Cine Cubano: Volver a las utopías
El año ha sido pródigo en noticias sobre el cine cubano. El aniversario 65 del Instituto Cubano del Arte e Industria Cinematográficos (Icaic) se erige como celebración colectiva. Mientras las semanas internacionales de cine se suceden y nos actualizan con las novedades de las pantallas del mundo, en varios puntos de la Isla se recuperan y ponen en valor antiguos cines que mucho aportan a sus comunidades; se establecen alianzas estratégicas en favor de la preservación del patrimonio fílmico, y hasta el Festival de Cine de Verano nos sorprende con la buena nueva de que casi 400 000 personas regresaron al circuito de exhibición para disfrutar de una programación cultural de calidad. Pero lejos de aplaudir lo alcanzado, el Icaic no se acomoda, y como todo instituto de cine emprende su objetivo: rodar, producir, hacer cine.
Con Alexis Triana Hernández, presidente del Instituto Cubano del Arte e Industria Cinematográficos, conversa La Jiribilla acerca del devenir del cine cubano y sus creadores en el más reciente lustro, espacio de tiempo que nos separa de la celebración del IX Congreso de la Uneac. El diálogo es transparente, esencial. Su ímpetu de eterno promotor y su pasión como hombre de la cultura, lo definen.
Si tuviera que apresar en una imagen estos cinco años, ¿qué elementos no faltarían en ese fotograma?
A mí me cuesta mucho trabajo hablar de cinco años, sobre todo porque en medio de eso está la COVID que, prácticamente, desarticuló fuerzas creativas. Y creo que los compañeros que entonces tenían a su cargo el Icaic hicieron un esfuerzo extraordinario por echar a andar las “producciones solidarias”, por vincular cineastas, productoras, por trabajar en medio de esas condiciones y lograr incluso documentales y filmes que hoy son muy importantes porque marcan la ruptura de la inercia que provocaba que la gente tuviera que estar en sus casas por temor al contagio.
Pienso que lo que se hizo en ese momento merece todo reconocimiento. Creo que, incluso, aquello que está dejando testimonio de lo que fueron capaces de hacer nuestros científicos sobre las vacunas, la idea de filmar las calles desiertas, la circunstancia de la COVID —que hoy todo el mundo quiere olvidar, pero que es un hecho concreto en una etapa asfixiante—, no solamente para los niños, sino incluso cómo los creadores tuvieron que poder salir de sus casas, cómo los camarógrafos salieron, hasta los guionistas tuvieron que trabajar con la realidad para poder dejar evidencia de una etapa tan dura. Sólo por eso valdría la pena significar el heroico esfuerzo de esos compañeros.
Lamentablemente, a esta etapa sobrevino un momento de incomunicación con una parte de los técnicos, de productores, y de cineastas, y desde hace un año exactamente estamos nosotros en el reto de lograr reconstruir tejidos de comunicación, lograr que la institución vuelva a tener una sinergia propia. Sin duda alguna este hecho de echar a andar volúmenes de producción, marca un antes y un después.
Hemos arrancado a rodar
En el último trimestre del año pasado, a partir de septiembre, el Icaic recibió de nuevo un financiamiento que permitió echar a andar las cámaras. Logró algo tan significativo como el rodaje de la película Estrés; realmente la única gran producción cinematográfica del año. Y hay que decir que se hizo con bajo presupuesto, haciendo un esfuerzo verdaderamente extraordinario, demostrando que se podía trabajar en esas condiciones.
La cineasta Marilyn Solaya nos devuelve en esta cinta nuestra realidad vista bajo el matiz de una directora cinematográfica; es prácticamente un mosaico de la sociedad cubana hoy, con personajes con los que, estoy seguro, la gente se va a sentir muy identificada. Este hecho, en 2023, de alguna manera marca la diferencia, vuelve a establecer en alto el banderín de que hay que filmar, hay que rodar.
En una Mesa Redonda que hicimos hace un mes hablábamos de cómo iniciamos el 2024 presionando los rodajes, o sea, empezamos a discutir cómo seguir rodando. Ya hoy el Instituto del Arte e Industria Cinematográficos habla de casi 100 proyectos en simultáneo que está desarrollando en un año, entre documentales, animados, preproducciones.
Estrés entra en un momento muy duro, de cómo vamos a hacer la posproducción, puesto que se necesita financiamiento en divisas para poder realizar ese proceso en el exterior. Solamente en el extranjero es que podemos terminar la posproducción porque el bloqueo nos impide hacerlo desde aquí. El bloqueo no nos deja trabajar con licencias actualizadas que den el término a la película. Es un sentimiento de angustia, porque prácticamente Estrés está lista y nosotros frente a ese hecho de que el país no nos puede aun dar la divisa para ello; porque el país tiene que decidir entre el barco de pollo, el gas licuado, cómo se compra petróleo para mantenerlo encendido… ¡Imagínense tener que dar esa divisa para poder terminar una película en el extranjero!
“Hoy el Instituto del Arte e Industria Cinematográficos habla de casi 100 proyectos en simultáneo que está desarrollando en un año, entre documentales, animados, preproducciones”.
Frente a esa circunstancia, decidimos continuar insistiendo a las autoridades del país en esta ayuda esencial para el cine cubano y utilizar el presupuesto en moneda nacional que se nos asignó para poder desatar los rodajes de Pichi Perugorría en su propuesta con Mirta Ibarra, de la película de Gerardo Chijona que estaba pendiente; de Jorge Luis Sánchez con Performance, y a su vez, activamos toda una serie de propuestas, de filmes, que digamos tienen hasta hoy una demostración de que es posible rodar en estas circunstancias a pesar del hecho de que el transporte y la alimentación nos hayan duplicado los costos, que han disparado la inflación e incluso el costo de la película, tanto más su pago que al talento artístico, cosa que es inadmisible.
Sin embargo, logramos que Rudy Mora terminara Calle 262 y se fuera a hacer la posproducción a México, como está haciendo en estos momentos. Conseguimos, por ejemplo, que Roly Peña esté rodando ahora mismo Nora; que Santana hiciera su película, que es a mi juicio una película vanguardista, lo veremos, son historias contadas en La Habana, como un día hizo Selfie. Alcanzamos a terminar El camino, una película que tenía interrumpido su rodaje en la Televisión Cubana por problemas de presupuesto. Le propusimos a la televisión retomarla y en alianza terminar una película que cuenta otra vez la historia de momentos muy significativos del país desde la perspectiva de los jóvenes, y qué significan los jóvenes en el desarrollo de todo acontecimiento político, social. Todo lo que voy contando —estoy tratando de no omitir—, es para darnos cuenta de que hemos arrancado a rodar.
En Estrés la cineasta Marilyn Solaya nos devuelve nuestra realidad vista bajo el matiz de una directora cinematográfica / Foto: Tomada del perfil en X del entrevistado
Es decir, ya no hablamos solo de lo que estamos posproduciendo. Ahora mismo vamos a estrenar Canción para Laura, algo muy distinto, que tiene que ver con la obra de teatro de Laurita de la Uz, y que ya está prácticamente terminada.
Vamos a volver a la idea de reestrenar Ñancahuazú, de Jorge Fuentes, a propósito de la Jornada por el Triunfo de la Revolución. Queremos hacer, con filmes y documentales que tenemos, que se terminan, lo mismo que hicimos con Maisinicú, medio siglo después, porque este documental de Michel Lobaina lo llevamos a toda Cuba, tiene miles de espectadores y hasta fue visto en Washington, en la clausura del Primer Festival de Cine Cubano.
Lo mismo puedo decir que hemos iniciado la preproducción de Teófilo, de Alejandro Gil; de la misma manera que iniciamos la preproducción de Performance, de Jorge Luis Sánchez, que estuvo en Nicaragua, adonde llevó El Benny y Buscando a Casal, para la Cinemateca de Managua; cosa además que nos alegra muchísimo porque estamos incluso haciendo scouting en Nicaragua para retomar algo tan sagrado para nosotros como hacer la serie audiovisual La causa común. Es una utopía nuestra intentarlo, no tenemos el financiamiento completo para un propósito de esa magnitud, y sin embargo hemos decidido hacer pequeños scouting de producción en Nicaragua, en Honduras, en Cuba en la zona de Baracoa, y vamos a iniciar esa preproducción buscando la concatenación de cada una de esas etapas, logrando que no se paralice ese proceso y que nosotros podamos llegar a un momento de rodaje que involucre a las cinematecas e institutos de cine de Nicaragua, de Honduras, de Cuba y de otros amigos que piensan sumarse.
Es lo mismo que con Teófilo. Hemos recibido la confirmación de los Estudios Mosfilm de que van a coproducir con nosotros este filme que evoca la figura de Teófilo Stevenson. No es una película biográfica, pero sin embargo transmitirá a las nuevas generaciones lo que significó Stevenson en la historia del deporte olímpico mundial.
Yo tengo que siempre hablar con entusiasmo. En la Mesa Redonda pusimos un reportaje sobre los rodajes en marcha y algunos compañeros comenzaron a comentar que estábamos excluyendo Estrés y otras películas que se habían hecho en otra etapa. Para nada. Lo que sencillamente estábamos refiriendo que hemos marcado la diferencia y hemos arrancado a rodar. Un instituto de cine tiene que rodar, tiene que hacer cine, aun cuando sean distintas etapas, pues para que un filme sea visto tiene que ocurrir todo este proceso.
Imaginen nuestra disyuntiva, si el dinero que el país nos asigna ahora mismo es para dar mantenimiento a los proyectores —cosa que ya va a comenzar a suceder en el Circuito 23—, que son de tecnología DCI, láser, que solamente lo podemos hacer con técnicos del extranjero, porque es verdaderamente todo un sistema montado que garantiza la proyección de primer mundo en los cines del Proyecto 23 cuando ocurra el 45 Festival Internacional del Nuevo Cine Latinoamericano, ¿qué hacer?
¿Le pedimos al país dinero para las películas, o le pedimos el dinero para adquirir el videoproyector que se va a instalar en el cine 23 y 12, en la sede de la Cinemateca de Cuba, para garantizar para siempre la mejor proyección a todas esas muestras que hemos logrado en este año? Porque si nos ponemos a pensar y vemos el ciclo de muestras internacionales, nos daremos cuenta de que hemos tenido cine japonés, francés, colombiano, venezolano, italiano, o sea, es continuo, no nos detenemos.
El espíritu de socializar el cine
Lo que ha habido sobre La Habana es una visión otra del cine. Nosotros queremos que eso ocurra en la mejor pantalla, con la mejor proyección. Queremos lograr que esto irradie al país y convencer a los gobernadores, persuadir a los que tienen que ver hoy con las decisiones, porque hay que hacer lo que hizo Pinar del Río con el cine Praga, que lo reparó totalmente y nosotros pudimos entonces apoyar con el videoproyector. O lo que hizo Santiago de Cuba, que reparó el cine Rialto, que es una joya; hay que elogiarlos. Tenemos que lograr que se expanda ese espíritu de reparar los cines, como lo logró Villa Clara, donde incluso hay cines que no tienen proyector y hay un datashow. Hay 14 cines en Villa Clara que tienen tecnología y proyección, y no es sencillamente con televisores que se equipan los cines.
Tenemos que partir siempre de que estamos hablando de un país que tenia 500 cines abiertos en 1959 y que hoy, a duras penas, tiene 183 funcionando. Tenemos que tener sobre esto otra mirada. Tenemos que lograr un apoyo de los gobiernos locales, aunque tengan muchos problemas a la vez, como todos tenemos. Hay que entender que el cine es el teatro de la comunidad, que el cine es el sitio donde se hacen los principales eventos, desde la reunión del Poder Popular o la del Partido, hasta el evento de los niños, de los pioneros. Tenemos que lograr recuperar esos cines, dondequiera que estén. Y tenemos que lograr, por sobre todas las cosas, sensibilizar que no por gusto Fidel fue capaz de hacer el Programa de las Salas de Televisión y Video.
“La única manera que tenemos para enfrentar la colonización cultural es volviendo a enseñar a ver cine y audiovisual, el mejor audiovisual, frente a la oleada que enfrentamos”.
No podemos cejar hasta que recuperemos aquel espíritu de socializar el cine, hasta que recuperemos el Cine Móvil, hasta que en los principales espacios de la televisión cubana se regrese, y digo los principales, a la idea de que enseñar cine es un patrimonio que recibimos de los grandes comunicadores que tuvo este país y que estuvieron en pantalla: Enrique Colina en 24 x segundo, Mario Rodríguez Alemán en la Tanda del Domingo. Nuestro reconocimiento total para los programas cinematográficos que hoy están en pantalla, pero estamos hablando de otra cosa. Tenemos que regresar al momento en que efectivamente, la única manera que tenemos para enfrentar la colonización cultural es volviendo a enseñar a ver cine y audiovisual, el mejor audiovisual, frente a la oleada que enfrentamos. Por eso es el empeño del Icaic hoy de rescatar las muestras internacionales de cine, de todo tipo y de todas partes.
La gesta de recuperar el patrimonio cinematográfico cubano
Estoy emocionado, y debo expresar las sensaciones que tengo ante los dos primeros animados de Elpidio Valdés que acabamos de recuperar. Es un hecho inédito. Hemos logrado que Aventuras de Elpidio Valdés y Elpidio Valdés contra el tren militar, se restauren digitalmente con toda calidad en la Fundación Patrimonio Fílmico de Colombia. Lo hemos podido hacer porque ellos sí adquirieron el escáner, lograron hacer esa inversión. Nosotros todavía no hemos podido, se necesitan más de 170 000 dólares para ello.
Pero mientras tanto hicimos alianzas. Hemos hecho una alianza con Trimagen, como empresa, aquí en Cuba, que sé va a ser trascendente. Pero a su vez hemos hecho una alianza con la Fundación Patrimonio Fílmico Colombiano, y con nuestros amigos en Londres, los que hicieron posible la Jornada de Proyecciones de Películas Cubanas en Londres, y por la cual se pagaba para entrar al cine; Rob Miller y su brillante equipo. Allí se recaudaron 3000 libras esterlinas que fueron transferidas a Bogotá y, con ese dinero, con ese poco dinero, ellos restauraron dos documentales muy importantes de Jorge Fraga sobre los Juegos Centroamericanos de Cali, Colombia, y los dos animados de Elpidio Valdés.
A mí se me salían las lágrimas frente a la pantalla, sobre todo no por lo que ya está hecho, que vamos a mostrar en La Habana en diciembre como preámbulo al Festival de Cine, sino por todo lo que falta por hacer. De cómo haremos para recuperar la obra de Humberto Solás, de cuánto nos queda de nuestros grandes cineastas que no podemos permitir que se pierda.
Como verán, son alianzas y actos que tenemos que reconocer en todas partes. Por ejemplo, aparecieron 28 latas de rollos de películas cubanas que estaban en un cuarto en Nueva York, del Havana Films Festival. Ahí está La última cena, de Titón; y una película de Julio García Espinosa, increíble…
Gracias a los patriotas cubanos que viven en Tampa logramos que ellos aportaran, donaran el pago de 1600 dólares para llevar esas latas desde Nueva York hasta las bóvedas del Instituto Mexicano de Cine, donde van a estar dándole mantenimiento, ayudando a preservar ese patrimonio, a restaurarlo. Todo cubano, donde quiera que viva, debiera apoyar esta gesta que es recuperar el patrimonio cinematográfico cubano; y no hablo solo del patrimonio del Icaic, hablo del patrimonio cinematográfico en su totalidad. Por eso mencioné los documentales de Fraga sobre los Juegos Centroamericanos.
Es como el apoyo que hemos recibido del INDER para hacer la película de Teófilo. Nosotros tenemos hoy ese gran deber, y ese gran deber tiene que ver con eso que hablamos de los últimos cinco años.
Yo creo que hay que recuperar al Icaic como interlocutor social, como aquel Icaic que hacía el Noticiero todas las semanas en los cines, como aquel que había logrado con Pablito Ramos el evento del audiovisual infantil por todo el país y por el mundo; es decir, tenemos que lograr volver a esas utopías.
Como mismo estamos haciendo Segundo Piso otra vez, que lleva prácticamente otra declaración, porque significa el regreso de los trovadores al Centro Cultural “Fresa y Chocolate”; significa el regreso de los trovadores al segundo piso del Icaic, donde nació el Grupo de Experimentación Sonora; y significa no solamente una peña o un concierto, sino llegar a la azotea del Icaic, y dejar allí, con La Habana debajo, la memoria de esos trovadores que hoy hacen esta canción “otra”.
Nuestros proyectos tienen que ver con eso. Yo no hablo de cinco años como de una mirada pasada, yo hablo de cinco años donde tenemos que volver a gestar lo que fue el Icaic, que más que un lugar donde se hacía cine, era un centro cultural donde los artistas plásticos, los poetas, los trovadores, sentían que todo aquello formaba parte de lo que íbamos a dejar a las otras generaciones.
Eso fue lo que sentí apenas hace una semana, cuando Liuba María Hevia y Silvio Rodríguez asistieron a los Estudios de Animación del Icaic para ver el último video clip de la canción “El papalote”, de Silvio. Tener de nuevo a realizadores audiovisuales con Silvio en persona, con Liuba sentada… Enseguida le pedimos a Liuba que nos donara el material para poderlo ver en la Jornada de la Cultura Cubana, en el cine Yara y en los cines cubanos, y ella lo dio con todo gusto; es decir, regresar a aquello que nos caracterizó, y buscar por todas las vías que este movimiento siente pautas.
“… tenemos que volver a gestar lo que fue el Icaic, que más que un lugar donde se hacía cine, era un centro cultural donde los artistas plásticos, los poetas, los trovadores, sentían que todo aquello formaba parte de lo que íbamos a dejar a las otras generaciones”.
Estoy convencido de que es como nuestro deber, me parece que es lo único que nos puede reconciliar con el presente. No había otra manera de celebrar los 65 años del Icaic, eso dijo Manolito Pérez.
Fíjense que estamos a las puertas de noviembre y hemos logrado que el año entero se hable de los 65 Icaic. Por eso quiero agradecer mucho a la Uneac que esté dedicando el Caracol a este aniversario del cine cubano, que no es cualquiera.
Por eso estoy celebrando que el Festival Jazz Plaza este dedicándose también a los 65 años del Icaic. Eso nos enorgullece, porque hemos ido logrando el año entero que los 65 Icaic sean visibles, pero que sean visibles incluso, a través de una fiesta del patrimonio que se ha puesto en valor.
Eso fue lo que sentí cuando fuimos a Trinidad con Manolito Pérez y el equipo que hizo posible Maisinicú, medio siglo después. Michel Lobaina, un joven realizador, yendo y viendo cómo su obra, su documental, ha recorrido toda Cuba, las delegaciones del Ministerio del Interior en varias provincias, los combatientes de las distintas fuerzas fueron los primeros que estuvieron frente al hecho de que estábamos evocando los primeros 50 años de la película El hombre de Maisinicú. Y no hemos parado hasta que Michel Lobaina en persona, en Washington, en los locales de Busboys and Poets, haya puesto esta película, intercambiara con el público norteamericano. Así vamos a seguir.
Una verdadera fiesta del cine
Vamos a lograr que el cine cubano regrese a las principales salas del mundo. Ahora mismo, a propósito de las celebraciones por la Jornada de la Cultura Cubana, convocamos bajo el lema “Celebrar con cine la Jornada de la Cultura Cubana” en nuestras embajadas. Recibimos en el Icaic, hace un mes, a cincuenta embajadores nuestros en buena parte del mundo y les pedimos estas acciones.
Por eso pueden simultáneamente ver lo que está pasando en la Cinemateca de Venezuela, en Caracas se acaba de inaugurar la Semana de Cine Cubano; en Nicaragua, en la Cinemateca; pero también Barbados ha ido a la Universidad de las Indias Occidentales, a la Facultad de Arte Creativo, a exhibir los documentales de Alejo Carpentier; o Panamá, que proyectó Una noche con los Rolling Stone, el día 20 de octubre en la Embajada.
Maisinicú, medio siglo después se presentó en Washington, en los locales de Busboys and Poets / Foto: Tomada del Portal Cubarte
Pudiera estar mencionando muchos más que se están sumando a esto que ya empieza a ser casi una verdadera fiesta del cine. O sea, que nuestras embajadas, que nuestro sistema de relaciones exteriores, vuelva a entender, vuelva a asumir y haga propio ese cine, para mí es un hecho muy significativo. Les puedo comentar cuantos países, en este minuto, 35 países están exhibiendo cine cubano en saludo a la Jornada de la Cultura Cubana. Y para mí esto es importante, y cómo vamos a lograr hacerlo aún más. Ese es el Icaic dialogando con su diplomacia, demostrando que el cine también es un arma de nuestra diplomacia, restableciendo ese sistema de relaciones.
Como lo hicimos con el MININT lo queremos hacer con el MINFAR para celebrar el 2 de diciembre, y lograr además que un documental que tenemos acerca de uno de nuestros grandes guerreros, Quitafusil, se convierta en una realización audiovisual que tenga que ser compartida dondequiera que haya una escuela militar, dondequiera que haya compañeros de nuestro ejército.
Tenemos que socializar nuestros resultados, tenemos que lograr que el cine cubano acompañe a nuestros distintos sectores sociales.
Hablaba de lo de Stevenson, por el hecho del INDER y por cómo recuperar esa cinematografía deportiva; pero puedo hablar de la cinematografía militar, donde tenemos varios de nuestros hitos con la misma amenaza de que se destruya el patrimonio.
Viajamos a Moscú invitados por el director del Fondo Fílmico de Rusia, a quien habíamos convidado a inicios de año a participar en la Semana de Cine Ruso que hicimos a aquí. En Moscú nos invitó a examinar los archivos de cine. Allí, después del inventario, encontramos 75 filmes cubanos en 35 mm, en excelente estado. Películas incluso que habíamos perdido, como Una novia para David, que se había destruido totalmente, y está allí íntegra. Encontramos Capablanca completa, después de que Manolo Herrera ha penado durante años por el hecho de que a su película le faltaban dos rollos, e hicimos una versión digital del filme, la reconstruimos sólo para que Manolo Herrera pudiera ir a Villa Clara a verse con los ajedrecistas, a verse con Nogueiras, el Gran Maestro nuestro. Pues la tenemos en Rusia íntegra, como tenemos también El Siglo de las Luces.
Y por tanto hemos logrado un convenio con los rusos, en este caso con el Fondo Fílmico de Rusia, que puede significar digitalizar todo ese patrimonio y entregárnoslo nuevamente. Allí está prácticamente buena parte de la obra de Juan Padrón, intacta. Y los rusos han logrado conservar eso al punto de que nos han propuesto hacer la Colección Cuba, y recibir de nosotros lo que le falta a esa colección, para que ya sepamos que en ese otro continente, Eurasia, que es tan importante, el cine cubano está salvado y protegido.
El Icaic: Un movimiento cultural
Esos son nuestros retos hoy, contemporaneizar el Icaic. Lograr que efectivamente no sea un elefante blanco ahí en la calle 23, sino que restablezca su relación con sus creadores, su relación con la sociedad, protagonice de nuevo procesos que además le pertenecen por derecho propio. Creo que este puede ser otro momento. En nuestra gestión, que llevamos apenas 11 meses, puedo asegurar que no hemos hecho nada nuevo, que lo que estamos haciendo es restableciendo lo que fue el Icaic. Lo que nos inspira son esas generaciones anteriores que están ahí, que son la memoria viva, que continuamente nos compulsa.
Recuerdo en el Comité de Expertos una frase de Manuel Herrera en medio de un debate: “Nosotros éramos un movimiento cultural”; o sea, hasta tanto nosotros no regresemos a esa idea, lo que no significa que todos los cineastas estén de acuerdo ni que estén de acuerdo con nosotros, o los productores o los técnicos.
Considero que cada uno tiene que defender lo que piensa, y lo que cree, y ejercerlo; sobre todo si es para bien del sector. De lo que se trata es de en qué nos ponemos de acuerdo, en dónde podemos construir consensos. Porque de lo que no hay dudas es de que las últimas decisiones gubernamentales que se han tomado —y ya estamos hablando de una Política de Atención al Cine Cubano—, gracias al presupuesto que el país entregó a través del Ministerio de Finanzas y Precios, es que podemos hablar ahora de estos hechos, de lo contrario no podríamos.
“Lo que nos inspira son esas generaciones anteriores que están ahí, que son la memoria viva, que continuamente nos compulsa”.
El país, en medio de sus circunstancias, hizo una erogación del presupuesto para rodar cine, y nosotros por tanto lo hemos ejercido. Estoy recordando ahora mismo un documental que vi en el Canal Educativo, donde Titón de pronto comienza a decir que a nosotros se nos olvida que esto es una isla, un país subdesarrollado, y que para aspirar a hacer cine de arte hay que rodar primero, hay que hacer mucho cine.
Un país que aspire a tener una o dos obras maestras, en un año tiene que hacer 30 o 40 películas, y nosotros en estos momentos ya estamos trabajando en simultáneo en casi 100 proyectos. Claro, asumiendo como propio el cine independiente, estableciendo con él caminos que permiten aupar esas obras, buscar nuevos espacios donde se vean. Nosotros estamos llevando películas hoy a la pantalla de nuestro sistema de cine que son cine independiente con todo orgullo, porque son películas nacionalizadas, porque son creadores que se reconocen en su país, que quieren sobre todo hacer valer su obra, desde el diálogo.
Yo creo que eso lo demostró el Festival de Cine de Verano, ya no solamente la fiesta del cine cubano, fue el primer momento donde volvimos a poner en línea los cines del país, los cines abiertos del país teniendo la programación común. De pronto casi 400 000 personas regresaron a los cines.
“Estamos llevando películas hoy a la pantalla de nuestro sistema de cine que son cine independiente con todo orgullo, porque son películas nacionalizadas, porque son creadores que se reconocen en su país, que quieren sobre todo hacer valer su obra, desde el diálogo”.
La prensa enemiga, más que prensa los libelos enemigos digitales, decían que eso era una mentira nuestra, que estábamos inventando estadísticas. Bueno, pues el cine, el circo, el teatro, la música, regresaron a los cines. Y eso provocó que más de 400 000 cubanos fueran al festival, en medio de las mismas circunstancias de las reducciones energéticas, en medio de las mismas circunstancias que tienen esos cines.
La simultaneidad del reto que tiene el cine cubano
Tengo que continuamente aplaudir al Poder Popular de Rodas, que pintó su cine; reconocer a los que mantienen el de Jaguey Grande, en Matanzas, con una experiencia única de que allí se recuperó el cine, se puso el techo y hay un grupo de promotores y empresarios trabajando porque lo que ellos no podían permitir era que Jaguey Grande no tuviera cine. Y le están pidiendo películas al Icaic. Creo que eso es un modelo, eso es un ejemplo de lo que se puede hacer. Lo mismo en Baracoa, donde el Gobierno tiene ese cine totalmente reparado; o en Granma, que es otro ejemplo de cómo se pueden recuperar continuamente cines con el apoyo del Gobierno. Ahora mismo en Santa Clara, Villa Clara, otra de las comunidades no tenía el dinero para la tecnología del cine, sin embargo estaban reparando lunetas, pintando el cine, poniendo el cartel nuevo. Yo creo que de eso se trata, de ese espíritu que nos ha enseñado nuestro Presidente, que es que frente al problema grande nosotros podemos ir arrancándole pedazos, y que solamente de esa manera vamos a lograrlo.
Así yo veo al Icaic. Lo veo como que tenemos simultáneamente un problema enorme, más grande que nosotros mismos.
Tan sólo el patrimonio es una angustia, la manera en que se deteriora. Vivimos en un país tropical, donde el calor y la humedad destrozan el acetato, lo convierten en vinagre. ¿Cómo nosotros logramos estabilizar esas bóvedas? Cada martes hacemos un Consejillo para empezar discutiendo en qué situación están las bóvedas, qué temperatura tienen. Todo lo que estamos debatiendo hoy es cómo recuperamos esas 60 mil latas que se pueden perder si no las digitalizamos. Imagínense por qué nos hace falta un escáner. Y eso es tan importante como si se produce o no se produce cine; o si se distribuye o no se distribuye cine; o si se logra efectivamente que la exhibición trascienda las fronteras del Icaic.
Frente a esa multitud de problemas, ir arrancándole pedazos al problema es la única opción que hoy tenemos. Por tanto, puedo decir que nosotros recibimos el encargo de que los 65 Icaic estuvieran vivos el año entero, y sentimos que la nave va, que el barco se mueve, y que poco a poco, muchos que no creyeron en lo que estábamos proponiendo, se van subiendo al barco y van proponiendo nuevas salidas.
No hay nada que me entusiasme más que un compañero me diga: “aquí esta el proyecto del Departamento de Documentales que se perdió en el Icaic”; Jorge Luis Sánchez, por cierto. ¿Cómo es posible que el Icaic haya dejado de hacer documentales? Cuando ese era el lugar donde se entrenaron y formaron los grandes cineastas cubanos, que comenzaron todos haciendo documentales. O el éxito que nos acaba de suceder haciendo el Festival de Cine de Gibara, o el que pasó en Santiago de Cuba con el Festival Internacional de Documentales “Santiago Álvarez”. Es decir, nos vamos recuperando progresiva y paulatinamente. Estamos a las puertas del 45 Festival Internacional del Nuevo Cine Latinoamericano. Yo sé que va a ser un acontecimiento, ya lo estoy asegurando. Nosotros vamos a mantener las mismas ideas con que hicimos el 44, vamos a salir a Cuba, vamos a hacer una programación por todos los cines de Cuba, vamos a hacer subsedes dondequiera que haya tecnología que permita proyectar.
“Vamos a salir a Cuba”.
Estamos invitando también a grandes figuras del cine a que vengan a Cuba. No solo del cine, sino recuperar aquella idea de que quien hacía la telenovela brasileña del momento venía a La Habana. Los grandes actores del cine norteamericano venían al Festival. Estamos recuperando la idea de que la palabra “festival” es una fiesta, y nosotros tenemos el deber de sumar a esa fiesta a todo el que podamos. Salir del cascarón del Icaic, salir de los cines de La Habana, lograr que ese espíritu de ver otro cine, el cine latinoamericano, nos acompañe; o el mejor cine, universal inspirado en Latinoamérica.
Hay grandes sorpresas que no puedo revelar, pero estoy seguro que van a estremecer al país, porque vamos a ser escenario, otra vez, de grandes acontecimientos; como nos caracterizó, como estas generaciones anteriores de las que hablaba.
Imagínense qué difícil puede ser para mí asumir esta responsabilidad como periodista y promotor cultural —que es lo que soy siempre—, cuando mi papá, que sí es fundador del Icaic, me llevaba de la mano a las primeras ediciones del Festival de Cine Latinoamericano. Imagínense lo que puede significar para muchos de los que hoy estamos haciendo allí la vida de la institución, para los cineastas independientes que sienten ese compromiso con el Icaic, lo que significa qué hacer en ese festival y cómo no dejarlo morir. Y cómo volver a recuperar la plaza, la idea de que a La Habana había que venir. Yo creo que lo más estimulante es esa simultaneidad del reto que tiene el cine cubano.
Fuente: Cubadebate
Portada: Juan Carlos Borjas