¡Separen a la familia cubana!
Por Francisco Delgado Rodríguez
El rentable negocio de la política anticubana desde el Senado parece ser conducida ahora por Rick Scott, con suficiente aval corrupto para ello
Separar a las familias cubanas; esa es la propuesta del corrupto Rick Scott, senador junior por el estado de la Florida, quien parece haber sustituido al no menos corrupto Mr. Rubio, flamante secretario de Estado, en el negocio de promover iniciativas legislativas en el Congreso, para profundizar la agresión económica a Cuba.
En la ocasión se habla del proyecto de ley que Scott y compañía presentaron por primera vez, en el Senado, el 18 de octubre de 2021, bajo la numeración s.2990; un engendro con un largo nombre que resumieron como «Ley Democracia».
Además de una impresentable fundamentación llena de frases inútiles y trilladas, la Ley en concreto supone una nueva vuelta de rosca a la ya nefasta Ley Helms Burton; con el añadido de la suspensión de todos los vuelos a Cuba desde Estados Unidos. En pocas palabras, Scott y sus adláteres quieren impedir el flujo natural de emigrados cubanos que viven allí.
Esta medida ya fue aplicada, en parte, en la anterior administración de Trump, cuando quedó solo la conexión aérea con La Habana, lo que provocó perjuicios directos a la familia cubana. Sin embargo, lo que se propone ahora tendría rango legislativo, o sea, no podría ser modificado por próximos gobiernos, sin contar con el Congreso.
EXPEDIENTE DE UN CORRUPTO
Decir que Rick Scott es un corrupto no es una exageración ni un agravio. Sus fechorías se remontan a 1997, cuando siendo gerente principal de Columbia/hca, empresa privada de servicios de salud, quedó envuelto en un sórdido proceso judicial, al defraudar a los sistemas Medicare y Medicaid.
Scott evitó ser procesado al negarse a responder a los requerimientos del tribunal, no menos de 75 veces, y porque finalmente Columbia/hca pagó una multa multimillonaria.
En el mundo de la política, la historia de Scott, tanto de gobernador de la Florida como ahora de senador, está llena de controversias sobre conflictos de intereses y decisiones cuestionables.
De su época de gobernador se recuerda el proyecto All Aboard Florida, asociado a la construcción de un tren de alta velocidad en el estado, que terminó en manos de una empresa privada en la que él y su esposa tenían acciones, así como su Jefe de Gabinete.
Otras tropelías del Gobernador se verificaron en el despilfarro de recursos estaduales por su polémica ley sobre la Política de pruebas de drogas a beneficiarios de bienestar; o la opacidad en los procedimientos para justificar un rechazo a fondos federales para hiv y Medicaid, perjudicando a miles de pacientes a partir de premisas prejuiciadas. A Rick le llovieron críticas por el excesivo secretismo y la poca transparencia en el ejercicio de sus funciones.
Acostumbrado a la impunidad, como senador Rick Scott se ha mantenido fiel a su modus operandi. Destaca su mala gestión de los llamados fondos del nrsc, un hecho que The Washington Post comparó con el escándalo de Columbia/hca.
Con este historial, a Scott le cuestionan el inexplicable aumento de su patrimonio, calculado en unos 250 millones de dólares, algo que provocó que grupos como End Citizens United, un comité independiente dedicado a denunciar el empleo desmesurado de donaciones a políticos, lo incluyera en la lista de los más corruptos en 2024, al favorecer a multimillonarios y farmacéuticas. Quizá por este abultado pedigrí, es que, en noviembre pasado, sus pares rechazaron la aspiración de Rick de convertirse en líder de la mayoría republicana en la Cámara Alta.
«NO DEBEMOS VIAJAR A CUBA»
Cualquiera no familiarizado con la política estadounidense podría no entender cómo tal personaje puede ostentar tan elevados cargos en un país que se vende como la meca de la transparencia y la honradez política. No obstante, solo hay que recordar que los apoyos a Scott provienen de la mafia cubanoamericana, pues él mismo es un miembro destacado, y con sus pillerías hace honor a la cualidad mafiosa de ese grupo de oligarcas, de olvidado origen cubano.
Con sus últimas iniciativas, el senador Scott, apoyado por otro personaje de igual calaña, Tommy Tuberville, intentan arrasar con un derecho inalienable de los emigrados: la libertad de visitar a sus familiares en Cuba, bajo supuestos principios que Scott hace muchos años abandonó, si es que alguna vez los tuvo.
Scott vocifera, demagógicamente: «no debemos viajar a Cuba», como si él tuviera algún pariente u otra razón para venir. Al menos invitación desde acá no tendrá, y de existir un lugar adecuado para un personaje con sus «méritos», lo más cercano tal vez sea Raiford Prison, el principal establecimiento penitenciario de la Florida.
Tal vez termine allí con Marco Rubio, el otro gran corrupto de esta fauna, ambos de compañeros de celda de ese maestro que, en términos de malversación y latrocinio, fue para ellos el exsenador Bob Menéndez, ahora tras las rejas.
Fuente: Granma
Foto: Reuters