Pensamiento Crítico: Los masacrados de la tierra
Por Alfredo Grande, Pelota de Trapo/ Resumen Latinoamericano, 11 de abril de 2025.
(APe).- De lo poco que aprendí del filósofo Alain Badiou, con el riesgo incluso de que lo aprendí mal, es que una verdad es verdad en todo momento. Por eso quizá -esto pienso yo- hay pocas verdades que en el mundo han sido. Y hay demasiadas “pos verdades”. Sólo me permito agregar que esa verdad es siempre una verdad de clase. O sea: cada clase tiene las verdades que se merece.
Obviamente, los que son ajenos al pensamiento clasista suelen hacer culto de las “verdades absolutas”. Tienen una visión maniquea de las verdades que les cabe el epíteto de dogma. Una de las verdades que yo acepto es el concepto filosófico y politico de la “lucha de clases”. Aclarando siempre que lucha no es exterminio y que las clases se definen en cada momento histórico, político, social.
“Los condenados de la tierra” de Franz Fanon, es una referencia necesaria para entender la subjetividad de la víctima y del victimario. “Los condenados de la tierra es un diagnóstico psiquiátrico, político, cultural e histórico de la colonización en Argelia particularmente y en África en general, además de constituir un llamado al tercer mundo a emprender la lucha descolonizadora, es decir, a crear un hombre nuevo”.
La subjetividad colonial es un “logro” de la cultura represora. Especialmente porque permite percibir la esclavitud y el sometimiento como la más completa libertad. Los “otros medios” que mencionara Clausewitz en su recordada afirmación sobre la continuidad de la guerra, debe incluir a la subjetividad colonial. La lucha por la niñez y la ancianidad vulnerada, es también la lucha por erradicar los conceptos represores sobre qué es la niñez y qué es la ancianidad. Incluso en su continuidad histórica. Pulverizar la jubilación es una estafa retroactiva ya que los aportes han sido hechos. Y los que no han sido hechos es más por robo empresarial y por políticas laborales de servidumbre, que algunos llaman trabajo informal.
Dije masacrados porque los condenados de la tierra, siguiendo las ideas de Fanon, han sido condenados a muerte. La pobreza es la vida miserable. La indigencia es la muerte miserable. Y hay condenas a muerte con lo cual el mito burgués de la “puerta giratoria” deviene criminal, ya que la muerte no convoca ninguna puerta giratoria.
El llamado pomposamente “Estado Nación” alberga al colonizador y al colonizado. Cantan el mismo Himno, alientan al mismo seleccionado, consumen si pueden lo mismo que la publicidad delirante propone. Esta coincidencia objetiva entre colonizador y colonizado es al menos tan siniestra como la condena de Francia a Argelia. No solamente hay un eurocentrismo, tan genialmente enunciado y denunciado por el filósofo Enrique Dussel, sino un argentino-centrismo. La Argentina es muchas cosas, pero también es una abstracción. Dios no atiende ni siquiera en Buenos Aires, pero al menos sostiene esa abstracción. La abstracción se sostiene con un curioso dispositivo de masacre denominado coparticipación.
El colonizador y el colonizado negocian. La otra orilla de las luchas de emancipación. La emancipación ha sido reemplazada por acuerdos más que turbios, chantajes, estafas varias. Lo más terrible es que el denominado Estado de Derecho legitima esas aberraciones. No es necesario ningun Estado de Excepción. Con éste basta y sobra para seguir masacrando. Los condenados/ masacrados de la tierra han sido adecuadamente colonizados. Por eso insisten en que las Malvinas son argentinas. Lo cual es cierto, pero lo siniestro es que la Argentina son las Malvinas.
La batalla cultural, al menos desde la clase a la que pertenezco por convicción, es la batalla por descolonizar la subjetividad. Es posible que haya muertos en ese combate, pero no masacrados defendiendo a sus verdugos.
Es una batalla, y como decía mi amigo Gregorio Baremblitt, quizá una victoria sin final.