Incendios en Los Ángeles: El devastador impacto de un cóctel explosivo de factores naturales y humanos
California, un estado habituado a enfrentarse cada año a los incendios forestales, está viviendo uno de los episodios más desoladores de su historia reciente. Desde el martes 7 de enero, las llamas han arrasado Los Ángeles, dejando un saldo catastrófico que aún sigue en aumento. Hasta este viernes 10 de enero, más de 153 000 personas han sido evacuadas, miles de edificaciones destruidas o dañadas, y unas 14 000 hectáreas reducidas a cenizas. Según el Departamento de Bomberos del estado de California, al menos diez personas han perdido la vida.
Este fenómeno, catalogado como “sin precedentes” por el gobernador Gavin Newsom, ha puesto de manifiesto una conjunción de factores meteorológicos, urbanísticos y climáticos que han exacerbado la magnitud y el impacto de los incendios, que incluso en pleno invierno, una época tradicionalmente menos propensa a este tipo de desastres, han alcanzado niveles históricos de destrucción y costos.
Récords desoladores en la historia de los incendios de Los Ángeles
Los dos focos principales, identificados en los distritos de Palisades y Eaton, ya son considerados los más destructivos en la historia del condado de Los Ángeles. El incendio en Pacific Palisades, una de las zonas más exclusivas de la ciudad y hogar de numerosas celebridades, ha dejado un rastro de devastación que podría convertirlo en el más costoso jamás registrado en la región, con estimaciones de daños entre 135 000 y 150 000 millones de dólares.
Las imágenes del barrio de Pacific Palisades son elocuentes: hileras de residencias calcinadas y paisajes reducidos a cenizas que testimonian la fuerza incontrolable de las llamas, avivadas por condiciones climáticas inusuales y un entorno urbano cada vez más vulnerable.
Los ingredientes de un desastre: sequía, viento y urbanización
El origen de este desastre se puede rastrear en un “cóctel explosivo” de condiciones naturales y humanas. Por un lado, la vegetación abundante, resultado de inviernos húmedos en 2022 y 2023, quedó expuesta a una sequía severa que se extendió desde junio hasta diciembre de 2024, con precipitaciones muy por debajo de lo normal. Esta vegetación, ahora seca, se convirtió en el combustible perfecto para los incendios que comenzaron el martes 7 de enero.
A esto se suma la acción de los vientos de Santa Ana, característicos de los inviernos californianos, que alcanzaron esta semana velocidades de hasta 160 km/h, las más intensas desde 2011. Estas ráfagas cálidas y secas no solo avivaron las llamas, sino que favorecieron su propagación rápida y descontrolada.
El urbanismo también ha jugado un papel crucial. La expansión demográfica y la creciente presión inmobiliaria han llevado a que cada vez más personas se asienten en áreas próximas a bosques, creando zonas residenciales vulnerables a los incendios. La densidad de viviendas en estas áreas facilita que el fuego se propague rápidamente de casa en casa, transformando los incendios forestales en verdaderos incendios urbanos.
El cambio climático como telón de fondo
Más allá de las condiciones locales, los incendios en Los Ángeles también reflejan las consecuencias de la crisis climática global. El aumento de fenómenos meteorológicos extremos, como lluvias torrenciales, sequías prolongadas y olas de calor, está estrechamente vinculado al calentamiento global. Estudios recientes han indicado que el cambio climático ha quintuplicado la incidencia de incendios en California desde 1996, incrementando la frecuencia y la intensidad de estos desastres.
La magnitud de los incendios actuales recuerda que la región no está sola en su lucha contra este fenómeno. Diez de los incendios más devastadores de California han ocurrido en las últimas dos décadas, y cinco de ellos tan solo en 2020. Los científicos advierten que, de no tomarse medidas drásticas, la probabilidad de megaincendios seguirá en aumento.
Mientras los bomberos trabajan incansablemente para controlar las llamas, el costo humano, ambiental y económico de esta tragedia continúa creciendo. Los Ángeles se enfrenta ahora a uno de sus capítulos más oscuros, que deja una clara advertencia sobre los desafíos que plantea el cambio climático y la necesidad de un urbanismo más sostenible. El futuro de la región dependerá en gran medida de las lecciones que se logren extraer de esta devastadora experiencia.
Fuente: Cubadebate
Foto: AP