La heroína que salvó a Fidel Castro y a la Revolución Cubana
Por Msc.Adelaida Béquer Céspedes
Quizás uno de los aspectos menos tratados, y por ello poco conocidos en la vida de Celia Sánchez Manduley, sea el papel que desarrolló en el aseguramiento de la supervivencia inicialmente de los combatientes guerrilleros y más tarde del Ejército Rebelde, al punto de ser considerada por Fidel, desde los primeros meses de la Sierra Maestra como imprescindible y por Raúl como la madrina de los guerrilleros.
Esta historia comenzó mucho antes del asalto al cuartel Moncada el 26 de julio de 1953; cuando Celia buscaba desesperadamente una organización dentro de la cual luchar contra la tiranía entronizada por Fulgencio Batista después del golpe de estado del 10 de marzo de 1952.
Conoció por la radio del asalto al cuartel Moncada el 26 de Julio y cuatro días más tarde se trasladó a la capital oriental, buscando conocer las intenciones de aquello jóvenes audaces, con los cuales coincidía en la decisión de luchar contra Batista por la vía insurreccional. Aunque en este momento desconocía quienes eran. Y aun cuando no pudo establecer contactos con Fidel ya que una vez realizado el juicio estos fueron trasladados a la prisión de Isla de Pinos, comenzó a enviarles alimentos, medicamentos, libros y todo lo que pudiera aliviar aquel injusto encarcelamiento.Fue una fervorosa y ardiente promotora en la zona de la campaña por la amnistía de los presos políticos, fundamentalmente los asaltantes del cuartel Moncada y el Carlos Manuel de Céspedes de Bayamo.
Después de la liberación del Dr. Fidel Castro y sus compañeros se fundó el Movimiento 26 de Julio el 12 de junio de 1955, ella al conocer de la existencia de la nueva organización se trasladó a Santiago de Cuba y trató por todos los medios de contactar con sus dirigentes en Oriente. En compañía de su prima María Teresa Taquechel Manduley, estableció relación con Pepito Tey y Lester Rodríguez, quedando comprometida para captar miembros y simpatizantes en la región de Manzanillo, sobre todo, en los pequeños pueblos de la costa, donde había muchos militantes del Partido Ortodoxo.
Inicialmente realizó un trabajo de sondeo entre los campesinos, para saber con quién podía contar para acciones futuras, actuó de la misma manera entre la gente joven de Pilón y los amigos, que conocía de toda la vida y sabía cómo pensaban. Organizando células del Movimiento en la Sierra y en algunos pueblos de la costa Media Luna, Niquero, Pilón con la más absoluta compartimentación. Prefirió por su composición social a los más humildes: obreros, campesinos, jornaleros, trabajadores agrícolas, pequeños agricultores, empleados de los centrales, jóvenes sin perspectiva de trabajo ni estudios. Cuando ya no pudo permanecer por más tiempo en Pilón por la persecución encarnizada del jefe del puesto de la guardia rural, se trasladó a Manzanillo. Donde sin pertenecer a la organización allí, pronto se hizo imprescindible, por su dinamismo, audacia, por sus múltiples relaciones entre la mediana y alta burguesía, los cuales contribuyeron con ella económicamente siempre que lo requirió.Se puede afirmar que desde el momento en que Frank País y Pedro Miret fueron a Pilón el 5 de enero de 1956 para recorrer la costa que va de la Ensenada de Mora a Marea de Portillo, se ganó la confianza de Frank, y de los compañeros de la dirección nacional del Movimiento. Más tarde ante la necesidad de obtener los mapas y las profundidades de la zona, que viabilizarían la travesía del yate Granma, empleó su inteligencia para obtenerlos. Dándoselos a Pedro Miret Prieto, que los trasladó a México y los entregó al doctor Fidel Castro.
Gracias a la red de recepción creada por ella en la zona, salvó la vida de Fidel, Universo Sánchez y del doctor Faustino Pérez Hernández, después del infausto combate de Alegría de Pío, los cuales fueron localizados por Guillermo García Frías y trasladados al sitio que ella previsoramente había seleccionado, por si se producía la dispersión de los expedicionarios, la finca de Mongo Pérez en Limoncito, conocida después por Cinco Palmas. Por ello no fue obra de la casualidad que después del combate de Alegría de Pío Fidel y los grupos conducidos por Raúl Castro y Juan Almeida, se encontraran en este mismo lugar.
Por fin el 16 de febrero de 1957, Celia conoció a Fidel Castro, durante el intercambio que este realizó con Frank y con ella, percibió que éste hombre martiano era, sin lugar a dudas, el llamado a cambiar el destino de Cuba, liberándola definitivamente de la dependencia del “norte revuelto y brutal que nos desprecia”, como afirmó certeramente el Apóstol. A su regreso a Manzanillo expresó que ahora si teníamos un líder, quedó fuertemente impresionada por la personalidad de Fidel, por su decisión de proseguir la lucha y por la solidez de sus principios. Tampoco en esta oportunidad pudo quedarse en la Sierra al darle Fidel la misión a ambos del envío de un contingente de hombres armados para reponer a los expedicionarios asesinados posterior al desembarco.A su regreso a Santiago de Cuba Frank fue detenido y encarcelado y Celia diligentemente y con el apoyo de la familia Llópiz y otros miembros del Movimiento en Santiago de Cuba, tendría que cumplir con la tarea encomendada. Y el 15 de marzo el contingente formado por 49 jóvenes partió a unirse a Fidel.
El 23 de abril volverá nuevamente a la Sierra con el convencimiento de que esta vez se quedará definitivamente; se incorporó al pequeño destacamento de la comandancia. Allí el 28 de mayo combatió en Uvero con una carabina M-1, viendo caer a su lado al querido compañero artemiseño y asaltante al cuartel Moncada Julito Díaz.
Pero nuevamente sus aspiraciones se truncan al designarla el Comandante en Jefe en junio para una nueva misión en Santiago de Cuba. Al salir de la Sierra Maestra en compañía de Néstor Proenza, una avioneta los ametralló y se corrió la noticia de que ha sido capturada. Afortunadamente la noticia era falsa y logró cumplir el cometido encomendado entrevistarse con el periodista Herbert L. Mathew. No regresó directamente a la guerrilla, sino que se quedó en Manzanillo intentando reorganizar la función logística, que se había debilitado después de su salida para la Sierra Maestra y resolver otros problemas que se habían suscitado allí.Frank País le advirtió que se preocupara solamente de los asuntos de la logística de la guerrilla y dejara a los manzanilleros resolver los problemas de indisciplina y a ese fin envió a mediados de julio a José Cala Benavides a esta ciudad.
En octubre de 1957 conociendo el peligro mortal que ella corría de caer en manos del enemigo fue reclamada por Fidel Castro, para que regresara a la Sierra Maestra nuevamente. El día 15 ascendió una vez más aquellas cumbres, para quedarse esta vez definitivamente al lado de Fidel, convirtiéndose en su más cercana y fiel colaboradora. Al subir encontró una serie de estructuras colaterales a la organización estrictamente militar de las tropas rebeldes de combate. La mayoría de ellas iniciadas por el Che. Con su incorporación definitiva a la Columna 1 José Martí impulsó y desarrolló hasta el más mínimo detalle este proceso en embrión. Con exquisito tacto y desvelo se dedicó personalmente al cuidado y protección de Fidel, junto con Raúl Castro y otros compañeros de la Comandancia, incluso seleccionó muchachas que luego integrarían el pelotón Mariana Grajales para que estuvieran a cargo de la custodia de la comandancia de La Plata.
Celia se convirtió en un enlace formidable entre Fidel, el Che y otros capitanes y comandantes del Ejército Rebelde, copiaba las órdenes y disposiciones de Fidel con su cuidadosa y menuda letra de imprenta, para poder preservar aquellos documentos, que hoy se conservan en la Oficina de Asuntos Históricos.
Estableció con un grupo pequeño de compañeras talleres para la confección de uniformes y también se dieron los primeros pasos para montar un taller de curtido de pieles para elaborar las botas para los soldados rebeldes. Una previsión genial de Celia fue la solicitud de médicos para la guerrilla. Como siempre atenta a los más mínimos detalles se comenzó a fines de marzo la construcción de un hospital en Camaroncito, bajo la responsabilidad del doctor Julio Martínez Páez, uno de los primeros médicos en llegar a la Sierra Maestra. En Pozo Azul se instaló otro bajo la dirección del doctor René Vallejo Ortiz y Manuel Fajardo Rivero (Piti), ambos médicos de Manzanillo; el 19 de mayo de 1958 envió una carta a los médicos que construyeron el hospital de La Plata, felicitándolos por su labor de constructores porque ambos habían dado mucho pico y pala en su edificación. Así se establecieron los primeros hospitales en la zona de La PlataEn La Plata además de estas facilidades, bajo su dirección mandó a construir la Comandancia, edificándola dentro de los árboles de tal manera que no pudiera ser detectada por los aviones enemigos. Imprimiéndole un toque de belleza al sembrar allí muchas plantas de manto de las ochenta variedades que poseía en su vivienda de Pilón. Así Fidel tendría un lugar donde trabajar y dirigir las acciones militares.
Al valorar el trabajo de Celia durante la Ofensiva enemiga y luego la contraofensiva del Ejército Rebelde Fidel expresó que: “Junto a todos estos preparativos, estaba el problema del abastecimiento alimentario de la población campesina y de nuestros combatientes, que se hacía crítico teniendo en cuenta el bloqueo de la montaña establecido por el enemigo y comenzado entonces a reforzar en previsión de su ofensiva (…) Hay que decir que durante estas semanas previas al comienzo de la ofensiva, nuestra actividad de retaguardia se creció y estuvo a la altura de los requerimientos. El corazón de ese trabajo, entonces más que nunca fue Celia. Desde las Vegas de Jibacoa, donde había instalado su base de operaciones por las favorables condiciones del lugar, fue ella quien coordinó e impulsó toda esta labor. Gracias, en gran medida, a sus esfuerzos, nuestros abastecimientos continuaron fluyendo y logramos crear reservas mínimas que resultaron decisivas en los momentos cruciales de la ofensiva. Fue Celia también la encargada de organizar la producción de sal, la fabricación de queso, el fomento de huertos, estancias y crías de cerdos y pollos. Todo ello unido a su atención al cúmulo creciente de asuntos generados por la organización y administración del territorio rebelde, y a su cooperación en los suministros de los medios y herramientas para la construcción de trincheras, así como la multiplicación de los contactos fuera de la Sierra para la obtención de informaciones, dinero y otros servicios”[1].
Pero además Celia se ocupó del acopio y abastecimiento de gasolina, petróleo y luz brillante y otros combustibles que aseguraban el funcionamiento de Radio Rebelde, y de varias plantas generadoras, instaladas en los hospitales, la tasajera y otros sitios. Hacía incesante acopio de medicamentos, alimentos y otras mercancías imprescindibles para la supervivencia del Ejército Rebelde. Todo ello lo realizó con un pequeño grupo de colaboradores a quienes les asignó diversas tareas que controlaba personalmente.
La previsión de Celia no se limitó al abastecimiento de las tropas sino también a la masa campesina que habitaba el territorio donde se produjeron las más grandes confrontaciones durante la guerra, en el Primer Frente de la Sierra Maestra.
Se puede afirmar, sin lugar a dudas, que Celia resultó un personaje imprescindible para el triunfo de los ideales del Comandante en Jefe, que su insuperable rol dentro de este proceso revolucionario comenzó desde el momento en que Frank País y Pedro Miret llegaron en enero de 1956 a Pilón para solicitar su ayuda prolongándose hasta el momento de su deceso. Entregándose sin límites a la obra de construir un país “con todos y para el bien de todos”. Las personas como Celia no mueren jamás en el corazón de los pueblos.
¡Cuánta falta nos hace Celia, su celo y exigencia revolucionaria todavía!
Nota: [1] Castro Ruz, Fidel: La victoria estratégica, por todos los caminos de la Sierra. Oficina de Publicaciones del Consejo de Estado de la República de Cuba. Pp. 45-46
Fuente: Cubadebate
Fotos: Archivo Fidel Soldado de Ideas