La chica que pinta a Pepe
A 130 años de la caída en combate de José Martí, y a pesar de las dificultades del contexto socioeconómico cubano, su ideario continúa inspirando a artistas de la plástica en la Isla.
Por Camilo Alejandro-
Hermaiony de la Caridad Villa Machado es una de las artistas emergentes más reconocidas de la plástica cubana. Trabaja y trabaja, parece obsesión. Picasso estaría orgulloso. Con la excepción de que Pablo revolucionó hasta legarnos el “cubismo”, y Hermaiony prefiere el “realismo artístico”; plasmar las cosas “como se ven”, aunque ello le traiga consecuencias. Son las diez de la mañana, es sábado y me encuentro en la Universidad de las Artes de Cuba (ISA) frente a la chica que pinta a Pepe.
-¿Sueles trabajar así? Por lo elegante, me refiero.
-No es que no me haya querido poner bonita para la ocasión, pero a las doce tengo un compromiso-. Sonríe. Lleva puesta una pantaloneta blanca con rayas oscuras, una blusa azul y sandalias. Se muestra tímida y, en cierta forma, yo también. Nuca antes entrevisté a una artista en proceso de creación y trato de disimular la presión que supone la hora y pico de la que dispongo.
Hablamos de todo: de Picasso, de apagones, del café de su abuelo y de Martí. Mucho de Martí. A fin de cuentas, Cuba no hubiese sido la misma si 130 años atrás aquel hombre de un metro sesenta y ocho no hubiese muerto por ella, y la personalidad de Hermaiony tampoco.

-¿Por qué tanto interés en él?– Fue la pregunta que me hice en diciembre de 2022 cuando asistí a su exposición ¡No me hables del cielo!, en la Academia Nacional de Bellas Artes de San Alejandro, y tuve delante a la pieza “Yo moriré sin dolor”. Se trata de un lienzo de gran formato (200 x 150 cm), donde aparece el Apóstol tumbado por dos impactos de bala.
-A veces lo único que nos permitimos de Pepe es un busto frío. Mi primer acercamiento a él fue a través del texto El Presidio Político en Cuba, cuando tenía la misma edad que él cuando cayó preso, dieciséis. Pepe es complicado de leer, pero su forma de ilustrar conceptos con imágenes me hicieron identificarme, porque tengo la misma necesidad cuando escribo poesía, narrativa, ficción, y todo ello lo vuelco en la pintura.
El Martí de Hermaiony no es como los de Kamyl Bullaudy, Mendive, Jorge Arche, Carlos Enrique, Servando Cabrera, Nelson Domínguez o Fabelo. El de ella se llama “Pepe” y aparece sin halo, carnal. No la escuché referirse a él de otra forma que no fuera Pepe. Tan cercano lo siente, lo pinta. Medita en su vida como intentando parecerse.
“Cuando se ve al Martí de Hermaiony se ve a Martí por primera vez”, escribió Lil María Pichs Hernández, miembro del Movimiento Juvenil Martiano y de la Sociedad Cultural José Martí, en un artículo del 21 de noviembre de 2022 en la revista La Jiribilla.
Al decir del pintor y maestro cubano Gólgota Gómez (1970): “¡No me hables del cielo!, más que una muestra personal de una estudiante de arte a punto de graduarse, es un acontecimiento pictórico en un tema que ya va tomando camino de la comprensión del héroe (…)”
-Hay que encontrar atractivos para llevarlo a las jóvenes generaciones- dice Hermaiony, como si tuviera cincuenta años y no veinte-. A muchos no les interesa porque se les enseña solo a través de fechas y hechos-.
Ella es menuda, introvertida, diestra para la filosofía. Habla de su mundo interior con la misma pasión con que pinta. Si la internet insulsa enajena a la juventud cubana, ahí está ella, en segundo año de licenciatura en Artes visuales y muy segura de lo que quiere. -La pintura es algo en lo que me llevo enfocando desde hace mucho- explica-. No puedo dejar de imaginarme mundos y escenarios. ¿Qué hora es? –
-Las doce menos cuarto-. En realidad, son las once y mi broma sirve para relajarnos. Estamos en la cúpula de su curso, donde suelen exponer los estudiantes. Por las ventanas entra una luz que ayuda su obra, pero afecta la mía. Reajusto el lente de la cámara y aprieto el obturador.
Hermaiony ambientó previamente el lugar con sus cuadros: colibríes y autorretratos libres al óleo y carboncillo. Ninguno es de Martí, logró vender dos ejemplares de su serie y el resto los tiene en su casa en Santa Clara. Tenía preparado un lienzo en blanco sobre un caballete para un boceto, una mesa con pigmentos y una silla.
También hay uno de sus libros arte. Este se llama “Cado” y es un álbum de bocetos con plumilla, poemas y pensamientos. Fue presentado en 2024 en la exposición “Punto Cubano”, en Tampa, Estados Unidos. Ella fue la artista más joven de una nómina de catorce invitados por la galería Ybor Art Factory y el Consejo Nacional de las Artes Plásticas de Cuba.
-No soy una experta en su vida- me dice, volviendo a Pepe- pero puedo hablar un poquito de su lado humano. La palabra “humano” la repite mucho. “A fin de cuentas -dice- es la gran verdad que compartimos”.
La condición física y “humana” de Hermaiony la conecta con el Héroe Nacional, pues él tuvo graves secuelas a lo largo de su vida debido al Presidio. A ella, también en su adolescencia, le diagnosticaron “miopatía metabólica”, una enfermedad que le impide a su cuerpo producir el nivel de energía suficiente y le otorga un cansancio constante. Fue entonces que creció su interés por obras como “Versos Libres”, el epistolario martiano y La Edad de Oro, como una forma de “encontrarse a sí misma”.


-¿Cómo pintas cuadros tan grandes?
Subida en un banquito. No mide más de un metro sesenta, pero cuando se trata de arte, para ella no hay obstáculos. Le gusta su zona de confort, siempre la acompaña la música.
“Como nación vivimos tiempos duros. Sin embargo, aunque nuestro hogar está maltrecho, es nuestro y somos nosotros quienes debemos echarlo a andar”. Lo afirma alguien que no dicta cómo deben hacerse las cosas, sino se limita a “aportar su granito”. “Trato de hacer lo que puedo para incentivar el interés en la figura de Pepe, a través de mis cuadros y participación en actividades con el Movimiento Juvenil Martiano.
-A fin de cuentas, ¿cómo te defines tú?
-Soy alguien a la que le gusta pinta y escribir tradicionalmente, en un contexto en el que eso no es lo que se espera de un artista. Me dicen mucho que salga de mi zona de confort, porque el artista tiene que ser polifacético y multidimensional, porque el artista esto y el artista lo otro. Pero ahora mismo no siento la necesidad de romper con mis paredes.

-¿Y si la consecuencia de no hacerlo es el fracaso?
-De eso es de lo que se trata cuando hablas de Martí, de ser consecuente con uno mismo. Desde joven él supo que moriría luchando por la independencia de Cuba, a pesar de llevar en el corazón el alma de un poeta y recibir cuestionamientos. El artista tiene que vivir primeramente para sí y para su arte, y si mi forma de comunicar es a través de la pintura tradicional, seguiré con el lienzo, aunque termine vendiendo perros calientes en la calle.
Pero ese no será el futuro de Hermaiony de la Caridad Villa Machado. Ella no se conforma con su reconocido talento, sino que estudia y aprende cada vez más, a la vez que cultiva un alma humilde, modesta. Son casi las doce, tiene un compromiso, veinte años y una carrera prometedora. Picasso estaría orgulloso de verla, y José Martí También.
