El Trump que viene es el señor de las cañoneras y el gran garrote
Por Raúl Antonio Capote* / Colaboración Especial para Resumen Latinoamericano.
Cuando Donald Trump, empresario, personalidad televisiva y político conservador, miembro del Partido Republicano, asumió la presidencia de EE.UU. el 20 de enero de 2017, pocas personas valoraron en toda su extensión, las consecuencias que tendría tal evento para el país y para el mundo.
No se trataba solo de un magnate de excursión en la Casa Blanca, de un miembro de la jet set con deseos de divertirse haciendo política. El hombre iba a por todo.
Inseguro en sus primeros pasos, pero con el ego sublimado y deseos de poder, comenzó a hacer de las suyas, sobre todo en política internacional, rodeándose de lo peor del aparato político republicano.
A lo interno de EE.UU., se atribuyó los resultados económicos de la política de la anterior administración demócrata de Barack Obama, cuando en verdad, al marcharse, dejó el caos tras de sí, nadie debe olvidar, además, su responsabilidad con la muerte de 1 millón de estadounidenses por la COVID-19.
Mentir es parte de la forma de hacer política en ese país, los candidatos hacen propaganda, no de sus programas, que no se diferencia casi nada uno de otros, porque no los elaboran los partidos sino el poder real, en verdad compiten para engañar mejor al pueblo y ganar sus votos, pero Trump rompió todos los records en esa materia.
Finalizó o, al menos eso creían todos, su carrera como presidente de la primera potencia capitalista del orbe, implicado en el asalto al Capitolio, algo que parecía imposible en la “Democracia” estadounidense y que finalizó sin consecuencias para el “autor intelectual” y posible material del violento acto.
Sin embargo, se elevó sobre el desastre, fue tan mala la administración de Joe Biden, tan mala la candidatura presentada por los demócratas, que logró lo que parecía de nuevo imposible, fue electo presidente.
Dijo que sacaría a Estados Unidos de todas las guerras, pero no especificó bien a que se refería, porque de seguro hablaba de las que él considera que no “hacen grande a EE. UU. de nuevo”, porque ya enseñó las garras.
Regresa mucho más seguro de sí mismo, empoderado por lo más arcaico, conservador y fascista de la sociedad estadounidense, con un programa cercano a los intereses que representa y rodeado de sus mejores servidores, conocidos no por sus talentos, sino por su incondicionalidad al magnate anaranjado.
Solo hay que observar su propuesta de gabinete, Trump eligió a Marco Rubio para estar al frente del Departamento de Estado, el mal cubano, tendrá a su cargo el liderazgo de cuestiones como la guerra entre Rusia y Ucrania, la agresión de Israel a Palestina, el nuevo “Gobierno” en Siria, las relaciones con China, Rusia e Irán, Venezuela, Cuba y Nicaragua, la migración desde México, y el narcotráfico, entre otras cuestiones.
Rubio fue el diseñador de la “política de máxima presión contra Cuba”, y ya se frota las manos de satisfacción soñando con todo el mal que puede hacer a los cubanos.
Para rematar, el presidente electo, anunció este domingo, que nombró a Mauricio Claver-Carone como Enviado Especial del Departamento de Estado para América Latina.
Claver-Carone, revisemos su historial, en 2003 fundó un grupo de acción política para promover un cambio de Gobierno en Cuba, US-Cuba Democracy PAC, que ha donado fondos a las campañas de Trump y Marco Rubio.
Desde septiembre de 2018 ocupó el cargo de Asistente Especial del Presidente y Director Principal de la dirección de Asuntos del Hemisferio Occidental del Consejo de Seguridad Nacional de los Estados Unidos.
Mientras que, en el 2020, fue elegido como el primer presidente estadounidense del Banco Interamericano de Desarrollo (BID), cargo que mantuvo hasta septiembre de 2022.
Ese dúo augura un periodo de gobierno trumpista muy agresivo para América Latina, sobre todo.
“Es hora de restablecer el orden en nuestro propio hemisferio. Mauricio conoce la región y sabe cómo anteponer los intereses de Estados Unidos”, señaló Trump.
Las guerras de Trump
Quien prometió poner fin a “todas las guerras” ya anunció que EE.UU. considera que la posesión y el control de Groenlandia es una necesidad absoluta, recordemos que ya durante su anterior administración quiso comprar la isla más grande del mundo, perteneciente a Dinamarca.
“Para los objetivos en seguridad nacional y libertad en todo el mundo, Estados Unidos de América considera que la posesión y el control de Groenlandia es una necesidad absoluta” dijo el presidente estadounidense.
Además, advirtió, que Washington puede exigir la recuperación del control sobre el canal de Panamá.
“El canal de Panamá se considera un Activo Nacional vital para Estados Unidos, debido a su papel crítico para la economía y la seguridad nacional”, escribió Trump en su plataforma Truth Social.
El republicano subrayó que el canal desempeña un papel crucial para el comercio y el rápido despliegue de la Armada estadounidense desde el Atlántico hasta el Pacífico, al tiempo que reduce significativamente los plazos de envío a los puertos del país norteamericano.
Ante la respuesta del presidente panameño, José Raúl Mulino, “Quiero expresar de manera precisa que cada metro cuadrado del canal de Panamá y su zona adyacente es de Panamá, y lo seguirá siendo”. Trump respondió, en son de burla, con un “Ya veremos” amenazante.
No, no habla el magnate, con aires de monarca absoluto de hacer grande a EE.UU. al crear un país un poco más humano y solidario, atender a los millones de pobres, sin acceso a la salud, ni a la educación, a los sin casa que sobreviven en las calles del país más rico del mundo.
No se refería a poner fin a la violencia endémica, que asola las calles de las grandes ciudades y pueblos del país norteño, mucho menos a acabar con las guerras, se refería a hacer a ese país más poderoso por el temor, por la intimidación, mediante las armas y la política del gran garrote, amenazando, invadiendo, saqueando la economía de otras naciones.
(*) Escritor, profesor, investigador y periodista cubano. Es autor de “Juego de Iluminaciones”, “El caballero ilustrado”, “El adversario”, “Enemigo” y “La guerra que se nos hace”.
Foto de portada: Reuters.