Huracanes, criminalidad y asimetrías en Miami
Por José Luis Méndez Méndez* / Colaboración Especial para Resumen Latinoamericano.
El contraste entre la opulencia de Miami y sus barrios más pobres que luchan todavía por sobreponerse a la destrucción que dejó el huracán Irma, que batió esa localidad floridana entre los últimos días de agosto hasta el 13 de septiembre de 2017, resulta inconcebible. Este fue un demoledor evento meteorológico categoría cinco, que dejó 134 muertes y daños por miles de millones de dólares.
Como siempre los barrios pobres de Miami como Overtown, fueron los más dañados, el evento inundó y arrancó el techo de cientos de frágiles viviendas, en medio de los escombros, muebles, ropas, zapatos y otros bienes destruidos.
Un comentario recurrente era: “No sé ni por dónde empezar. Regresar a tu casa y verla así, es devastador”. “No tenemos nada, no tenemos ni comida”. La vida de los residentes en ese barrio marginal, ya era difícil antes de que lo golpeara el mencionado huracán. Unas 9.000 personas son residentes del barrio de mayoría afro estadounidenses de Overtown, uno de los más antiguos de Miami y también uno de los más pobres.
Cinco años después, sin haberse podido recuperar, llegó el poderoso huracán Ian de categoría 4, que entre el 22 y 30 de septiembre de 2022, demolió cuanto encontró a su paso en el sur de Florida, considerado el más mortífero en azotar, el sur de ese estado, desde el que se produjo el Día del Trabajo en 1935.
Los propietarios de embarcaciones, no las buscaban en el mar, lo hacían tierra adentro, como consecuencia de las marejadas y las intensas olas el afluente de Fort Myers fue arrasado por el Ian, hasta enfermedades re emergieron y bacterias como Vibrio vulnificus, la llamada “come carne” provocó casos, que aumentaron tras el paso del huracán, que además cambió el horizonte y dejó irreconocibles a zonas de la noche a la mañana.
Estas inclemencias reflotaron una vez más las asimetrías de estas comunidades pobres, casi indigentes de Miami, es un lado oscuro, que no se promociona en los plegables turísticos. Mientras que el ingreso familiar anual promedio en esta localidad es de US$15.280, la media en el condado de Miami-Dade, de 2,7 millones de residentes, es de casi US$42.000, según cifras oficiales. Los más pudientes en Miami pasaron los huracanes bien aprovisionados y contaron con seguros para cubrir los destrozos. Para muchos de los habitantes de Overtown, fue un alivio recibir comida gratuita, en los días aciagos posteriores al paso del fenómeno.
Cuatro días después del paso del huracán, que dejó al menos una veintena de muertos en el estado de Florida, más de 300.000 hogares en Miami seguían sin electricidad.
Pese a que la ciudad no sufrió los embates del huracán como lo hizo en otros países, hay comunidades como Overtown que aún luchan por recuperarse. La mayoría de los residentes de este barrio no tuvo recursos para abastecerse con comida y agua potable antes de la tormenta y lo poco que consiguieron se les acabó en pocos días y no recibieron la necesaria ayuda inmediata.
La misma situación se repitieron en otras zonas de bajos recursos en Miami donde más del 21% de la población ya vivía en condiciones de pobreza, según cifras conservadoras consolidadas en un informe de 2015 del condado.
Hay otros indicadores de Miami, que asombran por ser distante a la artificial imagen edulcorada que se tiene de esa urbe, que se precia ser una de las mejores del mundo y paradigma de las oportunidades del sueño americano.
En Miami, Florida, el 75% de los niños matriculados en las escuelas públicas están por debajo del nivel de pobreza. Para las familias con niños, el cierre de las escuelas no solo supuso una pausa en el estudio, sino también en su alimentación.
En Overtown, el ingreso familiar medio es cuatro veces inferior al promedio de los estadounidenses que es de US$59.039 ajustado a la inflación.
“Necesitábamos ayuda”, Era el clamor generalizado. Días después del impacto, comenzó a llegar la ayuda a las escuelas públicas para ser distribuidas. Cajas con comida empacadas, aliviaron la hambruna acumulada, ninguno de los hacinados en el barrio, pudieron vivir el caos que se produjo en los supermercados, cuando una avalancha de personas pudientes arrasaron con los enlatados y el agua potable que quedaba en los o anaqueles, simplemente no tenían recursos para las compras.
La mayoría adquirieron lo mínimo para la familia en tiendas de la localidad, pero pocos días tras el impacto, estaban desesperados por conseguir comida. “Perdimos muchas cosas”. “Estábamos con la esperanza de que alguien viniera aquí, pero nadie vino. “Necesitábamos ayuda”, recordó una de las numerosas víctimas.
Las autoridades expresaron estar conscientes de las necesidades acumuladas de estas comunidades, como Overtown, también en otros barrios como Liberty City, uno de los más pobres en el noreste de Miami; Homestead y Hialeah, ambos con poblaciones mayoritariamente hispanas.
La población latina en Miami probablemente ha sido la segunda más afectada después de la afro estadounidense tras el paso de huracanes.
Sus residentes, son afectados no solo porque se enfrentan a las secuelas que deja un desastre natural, sino porque casi medio millón de hispanos tienen el añadido de ser inmigrantes indocumentados, con excepción de los cubanos que reciben un tratamiento de privilegio por razones políticas. Estos latinos no acudieron a solicitar ayuda ni antes ni después del paso de los huracanes por temor de ser deportados.
En el no menos empobrecido barrio de Allapattah, miles de personas sufrieron destrozos, en una comunidad donde más del 72% de sus residentes son de origen hispano. Uno de ellos, de manera anónima, reveló: “Al inicio pensé en irme a un refugio con mi esposa pero después me dio temor; empezaron los rumores de que pedían huellas dactilares”.
Otra residente hispana, comentó “Cuando el huracán pasó, evité conducir por las vías principales de la ciudad porque no tiene licencia y temía que me detuviera la policía”. “Ahora lo peor viene, la dificultad de esperar la aprobación de dinero federal para reparar las viviendas”. “No nos mandaron a evacuar, a pesar de que los vientos fueron tan fuertes que se llevaron el techo y ahora no se puede estar ahí”. “Las autoridades prometieron que van normalizando la situación y que esperan que las escuelas reciban a los estudiantes y se restablezca el servicio eléctrico, pero debemos tener paciencia, todo marcha muy lento, probablemente nos tomará más tiempo volver a nuestras rutinas tras las consecuencias del huracán”, acotó.
Después del paso de estos huracanes por la ciudad de Miami, las recomendaciones de las agencias de viajes turísticos, insertaron advertencias a tener en cuenta para una próxima estadía en esa ciudad, se preguntaba con reticencia si hay barrios peligrosos en Miami.
Si se quiere reservar un hotel o un apartamento en una ciudad acompañada por un historial rosa, que omite asimetrías y esconde realidades, hay que hurgar en lo real. Cuando se asume, que los llamados barrios rojos pululan y los indigentes cada día aumentan y se diversifican, aparecen en lugares donde hace pocos años era impensable verlos.
Ese es el objetivo de las nuevas guías sobre los vecindarios de Miami. La información utilizada fue recopilada de varios medios empresariales, prensa local y rankings y estudios estadísticos. Se trata, por tanto, de una síntesis de datos que no implica ningún juicio ni discriminación.
No nos dejemos engañar por las apariencias, Estados Unidos no es una nación modelo como nos la presentan muchos medios de comunicación. De hecho, desde COVID, entre 2019 y 2020, la tasa de homicidios ha aumentado un 33% en las ciudades más grandes de Estados Unidos, su actual administración se enfrenta a un fuerte aumento de homicidios a causa de una violencia en espiral, que continuó en los siguientes años 2021 y 2022, estimado en un 30%.
Y de todos los estados afectados por el crimen, Florida ocupa un lugar destacado. Se ha convertido en un centro del tráfico internacional de drogas que genera violencia y delincuencia.
Miami todavía hoy, no está entre las ciudades más seguras en Estados Unidos. Esta urbe ocupa el puesto 38, como ciudad más criminal de las 100 ciudades de un estudio realizado, con un índice de criminalidad que se encuentra en la media alta.
En febrero de 2023, si bien Miami no es una de las ciudades más peligrosas. Es promedio en términos de índice de criminalidad y conserva un nivel elevado en este aspecto. Para los turistas es segura, si estos son cautelosos, están alertas a su entorno, no ostenten ni se muevan libremente por la ciudad, como si fuera segura.
Los medios y agencias locales hacen comentarios que disuaden de visitar Miami, cuando comparan que es más segura y se arriesga menos que en Ciudad de México o en las favelas de Río de Janeiro, si para estimar que se visita una ciudad confiable se emplea tal comparación, es mejor no hacerlo ante la posibilidad de perder la vida. Tener presente que todavía hay algunos barrios en Miami que se deben evitar al elegir un hotel o caminar, especialmente de noche.
Entre los más conocidos por su peligrosidad se encuentran: Liberty City, temida por sus delitos violentos y relacionados con las drogas. Las agresiones son numerosas y van desde un simple robo hasta ajustes de cuentas e incluso tiroteos. El índice de delitos y faltas sigue aumentando para esta zona de Miami. Esta zona se ve afectada por la violencia debido al fenómeno de las drogas. Seria según los números uno de los peores barrios de Miami.
También le sigue en violencia y peligrosidad el llamado barrio Pequeño Haití, que merece una visita cautelosa durante el día por su ambiente caribeño, sus restaurantes y su Caribbean Market place. Sin embargo, esta área definitivamente debe evitarse por la noche o tarde en la noche. Es uno de los barrios con mayor asimetría social y pobreza. La delincuencia es alta allí debido a la presencia de bandas y redes mafiosas, desde allí se abastece a la opulenta Miami.
No escapa a las recomendaciones de seguridad el barrio de la Pequeña Habana o Little Havana, como se le denomina en inglés y que es refugio de emigrados cubanos, pobres, violentos y vinculados a los delitos más diversos, muchos han despertado del añorado sueño americano. Se anuncia “Este barrio es una muy linda muestra de Cuba pero también es una zona peligrosa de Miami”. Considerado peligroso, se recomienda a los visitantes que no caminen por allí de noche.
Otro de los humildes, marginados y postergados barrios, que coincide con los más afectados por los huracanes, es el citado Allapattah, que hoy en día se ha convertido en un distrito violento de Miami. Su índice de criminalidad es 125% más alto que el promedio nacional incluso con una fuerte presencia policial.
El otro lado de la luna miamense, se muestra sus mejores vecindarios, que son por supuesto, también barrios “seguros”. Los mejores hoteles de 5 estrellas y otros palacios se agrupan en tres zonas principales de Miami: Brickell, Coconut Grove y Miami Beach. Allí están marcadas las asimetrías, que oscurecen a la llamada ciudad del sol.
(*) Escritor y profesor universitario. Es el autor, entre otros, del libro “Bajo las alas del Cóndor”, “La Operación Cóndor contra Cuba” y “Demócratas en la Casa Blanca y el terrorismo contra Cuba”. Es colaborador de Cubadebate y Resumen Latinoamericano.
Foto de portada: AP/Rebecca Blackwell.