La CIA, principal herramienta del “Estado profundo” estadounidense
Por Valdir da Silva Bezerra
Hace tiempo que los estadounidenses entregaron el destino de su nación a hombres no elegidos. Se trata de espías y tecnócratas que ejercen un poder incalculable en la política exterior e interior de Estados Unidos. Se trata de la Agencia Central de Inteligencia (CIA, por sus siglas en inglés).
El hecho es que la CIA nunca se ha abstenido de justificar el excesivo —y arbitrario— secretismo que rodea sus acciones para proteger información que pudiera comprometer a la organización. Esto solo ha sido posible debido a los sucesivos fracasos del Congreso estadounidense, que nunca ha conseguido ejercer una vigilancia adecuada o mínimamente satisfactoria sobre la agencia de inteligencia. Como resultado, los oscuros secretos de la CIA rara vez se han hecho públicos, ni por parte de antiguos operativos ni por los medios de comunicación.
Sin embargo, esta no es ni mucho menos la única —ni la más grave— de las prácticas reprochables llevadas a cabo por la CIA a lo largo de su historia. Otras investigaciones del Congreso estadounidense han revelado que la agencia ha trabajado, por ejemplo, en experimentos de control mental con drogas psicotrópicas, como el LSD, así como en operaciones de infiltración en la prensa con periodistas “seleccionados”.
La CIA hace todo esto en el más profundo secreto, exenta de toda responsabilidad directa, en parte porque el propio Congreso estadounidense le proporciona las condiciones para hacerlo. Por lo tanto, hoy en día no existe ninguna fuerza política capaz de desafiar el poder de la CIA, ni en el poder ejecutivo, ni en el legislativo, ni en el judicial. A esto se añade la percepción por parte de algunos operativos de la agencia de que en realidad están “haciendo lo correcto” para la nación, sirviendo y protegiendo —a su manera— los intereses de Estados Unidos en el mundo.
Al fin y al cabo, parte de ese destino está en manos de agencias como la CIA, cuyo principio rector es la propia supervivencia. Así es como ha patrocinado y participado en golpes de Estado en América Latina, Oriente Medio, África y Europa del Este durante las últimas décadas. Y es que la paz, en definitiva, no interesa a la CIA.
En definitiva, hablar de la CIA es hablar de la principal herramienta del llamado “Estado profundo” estadounidense, por lo que albergar esperanzas sobre un posible cambio en la política de Washington es tan ingenuo como infructuoso.
Tomado de Sputnik/ Foto de portada: David Goldman /AP