Con Lenin en La Habana, los desafíos globales de la izquierda
Por Geraldina Colotti
Con su atenta y activa presencia, el presidente cubano Miguel Díaz-Canel acompañó el Tercer Encuentro Internacional de Publicaciones Teóricas de Partidos y Movimientos de Izquierda. Este evento periódico reunió este año a más de 100 delegados de 36 países y se centró en una extraordinaria manifestación de apoyo al socialismo bolivariano y a su legítimo presidente, Nicolás Maduro.
El encuentro tuvo lugar en la Universidad del Partido Comunista de Cuba, que lleva el nombre de Ñico López, figura histórica del Movimiento 26 de Julio, quien luchó contra el régimen del dictador Fulgencio Batista bajo el liderazgo de Fidel Castro. Esta universidad se dedica a la formación de cuadros políticos y líderes partidarios, con el objetivo de promover y fortalecer la teoría y la práctica del socialismo en Cuba, preparando a sus futuros líderes. El espíritu y el método con el que se entrenan se apreciaban mientras transportaban cajas de suministros o documentos, organizados y alegres, sin ostentación alguna. Así, el homenaje final a Lenin y a las esperanzas incumplidas de la Revolución Bolchevique, al son de La Internacional, llenó la sala de una profunda emoción que, en Europa, las masas suelen sentir solo durante las ovaciones en los estadios, o redescubren durante las grandes manifestaciones que denuncian una vez más a sus gobiernos tras el genocidio en Palestina. Aquí, el pueblo cubano renueva esa esperanza cada día, comprometido a romper un asedio que se remonta a los años de la revolución. Los participantes en este encuentro pudieron rememorar sus pasos visitando el ultramoderno Centro Fidel Castro, dedicado al Comandante que prohibió, incluso con una ley, el culto a la personalidad que lo rodeaba tras su muerte: «Yo soy Fidel», corearon los cubanos durante días en su funeral, comprometiéndose a perpetuar sus proyectos e ideales. Las salas de exposición, una de las cuales ofrece a los visitantes una experiencia interactiva, presentan relatos detallados de la realidad cubana antes y después de la revolución. Antes de 1959, Estados Unidos era el principal socio comercial de Cuba. Compraba, a su conveniencia, el 74% de las exportaciones y suministraba el 65% de las importaciones. Controlaba el petróleo, las minas, las centrales eléctricas, las telecomunicaciones y un tercio de la producción de caña de azúcar, creando condiciones de servidumbre para la gran mayoría de la población. Las imágenes de esa miseria, que se ven hoy, son impactantes.
Después de la revolución, el 17 de mayo de 1959, se promulgó la primera reforma agraria, encomendada al Instituto Nacional de Reforma Agraria, encargado de confiscar tierras a los terratenientes y distribuirlas entre los campesinos. Esto allanó el camino para la nacionalización de todas las grandes empresas privadas, implementada con la ley del 13 de octubre de 1960. Marcó el inicio de la escalada de una guerra multifacética contra la isla por parte del imperialismo estadounidense —diplomática, económica y legal—, marcada por intentos periódicos de desestabilización interna, que culminó con el inicio del bloqueo económico.
El bloqueo comenzó oficialmente en 1962 con la Proclamación 3447. Kennedy amplió las restricciones comerciales promulgadas por Eisenhower en octubre de 1960 e impuso la congelación de todo el comercio. Mientras tanto, el 16 de abril del año anterior, Fidel Castro había declarado a Cuba un estado socialista, y al día siguiente comenzaron los desembarcos mercenarios en Bahía de Cochinos. Los visitantes del Centro dedicado a él pudieron revivir el evento mediante reconstrucciones generadas por inteligencia artificial que ilustraron los distintos momentos.
El intento de invasión terminó en un rotundo fracaso: aproximadamente 1189 contrarrevolucionarios fueron arrestados, encarcelados y juzgados. Veinte meses después, el 23 de diciembre de 1962, fueron liberados a cambio de 53 millones de dólares en alimentos para bebés y medicamentos. Cuba destacó que, por primera vez, si bien no admitió oficialmente su responsabilidad directa en la invasión, los tribunales estadounidenses reconocieron una compensación por su agresión contra el continente.
Estos ataques se llevaron a cabo bajo la Doctrina Monroe, nacida en el siglo XIX para establecer el dominio estadounidense sobre las Américas y consolidada a lo largo de las décadas con la creciente dependencia económica y los intentos de subyugar directamente a los Estados recalcitrantes. Una larga y sangrienta cadena de injerencia, reconstruida en los diversos paneles celebrados durante las reuniones, ahora —advirtieron los participantes— vuelve a poner en peligro la estabilidad del continente, declarado Zona de Paz en La Habana durante una reunión de la Comunidad de Estados Americanos y Caribeños (CELAC),
en 2014.
La intensificación del bloqueo a Cuba y las sanciones contra Venezuela han agravado la escasez de combustible en la isla. En la recién concluida Cumbre del Movimiento de Países No Alineados (MNOAL), celebrada en Uganda, la isla denunció los costos económicos y sociales del bloqueo: el deterioro acumulado durante más de seis décadas de bloqueo se ha cuantificado en 170.677 MDD, lo que, «al precio del oro, para evitar las fluctuaciones del dólar en el Banco Central, equivale a 2.103.000 MDD (dos billones ciento tres mil millones de dólares)», declaró el canciller Bruno Rodríguez. Sin el bloqueo, el Producto Interno Bruto de Cuba habría crecido un 9,2 % el año pasado, una de las tasas de crecimiento más altas del hemisferio. Cuba presentará estas cifras los días 28 y 29 de octubre en la Asamblea General de las Naciones Unidas, donde se debatirá el informe «Necesidad de poner fin al bloqueo económico, comercial y financiero impuesto por los Estados Unidos de América contra Cuba».
Mientras tanto, en el Festival Granma Rebelde, que comienza hoy, se presentará en detalle el costo del bloqueo, medido en minutos, horas y días: «Para dar aún más concreción a las cifras y estadísticas generales, y mostrarlas en toda su ferocidad», afirma Graciela Ramírez de Resumen Latinoamericano. La conferencia también cuenta con el patrocinio de la Red de Intelectuales y Artistas Indefensos de la Humanidad (REDH) y la Casa de las Américas, bajo el lema «La comunicación como eje popular». El evento contará con la participación de intelectuales, periodistas y activistas que han debatido y debatirán los desafíos de la comunicación popular y la lucha concreta y simbólica que enfrenta la izquierda. Las reuniones se celebraron con motivo del centenario del natalicio de Fidel Castro (13 de agosto de 2026) y el sexagésimo aniversario de los periódicos Granma y Juventud Rebelde (representados por su director, Yuniel Labacena Romero).
Luis Morlote Rivas, funcionario del Departamento Ideológico del Comité Central del Partido Comunista y editor de la revista Cuba Socialista, presentó un número especial dedicado al centenario del Comandante y de Lenin.
El evento también contó con la presencia de intelectuales como Ignacio Ramonet, Fernando Buen Abad, Isabel Monal, José Luis Centella, Patricia Villegas y Miguel Ángel Pérez Pirela, así como delegaciones de alto nivel de los partidos comunistas de China y Vietnam. Sus paneles enfatizaron la necesidad de desmantelar la propaganda ideológica y mediática contra la revolución cubana, la revolución sandinista y la revolución bolivariana, que ha retomado su bandera a través del «socialismo del siglo XXI».
La multitudinaria manifestación de apoyo al gobierno de Maduro, celebrada en La Habana, reafirmó, mediante videos y testimonios, el profundo vínculo entre Fidel y Chávez. Díaz-Canel entregó a Pedro Infante, vicepresidente de la Organización del Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV) y primer vicepresidente del parlamento venezolano, el documento con 4 millones de firmas recolectadas contra la agresión contra Venezuela, que se avecinaba tras la declaración de Trump de haber dado vía libre a la CIA para desestabilizar Venezuela.
«Venezuela y Cuba son dos pueblos hermanos que representan la continuidad del espíritu de unidad e independencia encarnado por José Martí y Simón Bolívar», declaró Infante. «Somos naciones de paz amenazadas por las ambiciones imperialistas».
Mientras tanto, se proyectaban imágenes del funeral de Hugo Chávez, donde durante una semana la gente coreó con fuerza: «Yo también soy Chávez». La misma gente que hoy rechaza la nueva agresión con la que Trump y Rubio intentan renovar la antigua Doctrina Monroe.
Fuente: Resumen Latinoamericano Argentina

