Los girasoles están aquí
Por Ana Hurtado.
Aunque a veces todo pueda parecernos turbio, siempre hay una luz que atraviesa la oscuridad. Siempre hay un girasol o una flor que demuestra que a pesar de que pueda haber inclemencias meteorológicas, lo que ha nacido para vivir no se muere.
Allá donde crezca una flor hay vida. Y Cuba rebosa de vida, no ya solo por esta metáfora, sino por una única e indispensable esencia: su pueblo.
Un país no es nada sin él; ni un territorio, ni una región. Un trozo de tierra. De nada valen si no le adhieren significado las gentes que lo habitan, que lo pueblan y que lo trabajan.
Es Cuba una tierra que se distingue por diferentes cuestiones, pero resalta la moral de los hombres y las mujeres. ¿Cuál es el atributo más preciado y más consagrado de un revolucionario sino su moral?
Los principios no se negocian ni se venden, estamos acostumbrados a oír. Pero resulta que cuando ves esta frase hecha realidad, entiendes lo que realmente es un ser humano nuevo, despojado de prejuicios y ataduras y en constante construcción consigo mismo. Individual y colectivamente.
Nuestras cualidades morales decía Ernesto Guevara, son nuestra tarjeta de presentación. Y hay tres jóvenes que a mi gusto, tienen una tarjeta excelente.
Tres personas que aparecen en el documental “Donde están los girasoles” producido por Resumen Latinoamericano y que se presentó el pasado martes 6 de febrero en el Colegio Universitario de San Gerónimo de la Habana en el centro histórico de la ciudad. Proyección organizada por La Oficina del Historiador, que tras el pase, tuvo una alta participación del público con realizadores y protagonistas, ya que es difícil quedar indiferente una vez vista esta obra.
Devorah, Danilo y Randy son tres jóvenes con vidas e historias muy diferentes. La primera es actriz y payasa terapéutica en hospitales donde hay niños con cáncer. Ve la muerte a diario, pero también la vida. Ella lleva la vida en sus manos. Danilo refleja que a pesar de que a veces la vida no es justa, uno es el dueño de su destino. Decía Jean Paul Sartre que el hombre es el único responsable y dueño de sus actos. A pesar de las influencias externas. A pesar de que la vida te haya maltratado. El hombre tiene la responsabilidad total y no excusada de elegir su camino. Es existencialismo. Y Danilo nos muestra cómo esa responsabilidad la ha convertido en belleza y en luz. Porque va dejando un rastro soleado por los sitios que camina.
Randy es el resultado del fidelismo. Es un hijo de Cuba, que hace todos los días como delegado, por ella. Es lo que Fidel y el Che lucharon tanto ideológicamente por conseguir: el desarrollo de un humanismo marxista que avanza con cada acción que realiza. Que es ejemplo.
Los tres dijeron Sí por Cuba en un momento donde la crisis económica producida por el capitalismo arrasa en el mundo. Un momento de emigración a lo largo y ancho del planeta. Un momento en el que ellos decidieron quedarse en su país, para crecer individual y colectivamente con él. Como dice Danilo: “si a una madre no se la abandona, tampoco puedo abandonar a mi Patria”. Cuando necesita de mentes y corazones como los suyos.
Y los girasoles están presentes en estas historias como camino que une las vidas. Como sendero que multiplica la buena acción y cuida a los que lo transitan.
Randy me dice: “El girasol en lo individual es un lazo familiar y un símbolo personal que me ata a mis seres queridos (tanto familiares como los amigos que uno va teniendo en la vida). Y sobre todo el girasol es sentido de fuerza de la nación y de nuestro patriotismo. Es la unión de tus sentimientos, de tu sensibilidad, de la empatía, de la inclusión… El girasol lo siento como oxígeno que me llega cuando lo pongo en agua y lo miro.
Es la búsqueda de la luz y siempre será la virtud de las cubanas y cubanos desde el humanismo, el alma y el amor. El girasol es el alma, que físicamente a veces uno la coloca en agua o la coloca en tierra”.
Por eso, Cuba va. Porque tiene alma. Porque no mucha gente y muchos países pueden sentirse orgullosos de tenerla. Porque ese alma se ha trabajado con sacrificio, poesía, sudor y sangre.
Porque los que partieron físicamente lo hicieron para quedarse.
Porque la luz que tiene esta isla jamás podrán arrebatarla. Ni por tierra, ni por mar, ni por aire.
Y eso, les duele a muchos. Que los girasoles estén aquí.
Tomado de Cubadebate / Fotos: Nestor Martí.