Victoria en Playa Girón: Secretos de un fracaso (III)
Por José Luis Méndez Méndez* / Colaboración Especial para Resumen Latinoamericano.
Así quedó diseñado el final de la Brigada 2506, que después derivó en la fraternal y nostálgica Asociación de Veteranos de Bahía de Cochinos. Los mercenarios no fueron reconocidos como veteranos de guerras extranjeras, lo cual les concedía beneficios económicos y reconocimiento social, solo alcanzaron ser admitidos como combatientes, lo cual desató polémicas y pugnas internas, entre quienes aceptaban haber sido mercenarios al servicio de una potencia extranjera contra su país de origen y aquellos que abogaban por ser veteranos.
Los primeros se consideraban “patriotas”, que habían actuado, al invadir, por el interés superior de liberar a su país de la amenaza comunista y por lo tanto no necesitaban ser resarcidos ni recibir reparación material, otros estimaban haber servido a Estados Unidos en una guerra contra Cuba y por lo tanto les correspondía esa admisión con sus implicaciones. Fue un largo debate interno, que dividió sus miembros, solo en 1981, durante la administración del ultraconservador Donald Reagan, se retomó el tema, sin grandes avances.
Al ex presidente republicano Donald Trump se le presentó la misma disyuntiva el viernes 16 de junio de 2017, cuando lanzó su punitiva política hacia Cuba, desde la sede de los derrotados mercenarios. En ese momento no recordó cuando John F. Kennedy se enfrentó a este conflicto, que se denominó con cínica frialdad: The disposal problem, (eliminación del problema) en los primeros días de abril de 1961, al conflicto de qué hacer con la Brigada 2506, cuando reflexionó: “Tenemos que salir de estos hombres. Es mucho mejor botarlos en Cuba, que dejarlos en los Estados Unidos. Especialmente si es allá donde ellos quieren ir”. El presidente había dado solución a esa rémora.
Después de desechada la opción de invasión directa a mediados de 1963, del contingente entrenado, un grupo selecto de mercenarios fueron entrenados en el campamento de Fort Benning, de donde egresaron con el grado militar de segundos tenientes del Ejército de Estados Unidos y destinados a misiones de contrainsurgencia en países de América Latina, como se acordó. En esa época, con inspiración de la Revolución cubana, en varios países fuerzas democráticas optaron por la lucha armada para la liberación nacional. La pregonada Alianza para el Progreso, ofensiva estadounidense para neutralizar los brotes insurgentes, había fracasado.
La derrotada Brigada, solicitó formar una unidad integrada por mercenarios cubanos en exclusivo para combatir en Vietnam y la oferta se rechazó, participaron pero dispersos e insertados dentro de batallones de los agresores estadounidenses. Volvió a primar el recelo argumentado de que podían en potencia convertirse en un problema para Estados Unidos, en la zona de combate.
Unidades marítimas, terrestres y aéreas, integradas por mercenarios de origen cubano, fueron enviadas por la CIA al Congo exbelga, en 1965, para unirse a otras legiones de soldados de fortuna, destacados en ese país.
Este es uno de los secretos posteriores, poco conocidos, que demuestra el empleo de los emigrados cubanos para agredir a su país, para con aviesos intereses retrotraernos al pasado y el desprecio de quienes los habían utilizado. Numerosas heridas dejadas tras el fracaso invasor, siguen abiertas en Estados Unidos
Ese fiasco de Playa Girón, generó y aceleró la guerra interna en la Agencia Central de Inteligencia (CIA) de Estados Unidos. Inmediatamente tras la derrota, varias comisiones investigaron sus causas, ninguna abundó en la respuesta cubana al agresor, se centraron en buscar culpables en quien depositar el yerro. El plan tenía que ser infalible, se había ensayado en parte, con éxito en Guatemala, en ese país se habían entrenado los invasores, sus maestros habían sido expertos estadounidenses. Cada detalle se analizó durante largas sesiones de debates por militares y políticos de dos administraciones bipartidistas y les había tocado a los elefantes demócratas la decisión de poner en marcha el proyecto concebido por los burros republicanos.
Las fuerzas vivas y antagónicas dentro de la CIA, vieron la oportunidad de enfrentarse con el pretexto de depurar responsabilidades, rodar cabezas y reposicionarse en espacios de influencia, renovar la capacidad de decidir y actuar, así como recuperar la confianza presidencial. Resultados de las pesquisas, resumidos en las interminables conclusiones fueron sellados como secretos y “desaparecidos” en las bóvedas donde se atesoran las “joyas” y también los descalabros.
Durante décadas, investigadores, historiadores, críticos y estudiosos de la más visualizada agencia de la Comunidad de Inteligencia, trataron de recuperar los volúmenes “perdidos” sobre la primera derrota y hurgar en sus cientos de páginas en busca de respuestas a las acumuladas preguntas. Todos los intentos fueron fallidos, se invocaba la sacrosanta seguridad nacional y la libertad de información tuvo que esperar por el futuro.
Con viscosa lentitud, fueron emergiendo revelaciones, algunas frustrantes después de medio siglo de espera. El Volumen V de la documentación que se mantuvo en secreto por cinco décadas de la Agencia Central de Inteligencia (CIA) sobre la fallida invasión de la Bahía de Cochinos no contiene revelaciones impactantes ni detalles sobrecogedores del asalto a la Isla en 1961 por una fuerza de emigrados cubanos entrenados por esa agencia. Se hizo público el 1 de noviembre de 2016.
En su lugar, entra en detalles acerca de “la guerra dentro de la CIA tras los sucesos de Bahía de Cochinos sobre quién tenía la culpa” del fracaso de la invasión, de acuerdo con el investigador, que presentó la demanda para que parte de los secretos se hicieran públicos.
Este, sin el menor pudor y con el encono acumulado durante años de incertidumbre por la espera, sentenció: “En esencia, es una historia importante del informe crítico del inspector general [de la CIA], el cual culpó mayormente a la incompetencia de la CIA por el fracaso de la Bahía de Cochinos”, comentó David Barrett, profesor de ciencias políticas de la privada y católica Universidad Villanova en Pennsylvania, a cargo de la develación del secreto.
A pesar de demandas y de repetidas solicitudes bajo la Ley de Libertad de Información (Freedom of Information Act, FOIA), la CIA se resistió tercamente durante más de tres décadas a hacer público el quinto y último volumen final de su historia oficial de la fallida invasión de Bahía de Cochinos.
Pero, enfrentada a una demanda más y a un cambio reciente de la ley FOIA que limita a 25 años el plazo que las agencias gubernamentales pueden mantener confidenciales sus deliberaciones internas bajo una exención, la CIA dio a conocer el famoso y esperado Volumen V en internet, sin bombo ni platillo. Continuará…
(*) Escritor y profesor universitario. Es el autor, entre otros, del libro “Bajo las alas del Cóndor”, “La Operación Cóndor contra Cuba” y “Demócratas en la Casa Blanca y el terrorismo contra Cuba”. Es colaborador de Cubadebate y Resumen Latinoamericano.