Las nuevas armas de Washington
Funcionario del Departamento de Defensa de EE.UU. afirmó que ese país posee armas inigualables capaces de alterar el espacio-tiempo.
Por Raúl Antonio Capote * / Colaboración Especial para Resumen Latinoamericano.
Los susurros corrían por los pasillos del Pentágono. Se hablaba del Proyecto Chronos, una iniciativa tan clasificada que ni siquiera el presidente conocía todos sus detalles. Decían que habían logrado doblar el espacio-tiempo, creando armas capaces de desatar el infierno sobre la Tierra y más allá.
Marty Macfly, con su DeLorean tuneada para viajes temporales, lo comprobó con sus propios ojos. Pero lo que encontró en su nueva exploración era bien diferente a las expectativas creadas por la nueva arma entre los halcones de la Casa Blanca.
En 2075, la bandera de las barras y estrellas ondeaba sobre un país diferente, casi desconocido, ajeno a su antigua gloria imperial.
Los rascacielos de cristal, antaño símbolos de poderío económico, se erguían contra un cielo plomizo. La revolución socialista, un fantasma que había rondado Estados Unidos durante siglos, finalmente se había materializado, barriendo con los restos del capitalismo.
Irónicamente, la tecnología que debía asegurar la supremacía estadounidense había cavado su propia tumba. El Proyecto Chronos, con sus cañones cuánticos capaces de desintegrar ejércitos enteros y sus dispositivos de distorsión temporal que podían borrar ciudades del mapa, había resultado ser un arma de doble filo.
La inestabilidad generada por estas armas, la paranoia y el miedo constante a una aniquilación inminente, habían erosionado el tejido social del país. Por otra parte, la brecha entre ricos y pobres se había convertido en un abismo insalvable, alimentando el descontento popular y la sed de cambio.
Macfly, oculto entre las sombras de la Nueva Washington, observaba con incredulidad las consecuencias de la obsesión americana por el poder absoluto.
Los revolucionarios, armados con un arsenal heterogéneo de armas recuperadas y tecnología improvisada, habían logrado derrotar a un ejército equipado con la tecnología más avanzada imaginable.
La clave de su victoria no había sido la fuerza bruta, sino la unidad, la determinación y la esperanza de un futuro mejor. Las súper- mega-híper alucinantes armas del Proyecto Chronos no habían podido detener la marea del cambio, el anhelo de justicia social que ardía en el corazón del pueblo.
El viajero en el tiempo, testigo silencioso del ocaso de un imperio, comprendió que la verdadera fuerza no reside en la capacidad de manipular el espacio-tiempo, sino en la voluntad indomable del espíritu humano.
(Según la AI…)
(*) Escritor, profesor, investigador y periodista cubano. Es autor de “Juego de Iluminaciones”, “El caballero ilustrado”, “El adversario”, “Enemigo” y “La guerra que se nos hace”.