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Debate presidencial en Chile: Jara impone solvencia ante Kast

La noche de este martes, el debate presidencial en Chile ofreció mucho más que un intercambio de propuestas: se transformó en una radiografía política del Chile actual, marcado por una crisis de confianza institucional, altos niveles de inseguridad ciudadana y una creciente polarización ideológica.

A pocos días de la segunda vuelta presidencial —de este 14 de diciembre—, Jeannette Jara, candidata de la coalición progresista, y José Antonio Kast, líder del bloque ultraderechista, se enfrentaron en el último cara a cara televisado antes del balotaje.

El debate, organizado por la Asociación Nacional de Televisión (Anatel) y moderado por cinco periodistas, se extendió por dos horas y media, bajo estrictas reglas: los candidatos solo podían usar lápiz y papel, sin dispositivos electrónicos. El formato incluyó nueve bloques temáticos, preguntas cruzadas y un mensaje de cierre.

Desde el inicio, el debate presidencial en Chile evidenció estilos opuestos: una Jara metódica, con dominio de políticas públicas, frente a un Kast nervioso, rígido y con reiteradas dificultades para sostener su propio programa.

Uno de los primeros ejes abordados fue la gobernabilidad, un concepto clave para comprender el escenario chileno posterior al estallido social de 2019 y al fracaso de dos procesos constitucionales.

Ante la pregunta sobre cómo gobernaría con la coalición progresista más amplia de la historia —desde el Partido Comunista hasta la Democracia Cristiana—, Jara respondió: “La política se construye con una base política amplia, pero también social”. En un gesto de pragmatismo político, sorprendió al anunciar que renunciará a su militancia comunista si resulta electa: “¡Así es!”.

Seguridad y herencias de la dictadura

La seguridad ciudadana fue uno de los momentos más duros del debate presidencial en Chile, especialmente en un país donde el aumento del crimen organizado se ha transformado en la principal preocupación ciudadana. Jara fue enfática al asegurar que no firmará indultos durante su eventual gobierno y cuestionó directamente a Kast por su histórica defensa de condenados por crímenes de lesa humanidad cometidos durante la dictadura de Augusto Pinochet.

Kast respondió: “Jamás indultaría a un abusador de niños”, en alusión a una polémica declaración previa de un parlamentario de su sector, aunque dejó abierta la puerta a beneficios carcelarios por “razones humanitarias” para criminales del régimen militar, un punto especialmente sensible en Chile, donde los responsables de torturas y desapariciones cumplen condenas en cárceles especiales.

Migración: regularizar o expulsar

Para quienes observan el proceso desde el extranjero, el debate migratorio resulta central. Chile pasó en una década de ser un país emisor a uno receptor de migrantes, con más de 300.000 personas en situación irregular.

En este contexto, Jara sostuvo: “Lo peor que nos puede pasar es que no sepamos quiénes están en Chile. Los que no se empadronen, se expulsarán”, defendiendo una regularización acotada como mecanismo de control estatal.

Kast endureció su postura y afirmó: “No vamos a regularizar ni empadronar”, proponiendo un ultimátum de 92 días para que los migrantes irregulares abandonen el país.

La diferencia de enfoque evidenció dos visiones opuestas: una política de control con registro estatal versus una estrategia de expulsión masiva —muy al estilo de Donald Trump—.

Trabajo, pensiones y rol del Estado

El debate presidencial en Chile también fue clave para contrastar modelos económicos. Jara defendió la Ley de las 40 horas semanales —una reforma laboral emblemática de su gestión como ministra del Trabajo— y encaró a Kast por las contradicciones de su programa: “Vas a tener que modificar tu programa entonces, porque ahí dice que lo vas a eliminar”. Kast, presionado por cifras y documentos, terminó asegurando que no tocará la ley.

En pensiones y protección social, Jara destacó avances como el aumento del salario mínimo y la Pensión Garantizada Universal (PGU), destinadas a enfrentar la desigualdad estructural del sistema chileno.

Kast, en cambio, propuso reducir el tamaño del Estado —tal como lo hizo Javier Milei—, fusionar ministerios y auditar la administración pública “escritorio por escritorio”.

Dos proyectos de país en disputa

El cierre del debate presidencial en Chile sintetizó la disyuntiva que enfrentará el electorado. Kast afirmó: “Se acabó el tiempo de los discursos, mentiras y consignas. La fuerza del cambio viene en camino”. Jara optó por un mensaje de unidad y estabilidad institucional: “Hoy hay dos proyectos de país bastante distintos. Yo creo en un país unido (…) Viva Chile, viva los hombres y mujeres de nuestra patria”.

Así, el debate dejó en evidencia no solo diferencias programáticas, sino dos formas opuestas de concebir la democracia, el rol del Estado y los derechos sociales en uno de los momentos políticos más decisivos de la historia reciente de Chile.

Tomado de Alma Plus TV / Foto: Infobae

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