La explosión a la embajada cubana en Lisboa: la CIA sigue impune
Por Dailenis Guerra Pérez* / Colaboración Especial para Resumen Latinoamericano.
Cada año la cancillería de la isla rememora el perverso atentado terrorista contra la sede diplomática de Cuba en Portugal el 22 de abril de 1976. El triste suceso que fue parte de una cadena de actos terroristas auspiciados por la Agencia Central de Inteligencia de Estados Unidos (CIA) con el objetivo de debilitar y destruir a la Revolución cubana.
En su cuenta oficial en Twitter, el canciller de Cuba, Bruno Rodríguez, recordó a Adriana Corcho Calleja y Efrén Monteagudo Rodríguez, víctimas de aquel siniestro: “Seremos leales al compromiso de defender las conquistas de la Revolución por la que dieron sus vidas”, añadió.
Este fue uno de los 165 atentados terroristas ejecutados entre 1974 y 1976 contra representaciones y diplomáticos cubanos en 24 países.
Un total de 11 mártires tiene el servicio exterior de la isla, los cuales fueron asesinados violentamente en diferentes partes del mundo.
La historia no se olvida
En 1976, la Embajada de Cuba en Lisboa se encontraba en el número 19 de la céntrica avenida Fontes Pereira de Melo. Convertida en blanco de los ataques terroristas incitados por la CIA, murieron los jóvenes diplomáticos cubanos Adriana Corcho Calleja (35 años) y Efrén Monteagudo Rodríguez (33 años).
Alrededor de las 4 y 40 de la tarde del 22 de abril de 1976, mientras los cubanos esperan que sus hijos regresen de los centros escolares, se produce la explosión de una bomba de alto poder en el sexto piso del edificio de apartamentos donde se encontraba la Embajada.
Seis kilogramos de explosivo se resguardaban en un maletín, que había sido colocado en la escalera, junto a la puerta de uno de los apartamentos que ocupaba la sede, por un individuo que tocó y se retiró apresuradamente.
Adriana detectó la presencia de la carga explosiva y, comprendiendo el peligro que se cernía sobre sus compañeros, los alertó. De manera fugaz tomó las medidas de seguridad pertinentes, pero la sorprendió una terrible explosión que le causó la muerte en el acto, al igual que a Monteagudo Rodríguez. El funcionario Alberto Álvarez Alfonso resultó herido.
Los dos pisos donde se encontraba la representación cubana sufrieron grandes destrozos, y varios apartamentos de otros niveles también recibieron daños.
A pesar de su corta edad, ambos jóvenes contribuyeron de forma notoria a la Revolución, desde la incorporación a muy temprana edad a la lucha contra la dictadura de Batista, por parte de Adriana; hasta la ejemplar trayectoria de Efrén, quien fuera delegado al Festival de la Juventud en Argelia y miembro de la delegación que acompañó a Fidel a la cumbre de los No Alineados en Argel.
La fuerza de la solidaridad del pueblo portugués se hizo presente cuando una multitud comenzó a gritar: “¡Abajo el imperialismo!” “¡Abajo la CIA!”, y vivas a la Revolución, lo cual, según testimonios de Alberto Álvarez Alfonso, uno de los custodios de la misión diplomática, les dio mucha fuerza en aquel momento tan difícil.
El enjuiciado juicio
El 15 de diciembre de 1977, Ramiro Moreira, autor material del atentado terrorista contra la Embajada cubana en Lisboa, que pertenecía al cuerpo de seguridad de un partido de derecha, compareció ante el Tribunal Militar Territorial de Lisboa para responder por la realización de más de 60 operaciones terroristas en las que había participado.
En 1978, al final del juicio que duró ocho meses, una docena de acusados vinculados a estos hechos terroristas fueron absueltos, lo que tuvo cierta repercusión en los medios de difusión portugueses. Moreira fue sancionado a 21 años de privación de libertad, 21 años que por supuesto, no cumplió. Tras un breve tiempo en prisión, logró evadirse y eludió la sanción huyendo hacia España. En 1991 fue indultado por el Gobierno de Mario Soares.
El 23 de agosto de 1981, el abogado portugués Levi Baptista, representante legal de los familiares de los dos funcionarios cubanos asesinados, acusó a la CIA de estar involucrada en el atentado dinamitero contra la Embajada de Cuba en Portugal. El conocido jurista declaró que sobre Ramiro Moreira recaían las mayores acusaciones, pero advirtió que aún permanecían en libertad quienes lo habían mandado a cometer esos crímenes. Aquellas palabras continúan vigentes, y nadie sabe si algún día encontrarán eco en la justicia.
Sin embargo, el atentado en la Embajada de Cuba en Lisboa no constituye un hecho aislado en las más de seis décadas de ataques violentos contra la diplomacia cubana, donde se incluyen heridas, desapariciones, asesinatos de funcionarios y agresiones a sedes diplomáticas u oficinas comerciales de la Isla en alrededor de una treintena de países.
La constante y hostil retórica de Washington contra La Habana ha alentado tales acciones, convertidas en un vano intento de difundir terror a la justa y valerosa obra de la diplomacia revolucionaria, la cual lleva la dignidad de un pueblo a los más importantes foros internacionales.
(*) Periodista cubana, Colaboradora de Resumen Latinoamericano corresponsalía Cuba.
Fotos: Archivo Granma.