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Guatemala. Entrevista al Comandante César Montes, a pocas horas de salir de prisión: “En esencia, seguimos siendo los necios, los que, como dijo Silvio, vamos a morir como vivimos”

Por Carlos Aznárez, Resumen Latinoamericano, 13 de octubre de 2024.

El comandante César Montes, ícono guerrillero de los años 60 y 70, en Guatemala, El Salvador y Nicaragua, acaba de salir de prisión para cumplir una pena domiciliaria. Sus enemigos de toda la vida, la oligarquía y la derecha lo querían enterrar en vida, a pesar de ser octogenerio, condenándolo a 175 años de cárcel. Pero el Comandante es un hueso duro de roer y ha salido de prisión intacto en sus ideas revolucionarias y con la alegría de haberles ganado una nueva batalla a sus enemigos, que son los mismos que tienen los pueblos indígenas y campesinos de esa Guatemala que lo llevó a alzarse en armas en los años 60.

Pregunta: Comandante, tenemos el gusto de tenerte semi libre, ya no en la prisión, teniendo en cuenta  que para las y los luchadores de América Latina sigues siendo una importante referencia. En ese sentido te quería preguntar cómo fue este último proceso que ha culminado con tu libertad carcelaria, aunque con prisión  domiciliaria, que no es lo mismo que estar tras las rejas de una prisión. Sobre todo porque tienes a los amigos y a los compañeros más cerca. 

foto: César Montes saliendo de prisión, con su pañuelo palestino, reivindicando la lucha de ese pueblo.


César Móntes (CM): Bueno, en primer lugar para mí fue muy sorpresivo. No es una cosas que sea fácil de creer que después de que intentaron durante cuatro años hacerme cumplir una condena de 175 años y lidiar contra enemigos muy grandes, el estado  de Guatemala, el Ministerio público corrupto, con la más desprestigiada Fiscal general; y grupos parecidos como la Asociación de ex militares de Guatemala y organizaciones de terror de la derecha, como la que se llama “Fundación contra el terrorismo”, que es la que promueve el terror en Guatemala. Entonces, cada día que pasó y pasé estuve recordando a Julius Fucik que decía: “he vivido por la alegría y por ella he ido al combate, y si fuera que muero no importa, pero que la tristeza no sea jamás añadida a mi nombre”. Suscribo totalmente eso, y cada día lo paso feliz de ser revolucionario, de tener resiliencia y de poder decirle a mis compañeros: “miren que tengo  82 años y hago ejercicios de pesas todos los días en el gimnasio”. Y además de eso, ayudo a los compañeros presos inocentes a salir en libertad. Cada día que paso y me siento bien, es una derrota para el enemigo. Los he derrotado durante cuatro años. Y ahora la derrota ha sido casi total.

P: Cuándo te enteraste que abandonabas la cárcel?

CM: Fue todo muy sorpresivo, fui a la audiencia sin saber que iba a salir libre, pero los magistrados demostraron que hay algunos que aún tienen una actitud humanitaria y apegada a la ley. Eso fue lo que se hizo, apegarse a la ley. Entonces, no fui beneficiado por ningún acuerdo político con los adversarios. Mantuve la bandera en alto y reconocieron que, por mi edad no podía seguir preso. A los 82 años es violación de la ley de protección a las personas de la tercera edad, que este país ha suscripto. Segundo, por el deterioro que había sufrido, por razones de salud, era necesario que saliera para hacer el tratamiento de las rodillas, porque no tengo colágeno, porque he andado en tantos países, y tantas montañas, como el Che Guevara, solo que en Centroamérica. Y tercero, porque no se puede decir prisión preventiva a tenerte cuatro años preso. Eso ya no es preventivo, estas cumpliendo una condena. Los magistrados dijeron no, esto es una aberración jurídica.  Salí porque se apegaron a la ley, no hay ninguna concesión de mi parte ni ninguna concesión de ellos, más bien respeto a la justicia, apego a la verdadera justicia.

P: Tengamos en cuenta que también los símbolos valen, y has salido cuando se cumplía el 57 aniversario de la caída en combate del comandante Che Guevara. No es casualidad eso también. Siempre ellos, la derecha, se quieren apoderar de nuestros símbolos, hablan de ser “libertarios”, hablan de revolución, y muchos no se dan cuenta que a los símbolos de lucha hay que defenderlos. Y en ese sentido, eres un arquetipo importante de eso. Te pregunto, porque sé que en la prisión, seguías atentamente lo que está pasando en nuestro  continente. ¿Cómo estás viendo este avance del imperialismo y sobre todo del fascismo en América Latina y el mundo?

CM: Pues mira, yo veo que también hay avance de la democracia revolucionaria en América Latina. Sheinbaum es la continuación del segundo piso de  la cuarta transformación, Petro es un elocuente y sabio presidente, a pesar de que están tratando de darle un golpe de estado. Petro es una bandera de lucha. También, el MAS en Bolivia sigue gobernando a pesar de sus contradicciones internas.Esperamos que no se rompa la unidad, porque es la base del éxito, como nos enseñó el comandante Guevara. También tenemos otras perspectivas con Lula y con otros. Entonces, yo no veo que el vaso esté medio vacío, sino que lo veo medio lleno.  

P: En ese escenario, tenemos también a Venezuela, Cuba y Nicaragua. Recientemente estuvimos nosotros participando en Caracas en el Congreso Antifascista mundial. Porque se advierte el peligro, lo estamos viendo en Europa, lo vemos en Palestina todos los días, de un giro muy pronunciado, sobre todo de gobiernos, hacia posiciones extremistas de la derecha, que en algunos casos son rayanas al fascismo. ¿Cómo estás viendo eso desde Guatemala, por ejemplo?

CM: Bueno mira, voy a hablar no del Holocausto israelita. Voy a hablar de las masacres quel os nazis cometieron contra los pueblos que no eran arios como por ejemplo los rusos, o los ucranianos de origen ruso, u otros pueblos como incluso los eslavos, que Tito mantenía launidad de Yugoeslavia. Esas masacres que cometieron contra ellos, que ahora son países libres , algunos divididos, pero algunos están dando la batalla en el mundo. El pueblo palestino no va a ser vencido, a pesar de la guerra genocida, el pueblo palestino vencerá, porque tiene el respaldo de los pueblos del mundo. No sé si salieron algunas fotos publicadas del momento en que yo salí de la cárcel. Tenía en el cuello la pañoleta que usaba Arafat, el pañuelo del pueblo palestino como símbolo de, lucha. Lo tuve porque en la iglesia que había en el penal había una bandera israelita. Se reunieron, hicieron ayuno, hicieron oraciones, hicieron alabanzas para pedir que el ejército sionista acabara con los palestinos.  ¡Una iglesia pidiendo la masacre! Por eso fue que me puse el pañuelo como bandera, porque yo no me rindo ni me vendo. A mí no me pueden vencer, no me vencieron hasta el día de hoy. Yo los vencí en estos cuatro años que estuve allí resistiendo. Gracias a los argentinos que me apoyaron, gracias a los brasileños que me apoyaron, gracias a las simpatías, que ahora me sorprendo, que ha generado el simple hecho de resistir en prisión aunque no había rejas allí, es un lugar muy especial, era lo más cercano a la libertad pero no te podías mover de allí. Entonces, haber resistido eso sin depresión, sin drogas, sin bajar las banderas de la revolución me sirvió de mucho. Una gran lección y una gran victoria contra los fascistas.

César Montes en su época de guerrillero de las FAR

P: Hay un tema del que te quiero preguntar y que tiene que ver también con Guatemala y con todo el continente. Sigue dándose la batalla histórica por la tierra. Cuando a los terratenientes y a las oligarquías les tocas la tierra se ponen de punta y apelan a todo su poder para combatir a indígenas, a campesinos a campesinas. ¿Sigue siendo la gran reivindicación de los revolucionarios del continente pelear por la tierra?

CM: Sí claro. Recibí de una compañera de apellido muy ennoblecedor, Lolita Chávez,  los saludos de los indígenas que están luchando por la tierra y que me consideran un referente histórico de esa lucha.  Me sentí muy elogiado porque trabajé por los campesinos, en los años posteriores a los acuerdos de paz. Luché para proveer de tierras a esos campesinos. Se levantaron grandes resistencias. Y eso que eran  compradas. Los campesinos recibían la tierra y la tenían que pagar, no fue regalado, en ningún caso, porque se considera, por algunos que se dicen “libertarios”, que a la gente no hay que darle nada. Que todo hay que dejarlo al mercado. Al pinche mercado que no resuelve nada, ni sus propias crisis.Pero nosotros les dimos tierras a los campesinos y entonces ayudamos a los pueblos originarios. Porque es una vergüenza llegar a un sector indígena, donde la mayoría de ellos son monolingües. Y son ahora peones en las tierras donde nacieron sus abuelos. Eso le dije a Lolita: “la tierra no se vende, la tierra se defiende. Y además de eso ustedes, los Kiché, que fueron los que resistieron a los españoles por primera vez, y que a pesar de que se desvirtúa la historia, dijeron que Tecún Umán (N.de R: uno de los últimos gobernantes del pueblo Kiché) creyó que el hombre y el caballo eran lo mismo y le metió la lanza al caballo creyendo que así iba a morir el jinete, y no fue así. Tecún Umán bajó del caballo al conquistador Pedro de Alvarado, porque dijo que ” allí arriba no lo puedo vencer, mato al caballo y luego le doy palo”. Y tiñó su pueblo y su tierra con sangre. Esa tierra con sangre la recuperamos en gran parte para los campesinos. Eso me llevó a la cárcel. Haber organizado lo que yo le llamaba “batallones de la paz”, de la producción y de la dignidad de los indígenas, de los pueblos originarios. Y eso llegó a crecer, llegando a un número de once mil miembros. Entonces, los poderosos se atemorizaron. Una de las acusaciones que hacía el Ministerio Público, decía descarnadamente: ¡es que usted organizó a los Kiché! Si! Y?, les contestaba yo. ¡Es que usted les quitó las vendas de los ojos! Ah! ¿Es que tenían que estar con los ojos vendados? Y no querrán también tenerlos con las manos amarradas y esposadas como me tuvieron a mí ahora.  ¡Pero es que usaban playeras y camisas rojas! Sí, porque rojo es el color de la revolución, porque rojo es el color de la sangre derramada por los pueblos originarios en defensa de la tierra. Y porque además, los campesinos  me exigieron que ponga acá la foto de Turcios Lima y de Cesar Montes. Y los más jóvenes me dijeron quién es ese Turcios Lima. No, queremos una playera con tu foto. Y entonces me acusaron del delito de haberles provisto playeras rojas, que son camperas. E insistieron nuestros enemigos diciendo que unas de esas camperas tenían la foto del Che. En realidad no era el Che, era yo. Una foto mía en El Salvador, donde también luché como jefe en el frente de Guazapa. Y ahí estaba peludo y barbudo. Y volvieron a la carga: hay otra foto suya en la que tiene un fusil en la mano. Yo dije sí, pero eso fue durante la guerra, es como cuando tú conservas el retrato de cuando eras joven. La diferencia es que yo no fui paternal. Yo fui quien acompañó a los pueblos originarios,  a los Kiché, a los Quechís, a todos los pueblos en su lucha. Y fue la lucha por la tierra la que me llevó a la cárcel. Es más, una de las acusaciones era que yo había invadido tierras. Y no era cierto porque en mi organización, la Fundación Turcio Lima, nunca quebramos un vidrio, nunca ocupamos una oficina gubernamental, y nunca invadimos tierras, las compramos. Pero como había otros grupos más radicales  que sí lo hacían, nos metieron en el mismo saco. Pero estamos aquí, a estas alturas del partido, hablando con Carlos Aznárez, a quien yo recuerdo desde hace mucho tiempo. Cuando estuvimos juntos en el palacio de Miraflores.

P: Así es, y recordamos siempre al Comandante Hugo Chávez, que marcó un camino también como lo hizo Fidel. Fíjate esto, a la gente que pelea por la tierra la encarcelan, la persiguen y la matan. Pero los paramilitares que abundan en todos nuestro países, obviamente tiene luz verde de los gobiernos reaccionarios, para seguir asesinando líderes y lideresas populares. Y a los gobiernos progresistas esos paramilitares los desestabilizan como le están haciendo a Petro o a Lula hoy, matando campesinos o guerrilleros desmovilizados en Colombia, o indígenas en las zonas cercanas a la Amazonia brasileña. En el continente hemos tenido gobiernos revolucionarios y gobiernos progresistas. Los gobiernos revolucionarios subsisten, duran a pesar de los palos en la rueda que les ponen, porque plantean las cosas tal cual son. Los gobiernos progresistas son más débiles. ¿Cuál es tu reflexión sobre este tema? Te lo pregunto en un momento en que hay toda una discusión sobre si hay que enfrentar la batalla cultural con la derecha diciendo “somos lo que realmente somos, socialistas, nacionalistas revolucionarios, guevaristas o comunistas”, y no estar edulcorando el discurso. Endulzándolo para quedar bien con unos y con otros.

CM: Pues hay gente que se identifica con los principios revolucionarios que se originan en Marx, que se originan en Lenin, en Fidel, en el Che. Pero ya han cambiado muchas circunstancias y por eso le llaman “humanismo”.  En esencia, seguimos siendo los necios, los que, como dijo Silvio, vamos a morir como vivimos. No importa como se llame el gato, mientras cace ratones.  

P: ¿Cómo estás observando la gestión del gobierno de Arévalo? ¿Lo ves con fuerza para gobernar esta Guatemala tan difícil donde hay tanta diferencia entre una clase y la otra?  

CM: Bueno, yo diría que se creó una esperanza muy grande. Era el candidato inesperado que generó unas enormes esperanzas. Irrumpió con una novedad importante: el respaldo de los pueblos indígenas y los movimientos sociales. Y las esperanzas que despertó no están satisfechas totalmente. Él juega al ajedrez y los corruptos juegan póker con las cartas marcadas. Juegan dados con los dados cargados. Pero lo que sí te puedo decir es que  la fuerza del pueblo viene de nuevo. Porque ahora late la reivindicación de los 48 cantones indígenas, cada cantón son como miles indígenas, solo ellos, que ya son una fuerza muy prestigiada, están diciendo “qué pasó con las esperanzas que despertaste, no nos satisface lo que estamos viviendo”.  Sabemos que no hay una varita mágica, que en un año se puedan hacer milagros, pero hay cosas que ya se pueden haber empezado a hacer. Ha creado mucha desesperanza el gobierno que despertó esperanzas. Todos en el penal me decían: “ya vas a salir, entró Arévalo, entró un gobierno de los chairos, un gobierno de los revolucionarios marxistas, de los más radicales”. Y entonces me decían “ya, ahorita”. “Te aseguro, te van a dar el cargo de ministro de gobernación de este gobierno o algo parecido”. Ni los saludos que le pedí, me dió. Primero con una carta privada. Y luego, como no me respondió, con una carta pública que hasta en Argentina se publicó, que decía: “no me dé la callada por respuesta, presidente, porque no lo merezco”. Me dio la callada por respuesta. Pero yo, seguí en la lucha  hemos sufrido muchas caídas y nos hemos levantado. Y aquí estamos nuevamente, después de una caída de cuatro años, de pie. De pie en la tierra como un árbol.

P: Comandante, después de tantos años de lucha, después de tantas vicisitudes, de la cárcel, de ver compañeros caídos, y de sufrir muchas desesperanzas .Tienes algo de que arrepentirte de toda tu historia militante?. ¿Tienea algo en lo cual pensaste que no estuviste a la altura de los acontecimientos?

CM: Sí, claro. Me arrepiento de no haber tomado el poder en Guatemala. En eso les fallé a los pueblos originarios. Me enorgullezco de haber podido construir con un mínimo granito de arena, poder botar a Somoza y luego estar en la guerra contra “la contra” en Nicaragua. Pero me dio mucha tristeza haberle fallado al pueblo salvadoreño que dio una muestra de lucha heroica donde estuve en el frente de Guazapa, en la primera línea de combate. Y no haber tomado el poder por las armas, sino que se llegó al poder por arreglos políticos posteriores, cuando ya se sabe que esos arreglos bajo la mesa y a espaldas del pueblo, siempre fracasan. Finalmente  el FMLN llegó al poder pero no con las armas en la mano. Me arrepiento de no haber podido llegar a San Salvador como llegábamos durante la guerra. Estuve en la ofensiva cuando entramos a la capital salvadoreña, y las fuerzas de los batallones que yo tenía en Guazapa fueron los primeros en entrar a San Salvador. Me arrepiento de no haberles echado más bala. En eso no podría decir que estoy satisfecho totalmente.  Sí, d e haber contribuido en Nicaragua, en El Salvador y en Guatemala. Y haber por lo menos estado en 1968 en Vietnam, cuando la ofensiva del Tet, eso sí me enorgullece.

P: Vamos a terminar con este tema de la entrevista, evocando a alguien que, como dices, no lo conoce mucha gente ya, las nuevas generaciones, pero que es importante que lo recordemos, se trata de otro comandante por la Revolución en Guatemala, Luis Turcios Lima. Y esto es algo que tiene que ver también con un libro que está por salir en Brasil gracias al esfuerzo militante de un compañero brasilero que conoces, que es Geraldo Sardiña.   

CM: Sardiña es un compañero de siempre, es de los indispensables, de los que no se jubilan, porque yo lo he afirmado y lo voy a reafirmar cuando me muera. El revolucionario verdadero no se jubila nunca ni se retira a su rancho. El revolucionario verdadero llega a subir las gradas del patíbulo y que lo ahorquen, diciendo “vivi por la alegría y por ella muero, pero que latristeza no sea jamás añadida a mi nombre”. Yo te digo con toda franqueza: claro que estamos reconociendo a viejos revolucionarios que han sido olvidados. Porque de ellos se debería nutrir la juventud ahora. En lugar de estar en el Facebook o en las redes sociales, en el tik tok, hay cosas que son distractores terribles. Aunque también podrían ser un instrumento de lucha por la juventud. Porque ahora cualquiera, teniendo un teléfono celular, puede enviar cosas desde la prisión, hasta Argentina, hasta Uruguay, hasta Brasil, a todos los países, Ahora me entero que en primera plana de la página de internacionales, de un diario mexicano, aparece la foto de Cesar Montes. Entonces, yo creo que la referencia es a la constancia. Referencia que agradezco. Es a la firmeza. No se concibe un revolucionario  que no esté luchando por la toma del poder. Esa es la esencia de los revolucionarios. Ahora, como se ha logrado en Colombia, en Brasil, en otros países, en México, por métodos pacíficos, no importa,lo que no hay que perder es la esencia.    

P: Volvamos a tu evocación de Turcios Lima.

CM: Él fue formado en el ejército de Guatemala. Y fue entrenado con el ejército norteamericano. Fue uno de los mejores alumnos de la Escuela de Rangers, de lucha contraguerrillera de aquella época, en Carolina del Norte. Regresó y las condiciones en las que encontró el ejército no eran las que él había idealizado. De un ejército profesional, digno, respetuoso de los derechos humanos, con los ascensos que se ganaran por tiempo y no por dinero. La corrupción invadía los cuarteles. Por eso se rebelaron los militares en 1960, cuando había tropas cubanas reaccionarias entrenando para invadir Cuba. Donde fueron derrotados en 48 horas en Playa Girón. Entonces los militares del “13 de noviembre” se rebelaron en 1960 y siguieron la lucha en el 61. Yo fui uno de los primeros civiles que me incorporé al “13 deNoviembre”, y me llevaron a una casa clandestina donde apareció un joven, orejón, de ojos verdes, limpios, que miraba nerviosamente para todos lados, y era muy joven. Como dijo Galeano, éramos casi unos niños. Y a mí me decían el chiris, que es un apodo para los adolescentes. Es decir, “crianza”, como dicen los brasileros. Éramos muy jóvenes, pero sin embargo, estábamos dispuestos a dar la vida. Y vaya si la dimos. Que no nos hayan podido matar no es virtud de ellos, es porque nosotros pegamos primero. Entonces luchamos con las armas en la mano sin regatear nada. Estuve en Nicaragua, triunfante. Con el sandinismo y las tropas especiales trabajando, porque no pedí un centavo a nadie donde luché.    Estuve en los acuerdos de paz en El Salvador, sin tener un  solo cargo, ni pedirle al FMLN dinero para sobrevivir. Mi esposa, de origen ruso, vendía conmigo libros en la calle. Y nos manteníamos de esa venta de libros y de enciclopedias, las enciclopedias horrorosas por su contenido, pero era una forma de ganar la vida. Y ella cantaba, en perfecto español, en ruso y de esas cosas nos manteníamos. Hemos combatido toda la vida dando el ejemplo de que no se lucha para conseguir posesiones. No hay que tener mucho apego al dinero ni al poder. El revolucionario, repito, lo tiene que ser en esencia, hasta el último día de su vida.

P: Se nos fue el tiempo, comandante César Montes, un abrazo enorme desde la Argentina. La alegría de saberte casi libre totalmente y ojalá en algún momento nos podamos abrazar personalmente.

CM: Garantizo que mi primer viaje va a ser tomar un avión en el aeropuerto, aterrizar en Panamá como aterrizan todos, y de ahí voy directamente a Brasil a Bahía, y un pasito para allá, voy a Buenos Aires o a Montevideo y ahí nos vemos. Un saludo revolucionario para todo el pueblo argentino que ha luchado significativamente todos estos años y que esperamos que la próxima no tenga un payaso de presidente.

Transcripción: Ana Schaposnik

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