.

Pese a las evidencias, ahora Edmundo González intenta minimizar los daños asegurando haber firmado el citado documento bajo coacción, del mismo modo que hace unas pocas semanas negaba tajante e insistentemente que fuera a marcharse del país, algo que define bien la catadura del personaje.

El presidente de la Asamblea Nacional Venezolana, Jorge Rodríguez, muestra el documento firmado por Edmundo González

Ningún conglomerado mediático le ha dedicado más esfuerzos y recursos a intentar erosionar la Revolución bolivariana durante estos 25 años que el Grupo PRISA, cuestionando los logros sociales, pese a los bloqueos y sanciones económicas, negando la guerra híbrida, los sabotajes, los intentos golpistas, las guarimbas, o poniendo en tela de juicio la legitimidad de todos y cada uno de los procesos y resultados electorales habidos desde la llegada de Hugo Chávez al poder. Como muestra, reproducimos el primer párrafo del editorial publicado por El País sobre el Golpe de Estado contra Hugo Chávez el 11 de abril de 2002:

Golpe a un caudillo – 13 de abril de 2002
“Sólo un golpe de Estado ha conseguido echar a Hugo Chávez del poder en Venezuela. La situación había alcanzado tal grado de deterioro que este caudillo errático ha recibido un empujón. El ejército, espoleado por la calle, ha puesto fin al sueño de una retórica revolución bolivariana encabezada por un exgolpista que ganó legítimamente las elecciones para, convertirse desde el poder en un autócrata peligroso para su país y el resto del mundo. Las fuerzas armadas, encabezadas por el general Efraín Vásquez, han obrado con celeridad al designar como jefe de un gobierno de transición a un civil, Pedro Carmona Estanga, presidente de la patronal venezolana, a la vez que destituía a los mandos militares compañeros y amigos del depuesto presidente. (…)”

Pese a que la obsesión del Grupo PRISA por devolverle Venezuela a las élites empresariales derechistas y al imperialismo se mantiene intacta, el mundo es muy diferente al de hace veinte años; la unipolaridad y las tesis del “fin de la historia” de F. Fukuyama están siendo arrasadas en la práctica por la conformación de un mundo multipolar, en el que la Venezuela soberana está llamada a jugar un papel importante. La derecha latinoamericana, siempre subsidiaria del imperialismo yanqui, ha demostrado sobradamente en las últimas décadas lo que es capaz de hacer contra las clases populares de su continente. La contra venezolana, con un margen de maniobra limitado en el país caribeño, prepara una manifestación en Madrid para el 28 de septiembre. La principal impulsora de esa movilización, sin embargo, no es sino la derechona española, que está profundizando su ofensiva en plena coherencia con los convulsos aires que soplan en el escenario internacional; el objetivo principal de esa marcha no es tanto la cabeza de Maduro como la de Sánchez, por mucho que trate de ponerse de perfil ante una crisis que el propio Gobierno español ha alimentado. Por último, el jueves 19 el Parlamento Europeo ha reconocido, con el voto de todas las familias políticas de la derecha, la extrema derecha y la derecha extrema –hoy claramente hegemónicas en la UE y en sus instituciones-, a Edmundo González como “presidente legítimo de Venezuela”, lo que a todas luces constituye una grave falta de respeto a la soberanía venezolana y al derecho internacional.

Resultados de la votación sobre la situación en Venezuela en el Europarlamento, desagregada por grupos parlamentarios. Apoyaron la resolución las cuatro familias principales de la derecha en la UE: el «Partido Popular», «Patriotas por Europa», «Conservadores y Reformistas» y «Europa de las Naciones Soberanas». Solo uno de los 77 eurodiputados del grupo «Renew Europe» votó, haciéndolo a favor de la moción del PPE.

Estamos asistiendo a la reorganización política e ideológica del neofascismo proimperialista a nivel global, ahora con especial intensidad en la Unión Europea. Y mientras tanto, algunos sectores autodenominados progresistas se enredan por enésima vez en la “trampa venezolana” que éstos les tienden.

La lucha antifascista internacional pasa también por denunciar y desenmascarar estas maniobras.

¡No pasarán!

Fuente: Izquierda Castellana

Foto: El Correo

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