Cuba

La misión diplomática yanqui en La Habana y sus 48 años de fracasos.

Por Arthur González.

Durante la administración del presidente James Carter, el 1ro de septiembre de 1977, se abrieron las Secciones de Intereses de Estados Unidos en La Habana (SINA) y la de Cuba en Washington. Los yanquis aprovecharon la representación diplomática para desarrollar acciones de espionaje contra Cuba, abasteciendo de forma ilegal a los agentes que reclutaban en el exterior, con modernas tecnologías para la trasmisión y recepción de informaciones, principalmente sobre la economía cubana, situación denunciada por el gobierno cubano en 1987 por la TV nacional, pero silenciada en la prensa estadounidense para que sus ciudadanos no conocieran el descalabro que representó para la CIA el haber creído en sus 27 agentes, quienes en realidad respondían a la Seguridad del Estado cubano, y que durante años trasladaron información falsa a la CIA.

En dicha denuncia, Cuba demostró que en aquel momento en la SINA trabajaban 22 oficiales CIA acreditados como diplomáticos y 54 como diplomáticos en tránsito. Es el golpe más demoledor que ha sufrido la Agencia en toda su historia.

Años más tarde, el oficial CIA Ronald Kessleren su libro “Incide The CIA”, apuntó:

“Uno de los problemas más graves que enfrenta la CIA es la posibilidad de que sus agentes sean dobles agentes, o sea que trabajen para el otro bando. Esto sucedió en Cuba, donde la mayoría de los agentes reclutados por la CIA en los primeros años de la década del 60, eran agentes plantados que recibían instrucciones del Jefe Superior cubano Fidel Castro. […] Casi todos los agentes habían realizado las pruebas del polígrafo y las pasaron satisfactoriamente. Los resultados de las pruebas de muchos otros agentes quedaron inconclusas, lo cual significaba que no había pruebas suficientes para demostrar que estaban mintiendo. La denuncia lanzó ondas impactantes a la CIA y particularmente a la División Latinoamericana que atiende los asuntos cubanos”. […] “Prácticamente todo el complemento de la agencia que en aquel momento estaba trabajando para la CIA eran dobles agentes”.

Sin abandonar esa línea de trabajo, también reforzaron la subversión ideológica con la ilusión de subvertir el orden interno en la isla, utilizando el tema de las supuestas violaciones de los derechos humanos enarbolados por el presidente Carter, iniciando los elementos contrarrevolucionarios las primeras denuncias.

Para eso crearon el llamado Comité Cubano Pro Derechos Humanos, CCPDH, con Ricardo Bofill Pagés como secretario general e integrado por la agente CIA Marta Frayde Barraque, Adolfo Rivero Caro, Elizardo Sánchez Santacruz Pacheco, Edmigio López Castillo y Enrique Hernández Méndez.

Con la experiencia adquirida por la CIA en su trabajo contra los países de Europa del Este, bajo la presidencia de Ronald Reagan con su Proyecto Democracia de 1983, desde Miami le indican a Elizardo Sánchez Santacruz en 1987, conformar la Comisión Cubana de Derechos Humanos, pero meses después en su afán de obtener más dinero Elizardo se separa y crea la Comisión Cubana de Derechos Humanos y Reconciliación Nacional.

Los yanquis aspiraban a fomentar una fuerte oposición interna en Cuba y en 1988 le orientan a Ricardo Bofill conformar el Partido Pro Derechos Humanos de Cuba, quien poco tiempo después decide instalarse en Miami y pasa Gustavo Arcos Bergnes a ocupar la dirección del Comité Cubano Pro Derechos Humanos.

La estrategia yanqui era multiplicar la actividad contrarrevolucionaria, como prueba de que el movimiento popular ganaba terreno y desafiaba al gobierno. Funcionarios del Departamento declaraban: “Los opositores en Cuba juegan un papel clave en nuestra estrategia de cambio democrático en la Isla”.

Ante la falta de liderazgo y para evitar la rivalidad, la CIA intentó unificar a los “opositores” bajo la dirección de Elizardo Sánchez, creándose la Coordinadora de Derechos Humanos (CODEHU), integrada por la Comisión Cubana de Derechos Humanos y Reconciliación Nacional, el Partido Pro Derechos Humanos de Cuba, y el naciente Comité Cubano por los Derechos del Hombre. Ninguno de los casi 40 grupos fabricados por los yanquis alcanzó apoyo popular, por ser concebidos desde los Estados Unidos y perseguir dinero fácil sin trabajar, así como obtener avales en la SINA para emigrar con una visa de refugiados políticos.

En 1995 el presidente William Clinton aprobó a la USAID el primer programa para Cuba, asignando sumas millonarias para ese trabajo, unido a las asignaciones de la NED y el IRI, entre otras instituciones.

Informaciones oficiales yanquis afirman que entre 1996 y el 2006, el programa Cuba de la USAID suministró 385 libras de medicinas, alimentos, ropas, más de 23 mil radios de onda corta, 287 mil 931 libros, boletines y otros materiales para las actividades de subversión política de los grupos contrarrevolucionarios, que fueron introducidos en Cuba en las valijas diplomáticas envidas a la misión diplomática yanqui en La Habana, en total violación de la Convención de Viena de 1961  que establece en su artículo 27-4: “Los bultos que constituyan la valija diplomática solo podrán contener documentos diplomáticos u objetos de uso oficial”.

Otros documentos del Departamento de Estado confirman que entre el 2000 y el 2005 las cargas enviadas a Cuba se incrementaron en un 200 %, de unas 23,2 toneladas ascendieron a 70,5 toneladas, donde se incluye el cartel lumínico instalado en la fachada del edificio de la misión diplomática para pasar noticias y provocar al gobierno cubano.

En esas acciones contrarias a las normas diplomáticas, se destacó Vicki Huddleston, jefa de la Sección de Intereses de los Estados Unidos en La Habana (1999 – 2002). En sus declaraciones reconoció que la estrategia seguida por su país y la de gobiernos aliados, consistía en apoyar y financiar a las “organizaciones no gubernamentales”, para enviar a los “opositores” material, información y computadoras, como lo hicieron en los de países de Europa oriental, hasta su caída en los años 90. Esa ayuda debía servir para que los “opositores” dieran a conocer sus ideas al pueblo de Cuba.

Su labor se caracterizó por el apoyo público y notorio a grupúsculos al servicio de Estados Unidos, sus desplazamientos por el interior del país y la asistencia a actos públicos, sin avisar previamente a la Cancillería cubana.

Fue sustituida por James Cason (2002-2005), enviado a La Habana con instrucciones precisas del Departamento de Estado, de provocar al Gobierno de Cuba para buscar su expulsión y dar pie al cierre de las Secciones de Intereses, de acuerdo a informaciones brindadas por Roger Noriega, subsecretario de Estado para el hemisferio occidental bajo la administración de Bush, durante el programa radial “Lo que otros no dicen”, de la emisora WQBA 1140AM, en Washington.

James Cason ofreció su residencia y locales de la Sección para reuniones de la contrarrevolución. En violación continuada de la Convención de Viena de 1961, inauguró tres centros ilegales con acceso a Internet, para entrenar y orientar a esa “disidencia”, transgrediendo el artículo 41-3 que señala: “Los locales de la misión diplomática no deben ser utilizados de manera incompatible con las funciones de la misión, tal como están enunciadas en la presente Convención, en  otras normas del derecho internacional general, o en los acuerdos particulares que estén en vigor entre el Estado acreditante y el Estado receptor”.

Además, instaló el mencionado cartel lumínico introducido en Cuba por la valija diplomática, para pasar noticias en la fachada del edificio, en franca provocación al gobierno cubano.

Han transcurrido 48 años desde la apertura de la SINA, convertida en embajada el 20 de julio de 2015 al restablecer relaciones diplomáticas el presidente Barack Obama, pero a pesar del fracaso de todos sus planes no cambian la línea de acción y repiten las mismas provocaciones de sus antecesores. Ninguno de los 20 diplomáticos designados al frente de la misión logró ver la caída de la Revolución cubana y regresan a su país frustrados y reconociendo que la supuesta “oposición” son todos cazadores de dinero fácil, sin ideales ni apoyo popular.

El pasado 22 de agosto de 2025 arribó a la Habana Roy Perrin, como Jefe Adjunto de Misión, en apoyo de Mike Hammer, el número 20 de la lista, quien se ha dedicado a copiar la estrategia del fracasado James Cason, apodado en Cuba como “El Cabo Cason”. De acuerdo a lo informado por el Departamento de Estado, su papel será dirigir la actividad operativa diaria de la sede, coordinar las secciones política, económica, consular, seguridad y asuntos públicos, y asegurarse de que las iniciativas respondan a las prioridades del Departamento de Estado. También servirá de puente entre Washington y La Habana; transmitir evaluaciones estratégicas sobre la situación en la Isla y fortalecer la cooperación bilateral en asuntos delicados como migración, trámites consulares y derechos humanos.

Su primera actividad fue el 23 de agosto, preparada por su jefe Mike Hammer, quien le organizó una recepción con los supuestos “representantes de la sociedad civil” cubana, activistas, “disidentes”, activistas de derechos humanos, economistas, artistas, periodistas dependientes de los yanquis, representantes religiosos y familiares de “presos políticos”, o sea, lo más selecto de la contrarrevolución interna sufragada con el dinero del régimen de los Estados Unidos.

Para que no se deje engañar, sería muy conveniente para Roy Perrin, leerse alguno de los cables secretos que anteriores jefes de esa misión diplomática enviaron a la CIA y al Departamento de Estado, entre ellos uno que refleja claramente la verdad sobre esa “oposición”, que dice textualmente:

Referencia: 09HAVANA221
ID: 202438

Fecha del cable: 2009-04-15 

“Cuando el gobierno de Cuba parece haber consolidado una posición de indiscutible autoridad a lo interno, vale la pena preguntarse qué hace la oposición política cubana y qué papel puede desempeñar en el futuro. Muchos grupos de oposición son dominados por individuos con encumbrados egos que no trabajan bien en equipo por lo que pueden ser fácilmente manipulados por la seguridad cubana. […], vemos poca evidencia de que las organizaciones disidentes principales tengan mucho impacto en los cubanos de a pie. Las encuestas informales que hemos hecho entre solicitantes de visas y refugiados muestran que las personalidades disidentes o sus agendas son prácticamente desconocidas.

[…] es preciso que empiecen por lograr cierto grado de unidad de objetivos como oposición o al menos que dejen de gastar tanta energía en serrucharse el piso los unos a los otros. Pese a sus afirmaciones de que representan a “miles de cubanos”, nosotros vemos muy pocas evidencias de ese apoyo, al menos desde nuestra óptica, limitada, en la Habana. Cuando cuestionamos a los líderes disidentes sobre sus programas, no vemos plataformas diseñadas para llegar a amplios sectores de la sociedad cubana, sino que más bien dirigen sus mayores esfuerzos a obtener recursos suficientes para solventar las necesidades del día a día de los principales organizadores y sus seguidores claves…”

Este documento, elaborado por la misión diplomática yanqui, es un reflejo de la realidad objetiva que el régimen de Estados Unidos no quiere reconocer y menos ahora con Marco Rubio al frente del Departamento de Estado, por solo recogerán más fracasos y la pérdida de mucho dinero.

Recordemos a José Martí cuando afirmó: “Si hay algo sagrado en cuanto alumbra el sol, son los intereses de la Patria».

Tomado de El Heraldo Cubano

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