Internacionales

Estados Unidos dirigido por un dictador

Por Arthur González.

Hasta el presente han sido calificados como dictadores los dirigentes de países con gobiernos de izquierda, aunque hubo otros que por sus cercanías a Washington fueron aceptados, a pesar de resultar asesinos despiadados, como los casos de Augusto Pinochet y otros que encabezaron las dictaduras militares en América Latina durante la execrable Operación Condor, dirigida por la CIA.

Sin embargo, hoy el dictador con más poder en el mundo, capaz de doblarle el brazo hasta sus propios funcionarios, es el presidente de Estados Unidos Donald Trump, elegido presidente a pesar de ser un delincuente sancionado por 34 delitos graves y otros que logró quitarse de encima gracias a su dinero, promesas de beneficios, chantaje y amenazas de represalias que hizo pública y secretamente, muchas de ellas a través de sus abogados.

Recordemos que este dictador no reconoció las elecciones anteriores, hizo falsas acusaciones de fraude, coaccionó a gobernadores e incluso provocó con sus exhortaciones el insólito asalto al Capitolio Nacional y sustrajo miles de documentos secretos que se llevó para su casa de Mar a Lago, y después obstaculizó la investigación ejecutada por el FBI.

En este 2do mandato, Trump con más experiencia en los vericuetos de la política, ha mostrado sus características personales a toda vela, al actuar como un dictador de armas tomar, capaz de aplastar hasta sus propios aliados con tal de alcanzar sus caprichos.

Un evidente ejemplo son las presiones, amenazas y el chantaje empleado a fondo para lograr la aprobación en el Senado primero y después en la Cámara de Representantes, de la ley presupuestaria, denominada por él como “Big Beautiful Bill”. Eso no deja dudas de que Trump es un tirano, como definen los académicos Sergei Guriev y Daniel Treisman, a la dictadura del miedo» (fear dictatorship) y de la manipulación» (spin dictatorship).

Para lograr sus deseos, nombró un gabinete compuesto por millonarios y amigos personales que le apoyarán en sus decisiones y como califican los académicos antes señalados: “Este tipo de dictador favorece la lealtad sobre la competencia y, en general, desconfía de la intelectualidad y los miembros de su gobierno no suelen tener una carrera política profesional y están mal equipados para gestionar las tareas del cargo que se les confiere, algo que sin el beneplácito del dictador nunca habrían podido aspirar a una posición de poder”.

Este arquetipo de dictador emplea a fondo la manipulación de los medios de comunicación, la gestión de la popularidad y la simulación de la democracia. Por ese motivo se alió inicialmente al multimillonario Elon Musk y además creó la red Truth Social en Internet para divulgar sus posiciones políticas, según su conveniencia.

Para no dejar dudas que es un dictador, basta con estudiar lo que afirman Guriev y Treisman:

“Para mantenerse en el poder los dictadores de la manipulación siguen algunas reglas fundamentales, entre ellas “Ser popular (controlando con discreción los medios de comunicación y recurriendo a métodos sutiles de propaganda, cercanos a las técnicas publicitarias)”; “Utilizar su popularidad para consolidar el poder (promoviendo cambios constitucionales, nombrando personas leales en los tribunales y organismos reguladores, recurriendo al Gerrymandering, etc., fingir ser democrático y otras similares”. “La esencia de la dictadura de la manipulación es ocultar la autocracia dentro de instituciones formalmente democráticas”. “Los autoritarios modernos manipulan las elecciones, desactivan los controles y equilibrios, reescriben las constituciones y llenan los tribunales de personas leales”.

Como lo exponen ambos académicos, las características de la dictadura Trumpista se reflejaron fielmente en el proceso para lograr la aprobación de la ley presupuestaria, “Big Beautiful Bill”, a pesar del daño a la sociedad estadounidense, pues aumentará el déficit fiscal de Estados Unidos en 3.4 billones de dólares, reducirá los impuestos a los más ricos, mientras que millones de estadounidenses con ingresos modestos podrán perder el acceso al seguro médico público, debido al recorte de 1 billón de dólares al Medicaid y a los programas de ayuda alimentaria, a la vez que  incrementará el gasto en defensa con 350.000 millones de dólares, a fin de desarrollar el sistema defensivo “Cúpula Dorada” sobre el país; la seguridad en la frontera con la construcción del muro y el programa de deportaciones.

La Oficina de Presupuesto del Congreso calcula que el paquete añadirá 3,3 billones de dólares al déficit durante la actual década y cerca de 11,8 millones de personas se quedarán sin una cobertura de salud, algo que demuestra la falta de humanismo del sistema yanqui que no protege a sus ciudadanos.

Para alcanzar la victoria, el presidente Trump personalmente llevó a cabo una campaña de presión y amenazas sobre los congresistas, muchos de los cuales se plegaron para no enfrentarse a las represalias que este prometió tomar, incluso con aquellos que pretenden reelegirse en las próximas elecciones primarias. Fue tal la amenaza expuesta sin ambages, que el senador republicano Thom Tillis anunció públicamente que no buscaría la reelección, al desafiar a Trump y votar a favor de bloquear el proyecto de ley. Otros lo complacieron con tal de no enfrentarse a la ira irracional del presidente.

Su actitud de dictador es evidente, pero la prensa occidental no es capaz de denunciarlo por el miedo que le tienen a sus represalias. Trump en sus ambiciones descabelladas presionó a Jerome H. Powell, presidente de la Reserva Federal, para que reduzca los costos de los préstamos y en una carta que le escribió de su puño y letra, lo acusó de “costarle al país una fortuna”, exigiéndole rebajar los intereses.

La represión brutal contra los estudiantes universitarios es más que suficiente para definirlo como un tirano, unido a las deportaciones masivas de migrantes y la creación de campos de concentración para estos.

Un importante hecho que reafirma su carácter de dictador, fue su orden ejecutiva de poner fin a la ciudadanía por derecho de nacimiento de niños que nazcan en Estados Unidos de padres que no sean ciudadanos, decisión que la Corte Suprema respaldó, al limitar la capacidad de los jueces de tribunales inferiores para bloquear las políticas del poder ejecutivo en todo el país, lo que abrió la puerta a que la mayoría de los estados lo apliquen, al menos temporalmente. Este fallo permite al presidente “violar la Constitución con respecto a quien aún no la ha demandado” y presenta “una amenaza existencial para el Estado de Derecho”, aseguró una de las juezas de la Corte.

El senador demócrata por Nueva York, Chuck Schumer, líder de la minoría, advirtió que “el fallo del tribunal era un paso aterrador hacia el autoritarismo”, y solicitó al Congreso llenar lo que consideraba un vacío dejado por el poder judicial, para frenar el poder de un ejecutivo fuera de control y añadió: “Los miembros republicanos deben defender los valores democráticos fundamentales de Estados Unidos y no un poder presidencial descontrolado que tanto temían nuestros fundadores”.

La lista de pruebas de que Trump es un dictador es amplia y sigue sumando casos, como la amenaza que acaba de hacerle a Elon Musk, de que podría enfrentar “una revisión” por parte de la Oficina de Gobierno y Eficiencia (DOGE), como posible represalia económica e incluso el estudio de su estatus migratorio, por declarar que constituiría un nuevo partido político en los Estados Unidos. Ante esto el dictador desde su despacho oval en la Casa Blanca dijo ante la prensa:” “Quizá debamos mirar si este individuo está ayudando o perjudicando al país”.

Sobre la actitud asumida por el dictador yanqui, Gérard Araud, quien fuera embajador de Francia en Estados Unidos durante el primer mandato de Trump, alertó:

“Nunca contradigas públicamente a Trump, porque él pierde el control y eso es algo que no puede aceptar”. “La Casa Blanca de Trump funciona más como una familia real o una corte monárquica. Eso se manifiesta incluso físicamente, con agresivos apretones de manos”.

La acción más reciente del dictador yanqui es la amenaza de imponer del 10% de aranceles adicionales, a los países que se alineen con los BRICS. “No habrá excepciones a esta política. ¡Gracias por su atención!”, escribió en su red Truth Social. Trump ha amenazado en diversas ocasiones al grupo de países que integran los BRICS, incluso llegó a decir que impondría un 100% de gravámenes.

No se equivocó José Martí cuando afirmó: “Imponerse es de tirano”

Tomado de El Heraldo Cubano

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