Internacionales

La guerra es de Estados Unidos y Europa contra Rusia, Ucrania es la pantalla

Por Arthur González.

La reciente reunión en la Casa Blanca el 17 de agosto 2025, demostró la verdad de quienes están involucrados en la guerra para destruir a Rusia, porque Ucrania es solo la punta de lanza.

Si el conflicto fronterizo es de Ucrania y Rusia, ¿por qué la presidenta de la Comisión Europea, Úrsula von der Leyen; el secretario general de la OTAN, Mark Rutte; el primer ministro británico, Keir Starmer; el presidente francés, Emmanuel Macron; el canciller alemán Friedrich Merz; la primera ministra italiana, Giorgia Meloni y el presidente finlandés, Alexander Stubb, acompañaron al ucraniano Volodímir Zelenski al encuentro con el presidente yanqui Donald Trump?

La razón es simple, los miembros de la OTAN no están de acuerdo con el giro que ha dado Estados Unidos en el conflicto y pretenden presionar a Trump para que continúe la línea dura que mantenía Joe Biden contra Putin, situación que el actual inquilino de la Casa Blanca no acepta por el alto costo monetario que afecta las finanzas yanquis y con muy pocas posibilidades de recuperar. Téngase en cuenta que desde el año 2014 el conflicto con Rusia le ha costado a Washington la suma de aproximadamente 69.700 millones de dólares en asistencia militar, pues pensaron que Moscú no resistiría las sanciones económicas impuestas por Estados Unidos y la Unión Europea y que el armamento occidental era superior al ruso, pero la vida demostró todo lo contrario. Las sanciones a Rusia tienen un efecto boomerang y es la economía europea la más afectada, mientras el poderío militar ruso ha puesto de manifiesto su alta eficacia y capacidad de producción, como sucedió durante la 2da Guerra Mundial.

A pesar de esta realidad, durante el encuentro con Trump en la Casa Blanca, Úrsula von der Leyen, presidenta de la Comisión Europea, afirmó que «Ucrania debe convertirse en un puercoespín de acero, indigerible para posibles invasores», sin embargo, tomando en cuenta el poderío militar ruso, exigió garantías de seguridad tanto para Ucrania como para «intereses vitales de seguridad para Europa», aunque Moscú nunca invadió a ningún país europeo y son ellos quienes pretenden ahogar a Rusia y convertirla en un títere como hicieron con Ucrania.

Recordemos que el conflicto comenzó el 21 de noviembre de 2013 con manifestaciones y disturbios violentos en la Plaza de la Independencia en Kiev, conocida como Maidán, provocados por Estados Unidos y la OTAN. Se sabe que los yanquis financiaron y organizaron a grupos de jóvenes para esas acciones, como hicieron en otros países bajo el principio de las Revoluciones de Colores o de Terciopelo y la Primavera Árabe.

Las acciones contra el gobierno constitucional venían caminando, al financiar y organizar una oposición encabezada por la ex primera ministra Yulia Timochenko y Yuri Lutsenko, ambos vinculados a los servicios de inteligencia enemigos.

Las protestas se produjeron contra el presidente Viktor Yanukovich, por sus posiciones cercanas a Moscú, que no eran bien vistas por Washington cuando éste suspendió el Acuerdo de Asociación entre la Unión Europea-Ucrania y fortaleció sus relaciones con Rusia, situación inaceptable para occidente. Esas posiciones cercanas a Moscú dieron lugar a que Estados Unidos y la Unión Europea iniciaran la fabricación de sus conocidas campañas mediáticas, acusando al gobierno de una «corrupción gubernamental generalizada, abuso de poder y violaciones de los derechos humanos», algo que no hacen contra gobiernos aliados verdaderos corruptos y violadores de los derechos humanos, por ejemplo Israel, Ecuador y Perú.  

A tal punto occidente manipuló la opinión pública que llegaron a calificar a Yanukovich como «el principal ejemplo de corrupción en el mundo», con el fin de preparar psicológicamente al pueblo para lograr el rechazo a este y que apoyaran las protestas, viejo método utilizado contra los líderes que mantienen su soberanía a todo costo. Las convocatorias respaldadas por las campañas construidas por la maquinaria occidental, lograron congregar a cientos de miles de personas en la Plaza de la Independencia en Kiev, donde diariamente hablaban líderes políticos opositores y figuras destacadas de la cultura, tanto ucranianas como extranjeras. Entre los impulsores de esas acciones estaban organizaciones sociales, grupos opositores políticos, incluidos los ultranacionalistas y de extrema derecha, Sector Derecho y Svoboda, y las Iglesias ucranianas, entre ellas la Iglesia ortodoxa ucraniana del Patriarcado de Kiev. También participaron representantes de minorías étnicas (rusos, chechenos, tártaros de Crimea, judíos, georgianos, armenios, incluso opositores de Polonia, Bielorrusia, Georgia, Rusia y otros.

Las protestas se extendieron a todo el país y exigían un cambio económico hacia Europa y la sustitución total de gobierno. El dinero corría como río crecido para que esos «opositores» iniciaran el trabajo sucio.

Las protestas en Kiev no cesaban y el 8 de diciembre derribaron la estatua de Vladímir Ilich Lenin. Para no dejar dudas de quienes estaban dirigiendo el golpe de Estado contra el gobierno de Yanukovich, el 4 de diciembre 2013 el ministro de asuntos exteriores de Alemania, Walter Steinmeier, se reunió en Kiev con líderes de la oposición para expresarles su apoyo y John Kerry, Secretario de Estado de los Estados Unidos, declaró: «los ucranianos deben poder decidir su futuro», además, el 15 de diciembre, el senador estadounidense John McCain visitó a los manifestantes en la plaza y les mostró su apoyo a la causa.

No hay la menor duda, Estados Unidos organizó todo el proceso contra el gobierno ucraniano con el apoyo de los europeos. Por ese motivo, la subsecretaria de Estado para asuntos políticos de los Estados Unidos, Victoria Nuland, viajó a Kiev para dar su apoyo a los manifestantes y participar directamente en las protestas en la Plaza de la Independencia, injerencia total en los asuntos internos de Ucrania. Ella declaró que su gobierno asignaba no menos de 5 millones para apoyar las acciones.

Yanukovich abandonó el país y comenzó el proceso de subordinación total de Ucrania a occidente.

Al decidir Crimea su unión nuevamente a Rusia, en votación popular en el 2014, Estados Unidos comenzó a proporcionar ayuda militar a Ucrania y se convirtió en uno de los principales socios de defensa del país, pero ahora al comprobar la superioridad militar rusa, han dado un giro y buscan la paz para no seguir demostrando la incapacidad de occidente y buscar una salida al conflicto, entre otras cuestiones para adquirir las deseadas tierras raras de Ucrania.

Ante los ataques de Ucrania, Rusia no tuvo otra salida que iniciar la operación militar para salvaguardar su seguridad nacional.

Europa se desgastó económicamente en estos años y un ejemplo es Alemania, viejo enemigo de Rusia, que se convirtió en el mayor donante europeo de Ucrania, al ofrecer apoyo político, financiero, militar y humanitario, proporcionando ayuda por un total de aproximadamente 44.000 millones de euros hasta el 21 febrero 2025, con el sueño trasnochado de derrocar a los rusos. Estonia y Dinamarca, también fueron arrastrados al conflicto, dedicando un 2,2% de su producto interior bruto (PIB) a la ayuda a Ucrania.

Como siempre Estados Unidos y las grandes empresas son las ganadoras en el conflicto bélico, pues las cinco compañías petroleras más grandes que cotizan en bolsa en el mundo: BP, Shell, Chevron, ExxonMobil y TotalEnergies, ganaron hasta el 24 de febrero del 2025, más de 380 mil millones de dólares desde la invasión rusa, debido al aumento de las facturas energéticas, después de las sanciones a Rusia y la explosión del gasoducto submarino ruso-alemán.

Zelenski y su camarilla también se llenan los bolsillos con parte del dinero que reciben, más la venta ilegal de armas. Para ellos la guerra es la oportunidad de enriquecerse.

No se equivocó José Martí cuando apuntó: «Honor y corazón se truecan fácilmente por dinero».

 
 

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