Manolo Teniente: ‘A la ciudadanía no se la puede engañar, porque ve que están cometiendo un genocidio, se levanta y se enfrenta a las clases dominantes que lo apoyan’
Primera parte de la entrevista realizada a Manolo García, militante internacionalista, que nos brindó sus crónicas desde la Global Sumud Flotilla.
Por Carmen Aneas
Manolo García, Teniente, lleva implicado toda su vida en la política malagueña. La clandestinidad, la transición, el sindicalismo en CCOO, la memoria histórica en la Asociación la Desbandá, militante del PCE colaborando con el área de política internacional, participa en el Movimiento estatal de Solidaridad con Cuba y ya por último, el activismo político en la Asociación UNADIKUM cuya labor es Palestina.
Acaba de volver de intentar romper el bloqueo humanitario al que está sometida la población gazatí con la GSF. Hemos sabido de su viaje cada día. Nos ha llevado con su Diario a Gaza a bordo del Sirius, ahora queremos conocerle un poco más.
¿Quién es Manolo García? ¿De dónde surge el apodo ‘Teniente’?
El apodo “teniente” me lo puso un amigo de la infancia. Era una manera amable de ponerme un mote, que debería haber sido el de “el sordo”, ya que, de ahí, de mi sordera, que me libró de la mili en su día, venía el mote de teniente, que es una acepción popular de la palabra sordo. Durante mi militancia antifranquista, en tiempo de clandestinidad, teníamos nombres de “guerra”, o sea nombres falsos, para que en caso de detención fuera más difícil delatar a los compañeros o camaradas. En esos tiempo de clandestinidad, se empleaba mi mote para nombrarme antes que mi nombre de guerra y se hizo más popular porque, desde la ignorancia, o se creía que era una especie de rango militante en la organización, o bien que, entendiendo efectivamente que se estaba hablando de un sordo, se suponía que la sordera provenía de torturas o palizas en la comisaría.
Sé que fuiste miembro de ‘Bandera Roja’, tengo entendido que uno de los fundadores, corrígeme si me equivoco. Esta organización surge en Barcelona, en el contexto del ‘Mayo francés’ y bajo la influencia de la ‘Revolución cultural China’, ¿qué nos puedes contar de aquella época? ¿Es por esta actividad política que te llevan a prisión?
Formé parte del primer grupo organizado que se formó en Málaga de la Organización Comunista Bandera Roja, a partir de 1972. Esta organización se formó con una escisión importante del PCE, en torno a 1968, teniendo como referencia, efectivamente, a la revolución cultural china impulsada por Mao. Pero también tenía un componente de cuadros procedente de una organización, poco conocida que era el Frente Popular de Liberación, conocido como el FELIPE. En Málaga confluimos un grupo de jóvenes recién salidos de la formación profesional y otro grupo de trabajadores jóvenes de grandes empresas malagueñas como Citesa, Intelhorce y la fábrica de las camisas. Los promotores de ambos grupos eran, por un lado, Diego Ruiz, profesor de economía y Paquita Montes, una compañera que venía de Barcelona, donde estaba el núcleo duro de Bandera, con la intención de promover la organización. Dando clases en la escuela de formación profesional Ave María, ya había estado Alfonso Carlos Comín, también catalán, y dirigente de Bandera, que murió muy joven de un infarto, siendo miembro ya del Comité Central del PCE. La debilidad organizativa del PCE en Málaga, causada por la represión y múltiples detenciones a partir de 1968, posibilitó que Bandera Roja pudiera expandirse en algunas importantes empresas de Málaga. Mi primera detención fue en diciembre de 1972. Aún no formábamos parte de Bandera, sino de un círculo de estudios marxistas, ya que la organización daba mucha importancia a la formación teórica. Y la clandestinidad era tan seria que tampoco sabíamos que ese círculo, y su responsable, estaban encuadrados en Bandera Roja. Por tanto, la causa de mi primera detención era la difusión, en papeles mecanografiados, del libro prohibido, “Conceptos Elementales del Materialismo Histórico” cuya autora era la comunista chilena Marta Harnecker. Nos detuvieron a un grupo de ocho jóvenes. Al salir de la cárcel, siete nos integramos en Bandera Roja, mientras el octavo desapareció de la actividad militante. Las siguientes detenciones, con encarcelamiento, fueron en 1974 y 1975 por propaganda ilegal y en 1976 por manifestación ilegal. Nuevamente fui detenido en 1979 por ocupación de fábrica y en 1982 por manifestación ilegal, pero ya no ingresé en la cárcel.
Tu llegada al mundo sindical ¿cómo fue? ¿Qué fue primero CC.OO. o las PLO (Plataformas de Lucha Obrera)?
La primera militancia sindical es en las CCOO clandestinas, de los años 1970-1975. Bandera Roja quería competir en influencia política en CCOO con el PCE, y promovía la constitución de CCOO en aquellas empresas donde tenían cuadros políticos. En 1978, confluyen, por un lado, la desintegración creciente de Bandera Roja, que lleva a que, en Málaga, la mayoría formáramos un grupo comunista autónomo y por otro lado la firma de los Pactos de la Moncloa, avalados por CCOO; esta confluencia nos lleva a abandonar CCOO, y a iniciar un proceso de colaboración con otro grupo comunista de Madrid, llamado Unión Comunista Comités Obreros, UCCO. Es a partir de ahí cuando se configura las Plataformas de Lucha Obrera, PLO, que durarían hasta la descomposición de la UCCO y la gente que procedíamos de Bandera Roja. En varios años de existencia, sin embargo, las PLO tuvieron una fuerte presencia sindical sobre todo en el sector del metal. En 1983, cuando empecé a trabajar en un hotel de la futura empresa Sol Meliá, como técnico de mantenimiento, me reincorporé a CCOO. En ese hotel libré una batalla contra mi despido que duró 10 años, consiguiendo la readmisión. Fui reelegido en todas las elecciones como miembro del comité de empresa y en la organización de CCOO, fui secretario general de la federación de CCOO de Andalucía, miembro de la ejecutiva estatal y miembro del Consejo Confederal de CCOO, hasta mi jubilación parcial con 61 años.
Me han contado que aún se acuerdan de un incidente en el barrio de Nuevo San Andrés en que te subiste durante una protesta a una grúa y nadie podía bajarte.
Fue una lucha importante de la comisión de parados en Málaga. En esta ciudad, como en el resto de Andalucía, las cifras de paro se habían disparado. A principios de 1976 hubo fuertes movilizaciones de personas en paro con una tabla reivindicativa de protección y ayuda a las personas en paro. En 1980, se reactivó el movimiento y se creó una comisión de parados a raíz de una convocatoria de asamblea que tuvo bastante éxito. En una de sus reuniones, la comisión acordó realizar una acción de fuerza que obligara a grandes empresas de la construcción a contratar trabajadores en paro que la propia comisión propusiera. La acción de fuerza consistía en ocupar tres grúas de una gran urbanización que se estaba construyendo, llamada el Torcal, situada en una zona cercana a los populares barrios del San Andrés y Dos Hermanas de Málaga. Según la normativa de seguridad vigente, una grúa no podía funcionar si había personas operando en ellas en la parte alta. Esto estaba pensado para el trabajo de técnicos en la reparación o mantenimiento de esas grúas, pero al ocuparlas nosotros, tampoco podían funcionar y si las grúas no funcionan las obras se paran. El 1 de octubre de 1980, sobre las 5 de la mañana, nos teníamos que subir tres parejas, éramos todos hombres, en tres grúas, que habíamos elegido de antemano. En mi grúa, subí yo solo, el compañero que me acompañaba se bajó, cuando llegó a la mitad del recorrido. El movimiento de la grúa y la percepción de altura era muy fuerte y distinta a como se ve desde abajo. En otra grúa pasó lo mismo, uno no se subió y el otro, en vez de subir solo, se subió con los otros dos en la tercera grúa. En la grúa donde estaban estos tres compañeros, desplegaron una gran pancarta que se leía en vertical y decía “queremos trabajo”. La policía rodeó la obra intentando que por hambre y por sed tuviéramos que bajarnos. Algunos jóvenes, sobre todo del barrio San Andrés, intentaron romper el cerco policial. Hubo cargas y detenciones, de tal manera que siete vecinos fueron procesados. Estuvimos cuatro días subidos en la grúa y la empresa, ante las pérdidas por la paralización de la obra, tuvo que ceder, retirar las denuncias que había puesto y negociar con la comisión de parados. El resultado fue un acuerdo de contrato de seis meses para cada uno de los cuatro que estábamos arriba, que nos garantizaba un año de cobertura, ya que, en aquel momento, el trabajo de seis meses daba derecho a un seguro de paro por otros seis meses. Estas fueron las primeras grúas tomadas en España, a partir de ahí se inició un movimiento de tomas de grúas, que acabó cuando cambiaron la normativa y permitieron que la policía pudiera abordar las grúas y detener a los parados.
UNADIKUM y Palestina es lo que nos ha traído aquí hoy. ¿Cuántas veces has estado en Palestina? Tienes, fruto de viajes anteriores, relaciones personales y contactos con personas de allí, ¿verdad?
Estuve en Gaza en 2012 y en 2013. Cuando cae el gobierno militar de Mubarak en Egipto en 2011, empujado por las movilizaciones populares, el nuevo gobierno provisional y después de las elecciones, el gobierno de Mohamed Morsi de los Hermanos Musulmanes, autorizan el paso limitado a personas por la frontera de Egipto con Gaza a través de Rafah. Nuestro compañero Manu Pineda de UNADIKUM, que luego fue eurodiputado por Izquierda Unida, estuvo varios meses en El Cairo, en plena revuelta popular, explorando la posibilidad de entrar en Gaza por Rafah. Lo hizo después del fracaso de la flotilla de ese año, en la que habíamos participado y a la que el gobierno socialista griego de ese momento impidió su salida desde Grecia. Pineda al final consiguió el permiso y estuvo unos 10 días en Gaza, donde estableció una serie de contactos con organizaciones populares. A partir de ahí, desde UNADIKUM, se organizaron brigadas de visitas a Gaza, donde además de toma de contactos políticos y sociales, se hacía actividad de protección de campesinos que trabajaban cerca de las vallas fronterizas del territorio controlado por el régimen de Israel, y que frecuentemente eran disparados desde el otro lado de la valla y de protección de barcos pesqueros, que también eran atacados por patrulleras israelíes, con el pretexto de que sobrepasaban los límites de seguridad impuestos por ellos mismos. Eran viajes de entre siete y diez días, que permitían, a grupos de unas diez personas habitualmente, conocer de cerca la realidad de bloqueo, pobreza y agresiones militares por parte del régimen sionista, en la que vivía Gaza. Incluso tuvimos un piso alquilado con una especie de oficina permanente de UNADIKUM. Esto se acabó con la llegada de un nuevo gobierno militar egipcio, a través de un golpe de estado en julio de 2013. En la última semana de agosto, el mes siguiente al golpe, estuve en el último viaje que se pudo hacer por la frontera de Rafah, en una situación donde aún estaba vigente el toque de queda.
Efectivamente, de ese periodo mantenemos contactos con amigos de Gaza, y a través de ellos colaboramos con ayuda humanitaria con dos asociaciones que organizan comedores populares y repartos de agua en los campamentos de refugiados actuales. Muchas de las personas que conocimos han sido asesinadas por el ejército sionista de Israel.
¿Cuántas veces has intentado sumarte a la Flotilla? ¿Cómo entras en contacto con la GSF y por qué querías unirte a la expedición?
La idea de participar en la flotilla de la libertad para romper el bloqueo a Gaza, nace después del asalto al buque Mavi Mármara, que participaba en la primera flotilla de la libertad en 2010. En el barco iban dos hombres y una mujer, activistas de Palestina en España, que difundieron a través de un documental y una gira de conferencias, el asalto sufrido. Entre 2008 y 2009, había habido intentos de romper el bloqueo a través de barcos pequeños y en los primeros casos se consiguió, pero después el régimen de Israel adoptó la postura de no permitir la entrada de ninguna ayuda humanitaria que no pasara por su control. La muerte de diez activistas, y las más de treinta personas heridas por disparos de los soldados israelíes, en 2010, impulsó a que sectores activistas por Palestina decidieran participar o apoyar una nueva flotilla en 2011. Esta, con numerosa participación en barcos y nacionalidades, y en la que España llevaba su propio barco, el Guernica, el gobierno griego del PASOK le impidió salir a navegar, eran los socialistas griegos encabezados por Papandréou. La Asociación UNADIKUM, se creó expresamente para apoyar y participar en esa flotilla de 2011.
Hasta 2024 no se organiza otra flotilla grande con mucha participación, aunque entre ambos años, habitualmente algún barco pequeño intentaba llegar a Gaza rompiendo el bloqueo. La iniciativa de 2024 era una respuesta, no solo a la permanencia del bloqueo, sino a la guerra genocida de Israel contra Gaza, iniciada en octubre de 2023. Esta flotilla también fue impedida de navegar hacia Gaza por el gobierno turco de Erdogan. Finalmente, en junio de 2025, participé en el proyecto de la Marcha Global a Gaza. Esta iniciativa es nueva y con distintos actores de la flotilla de la libertad y nace del clamor, cada vez mas fuerte, de protestar contra el genocidio e impulsar un corredor humanitario que garantizara la alimentación del pueblo de Gaza y también como alternativa al fracaso de la flotilla de 2024. Cerca de 2000 personas, de numerosos países y con respaldo de social en ellos, se dirigen hacia El Cairo, con idea de hacer una marcha a pie de tres días, por la península del Sinaí, y una acampada en la frontera de Rafah en Gaza de otros tres días, para protestar por el genocidio y exigir la entrada de ayuda humanitaria. Coincidía en el tiempo esta iniciativa con la de SUMUD, donde activistas de todo el Magreb, organizaron un convoy de camiones con ayuda humanitaria para llevar a la frontera de Rafah, coincidiendo el 15 de junio con la llegada de la Marcha Global a Gaza. En la caravana de SUMUD participaban unas mil quinientas personas. Una vez más los gobiernos impidieron la marcha. En el caso de la Marcha Global a Gaza, el gobierno egipcio expulsó de El Cairo a cientos de activistas y reprimió y detuvo a los demás cientos de personas que no pudo expulsar, impidiendo la marcha. En el caso de Sumud, la caravana fue detenida en el centro de Libia y obligada a volver a Túnez de donde había salido.
La Global Sumud Flotilla, fue una respuesta rápida y audaz al impedimento de los gobiernos a la acción solidaria de las organizaciones sociales. Se trató de una alianza entre la Flotilla de la Libertad, que existía desde 2010, y los dos nuevos movimientos que nacen contra el genocidio, la Marcha Global a Gaza y Sumud. Se intenta en un tiempo récord, organizar una flotilla de cien barcos que, saliendo desde Barcelona, fuera recogiendo barcos a su paso por distintos países de una y otra orilla del Mediterráneo. Al nuevo proyecto, al que se apuntaron más de treinta mil personas voluntarias, se le denominó Global Sumud Flotilla. La conexión con este nuevo proyecto me resultó fácil. Tenía contactos y amistad con compañeros, tanto de la Flotilla como de la Marcha Global, por haber participado con ellos en el intento de otras marchas. Mi intención al unirme a este nuevo proyecto era volver a realizar una acción contundente en contra del genocidio y teniendo también la esperanza de que, en este proyecto de viaje, que salía de Barcelona, podíamos tener éxito.
¿Cómo ha sido el viaje? Desde la convivencia a bordo, las noticias que os iban llegando, bien desde Palestina o resto del mundo, o bien las personales desde casa. Supongo que habrá habido momentos especialmente duros.
El viaje ha sido duro y largo. El 31 de agosto embarcamos en Barcelona, y el 2 de octubre desembarcamos, ya presos, en el puerto de Asdod. Las condiciones de navegación eran difíciles. Dormíamos todos juntos en unas colchonetas en el suelo de la bodega del barco, el agua para lavarnos, para el servicio del inodoro, para fregar platos y ollas de la cocina o para lavar nuestra ropa, teníamos que cogerla del mar. No había cuarto de ducha, y estas se hacían en cubierta entre dos plásticos a modo de cortinas. Todas las tareas a bordo estaban repartidas, había equipo de cocina, equipo de limpieza y equipo de guardia. Luego además teníamos que mantener informados a nuestros colectivos de apoyo, nuestra familia, nuestro círculos de amistades. No es que nos matáramos trabajando, pero desde luego no hemos hecho el crucero de placer que ha pregonado la derecha mas fachosa de España. Y desde luego con muchas incomodidades en la vida diaria que seguramente no soportarían el pijerío que nos critica.
Por otra parte, la convivencia a bordo ha sido excepcional, ya que hemos coincidido militantes de numerosas causas de la humanidad y de numerosos países; solo en el Sirius, el barco donde yo navegaba había personas de al menos doce países. Todas unidas por la causa palestina y todas unidas en una determinación: vamos a ir a Gaza, cueste lo que cueste, sabiendo que arriesgábamos la vida. La convivencia ha sido fraternal, llena amabilidad, risas, sonrisas, cariño y colaboración mutua, durante todo el día. Los mensajes de movilización en todo el mundo contra el genocidio y en muchos casos de apoyo a la flotilla, nos daba un inmenso caudal de entusiasmo y energía que se sumaba a nuestra propia determinación y compromiso. No obstante, las condiciones de navegación y la incertidumbre de lo que pudiera pasar, causó la baja de algunos compañeros, que o bien no soportaban los mareos y el mal cuerpo que se ponía cuando había oleaje, por enfermedad, o bien por la incertidumbre de los que nos pudiera pasar.
Los peores momentos en la navegación, fueron cuando empezaron los ataques a la flotilla. El 7 de septiembre ya empezamos a recibir drones israelís de reconocimiento, los días 8 y 9 fuimos atacados en Túnez con bombas incendiarias lanzadas por drones. El 21 y el 22 cerca de Creta volvimos a ver drones espías sobre los barcos, y el 24 sufrimos el ataque a siete barcos con bombas explosivas y gases tóxicos. Aunque teníamos la certeza de que eran ataques disuasorios para que no siguiéramos adelante, no teníamos la certeza de que nos fueran a hundir en algún momento. A partir de ese ataque el gobierno italiano declaró que enviaba un barco de guerra a escoltar a la flotilla y poco después, España y Turquía también manifestaron su intención de enviar barcos de apoyo a la flotilla. A partir de ese día ya no hubo más ataques.
Durante todo el viaje os habéis estado preparando para el asalto del ejército israelí, ¿lo esperabas así o ha sido peor?
El asalto al barco no fue traumático. Ya habíamos ensayado muchas veces la situación. Al detectar por radar el acercamiento de las patrulleras israelíes, sonaba una alarma en nuestro barco, y rápidamente teníamos que subir vestidos, todo el mundo con su móvil, al sitio que tenía asignado en la proa, y con el chaleco salvavidas puesto. En los ensayos que hemos hecho, el simulacro de abordaje era más violento, con los soldados gritándote terrorista y dando golpes gratuitos. Este escenario fue más parecido al que vivimos en el desembarco en el puerto Asdod, que en el abordaje real que sufrimos. Cuando nos abordaron, unos quince soldados, aproximadamente a las 21:00h del 1 de octubre, ya estábamos sentados en nuestro sitio asignado de proa, con las manos levantadas en señal de rendición. Antes de que llegaran nos inhabilitaron desde el exterior las señales de comunicación y cuando estaban junto a nosotros, en una especie de nave cañonera, nos dijeron por megafonía que observaban que estábamos agrupados en proa, que iban a abordarnos y que cualquier movimiento que hiciéramos sería considerado como intento de resistencia. Esto no ocurrió y cuando subieron al barco, tomaron los mandos, cortaron los cables de conexión de internet satelital y nos dijeron que podíamos bajar las manos. Desde esa hora, hasta las 12 del mediodía del día 2 de octubre, estuvimos sentados sin movernos en la cubierta, pegados unos con otros, en una noche que se nos hizo larguísima, en la que estuvimos dando cabezadas. A esa hora nos bajaron a la bodega, donde descubrimos que todas nuestras mochilas, sacos de dormir y colchonetas habían desaparecido y allí estuvimos hasta salir a cubierta otra vez, una vez estábamos ya en el puerto de Asdod.
Fuente: Periodismo Alternativo

