La Revolución Cubana: Una mirada desde el Sur
Por Gabriela Cultelli
“Como si Marx quisiera bailar el mozambique
o fueran abolidas todas las soledades.
La noche es un sencillo complot contra la muerte
y hay mulatas en todos los puntos cardinales.”
Mario Benedetti
Los lazos entre nuestros pueblos, en el caso específico de Uruguay y Cuba, tienen una historia tan larga, como la conformación de ambos prácticamente. Martí, el “autor intelectual del Moncada” (Castro, 1953), fue Cónsul de estas tierras entre 1887 y 1891, cuando renuncia porque una nueva etapa en la preparación de la “guerra necesaria”, comenzaba para conquistar la 1era independencia de Cuba frente al colonialismo español.
La historia del siglo XX, que no solo es la historia de nuestros Estados consolidados, sino de un continente que comienza a verse como propio y reflejado desde aquella “Nuestra América” del cubano, o desde el pensamiento del uruguayo José Enrique Rodó (1871-1917), y antes, mucho antes, desde el propio pensamiento artiguista hecho pueblo en estos lares del mundo, aúna a nuestros pueblos y sus luchas.
Los albores de la Revolución cubana
Los años 50, encuentran a un movimiento obrero maduro en Uruguay como en gran parte de la América Latina. Aquel mito de “la Suiza de América” cae ante las medidas prontas de seguridad impuestas dos veces en 1952, en respuesta a la lucha de clases creciente, y un gobierno de Martínez Trueba (colorado) que continúa tomando partido, en aquella incipiente guerra fría. Recordemos que en 1947 se había creado ya el Servicio de Inteligencia y Enlace de fuertes vínculos con la CIA (Magdalena Broquettas; Nicolás Duffau, 2020). Será por ello que a pesar del rechazo que el golpe de Fulgencio Batista causa declarativamente en la elite política uruguaya, el gobierno actuante lo reconoce como gobernante. “El embajador de Batista en Montevideo decía que Uruguay iba a ser el país de América Latina más difícil para que los reconocieran, porque hay una tradición antimilitarista, pero por otra parte Uruguay es un celoso defensor de la democracia regional” (García, 2021), nos dice el historiador Roberto García. Pero de hecho fue reconocido.
Las contradicciones propias de las derechas uruguayas del momento, sobre todo en eso que llaman “tradición democrática”, y las características solidarias de todo un pueblo, fueron propicias para que se diera aquel apoyo fraterno que salvó la vida de tantos jóvenes cubanos, incluso a través de nuestra embajada, donde resulta un honor haber salvado la vida de Raúl Roa, el que luego se convertiría en “canciller de la dignidad”. Al respecto el mismo García dice “Durante todo el período de la dictadura de Batista, la misión uruguaya en La Habana sirvió de refugio y asilo político para revolucionarios cubanos que estaban allí. Y uno de los que salvó su vida fue el rector de la Universidad de La Habana, Raúl Roa, más tarde uno de los cancilleres más importantes de Cuba, quien tenía un excelente vínculo con el embajador uruguayo.”
El Triunfo Revolucionario y la esperanza justiciera de las y los humildes.
“Lo más impresionante de todos, que yo vi al Che cuando estuvo acá, muy cerquita mío, a un metro. Fui a la universidad con mi hermano, por supuesto que fuimos a ver al Che. No pudimos entrar en la universidad porque ya estaba repleta. Entonces nos quedamos afuera. Ahí estuvimos con José Pedro Lopardo, compañero también de Paysandú. Entonces salió de la universidad, Horacio Bassano, que era el Secretario General de la FEUU, amigo de mi hermano a quien le dijo que el Che no va a salir por la puerta principal porque estaba repleta toda la escalinata. Dijo que saldría por donde estábamos nosotros, por la calle Eduardo Acevedo. Nosotros nos quedamos ahí cuando de pronto se abrió la puerta y salieron unos hombres enormes. Yo los vi muy grandes porque además venían a toda velocidad, atravesaron la vereda, yo estaba ahí, mi hermano lo que hizo fue alzarme, me levantó para que yo pudiera verlo. El Che venía en el medio, yo vi su cara y su cabeza. Se metió en un en un auto rápidamente y salieron a toda velocidad. A los pocos segundos sentimos los tiros. Habían matado a Aurelio Ramírez.… después fuimos hacia la calle Guayabo y ahí salimos corriendo. Yo lo único que aspiraba era ver al Che” nos cuenta Graciela Jorge una combatiente de los 60 y hasta hoy, la última compañera en salir de prisión cuando la amnistía y vuelta a la “democracia” en 1985. Y continúa relatándonos Graciela: “Evidentemente la Revolución cubana significaba algo, porque en el año 59 yo era todavía más chica, pero ya para mí tenía mucha importancia. No puedo transmitirte lo que significaba para una jovencita, pero era como el triunfo de la justicia… La Revolución Cubana, para mí y para aquel grupo de estudiantes que éramos totalmente de izquierda en Paysandú, representó muchísimo…La figura de Fidel en una revista, las primeras lecturas. Me quedó toda la parte del vientre marcada con la baranda del aeropuerto cuando expulsaron al embajador cubano…era tanta la gente y yo estaba en primera línea en la terraza.” Y esta mujer físicamente menuda, que imaginamos joven cada vez que oímos aquella canción de Daniel Viglietti (“Muchacha” disco “Canciones Chuecas” 1971), concluye diciéndonos: “Sabes una cosa? Pensándolo ahora, yo creo que lo que dio la Revolución Cubana a los que éramos muy pero muy jóvenes en ese tiempo, realmente era esperanza. Yo creo que el mensaje fue esperanza”.
Esta ebullición del pensamiento y la acción revolucionaria surcaba también nuestras calles, y por ahí se terminaron las primeras simpatías antibatistianas de los poderosos. Fidel nos visitó en 1959 cuando el país sufría una de las inundaciones peores de su historia, incluso dona 20.000 dólares de entonces para los damnificados más pobres. Su estadía fue pagada por el Gobierno uruguayo y hasta el diario “El País” de ultraderecha saludó la llegada del Comandante, ovacionado por un pueblo entero en masivos actos.
Pero La Reforma Agraria, incluso en su primera Ley, separó las aguas. En marzo de 1960, visita el país Eisenhower, y las manifestaciones populares volvieron a ser gigantescas, pero esta vez en su contra, por eso la represión no se hizo esperar. Era la presidencia del estanciero y ruralista Nardone en Uruguay, justamente un año antes de la invasión a Playa Girón. La batalla mediática, que no es de hoy, se desataba y ahí se aliaron todos los medios del momento, diarios, radios, etc. “La documentación de la inteligencia policial uruguaya muestra ese proceso que llamamos de radicalización anticubana de la Policía, en diálogo con la CIA y con otros servicios de inteligencia similares de la región” (García, 2021). El caso de Cuba, involucró a todos los poderes dominantes de la Región, imperios y Gobiernos Cipayos en breve tiempo, era un peligro para la mantención de su status, poderío y gobernanza.
Cuba es presente
No se trata de epopeyas pasadas, por más vividas y gloriosas que sean, por más que de allí venimos y las incluyamos. Pasamos 65 años de historia, muy dura para algunos, dictaduras y crímenes mediante, pueblos castigados brutalmente por tener esperanza como el nuestro, o imagen de resiliencia que nos orgullece y hermana como Cuba.
Pero se trata de hoy, incluso el mirar atrás es para ver el hoy, para reflejarnos hacia el mañana. Por eso terminamos este artículo con las expresiones de Eugenia Godoy, uruguaya de 22 años, estudiante, que nos dice:
“Nosotros no vivimos aquellos procesos, pero sin embargo Cuba siguió siendo como un faro de resistencia y de creer que puede existir un camino hacia la liberación. Cuba es constantemente el ejemplo que tenemos presente de solidaridad, de resistencia, pensar y observar lo que significa un pueblo con una lucha colectiva y que antepone los intereses de los demás antes que los suyos propios, o entiende que es como un todo. Enseña como otro modelo de sociedad, o por lo menos nos hace creer que eso no es posible.
Me parece, como para cerrar, como reflexión para las juventudes de hoy, para las jóvenes que seguimos soñando con construir una patria donde quepamos todos y todas, una América Latina y una Patria grande, que Cuba sigue siendo un grito de rebeldía”.
Notas:
Benedetti, M. (s.f.). Habanera.
Castro, F. (1953). La Historia me absolverá. La Habana, Cuba: Mendez y CIA. Recuperado el 30 de 12 de 2023, de https://bnah.inah.gob.mx/bnah_lazaro_cardenas/uploads/E4_D124_FF1_18.pdf
García, R. (24 de julio de 2021). “Cuba es un tema todavía demasiado sensible para la izquierda latinoamericana”, indica el historiador Roberto García Ferreira. La Diaria. Recuperado el 30 de 12 de 2023, de https://ladiaria.com.uy/politica/articulo/2021/7/cuba-es-un-tema-todavia-demasiado-sensible-para-la-izquierda-latinoamericana-indica-el-historiador-roberto-garcia-ferreira/
Magdalena Broquettas; Nicolás Duffau. (2020). Una mirada crítica sobre el “Uruguay excepcional”. Reflexiones para una historia de larga duración sobre la violencia estatal en el siglo XX. Boletín del Instituto de Historia UBA, 152-180.
Tomado de REDH