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Rosa María Payá: La marioneta viajera de Estados Unidos

Se ha perdido la cuenta de la cantidad de viajes internacionales realizados por Rosa María Payá Acevedo, desde que obtuvo una visa de refugiada política para Estados Unidos, poco después de la muerte de su padre, Oswaldo Payá Sardiñas.

Hemos perdido la cuenta de la cantidad de viajes internacionales realizados por Rosa María Payá Acevedo, desde que obtuvo una visa de refugiada política para Estados Unidos, poco después de la muerte de su padre, Oswaldo Payá Sardiñas, en un accidente automovilístico en el 2012, cuando viajaba en un auto conducido a exceso de velocidad por el español Ángel Carromero, miembro de la juventud del Partido Popular Español. El motivo del viaje por las provincias orientales cubanas era repartir 4 mil 500 dólares enviados por Esperanza Aguirre, del Partido Popular, destinados a crear grupos políticos contra el gobierno de Cuba, en total injerencia en los asuntos de Cuba.

Días después, Rosa María contactó con diplomáticos estadounidenses en La Habana y aceptó fabricar una versión falsa de la muerte del padre, para acusar a la Revolución; a cambio sería beneficiada con un visado como refugiada política para ella, su madre y dos hermanos.

Desde su arribo a Miami fue conducida ante los congresistas Ileana Ros-Lehtinen, Mario Díaz-Balart y el senador Marco Rubio, quienes ya tenían preparada la estrategia para utilizar a la joven y convertirla en una marioneta viajera, con una imagen de “líder juvenil” contra la Revolución.

Con el apoyo financiero del gobierno yanqui y las orientaciones del Departamento de Estado, ha sido recibida por altos funcionarios latinoamericanos y europeos, algo insólito de no ser por las presiones de Estados Unidos.

El guión elaborado por especialistas en guerra psicológica del Departamento de Estado yanqui, se lo aprendió rápidamente y recita la falsa historia de acusar al gobierno cubano de ser responsable del accidente automovilístico de su padre, hecho no aceptado por las autoridades españolas, pues el embajador y el cónsul general presenciaron el juicio contra el responsable Ángel Carromero y expresaron que las pruebas presentadas por la fiscalía cubana eran correctas.

Por eso, cuando viajó a Madrid junto a su madre para desarrollar el guión contra Cuba, la cancillería española no aceptó su acusación y la remitió a los tribunales, donde recibió como respuesta que no tenía pruebas de lo que decía y desestimaron su denuncia.

No obstante, los yanquis con su poderosa maquinaria propagandística, insisten en acusar a Cuba para empañar su imagen y como pago a su obediencia, el 13 de junio de 2019, Rosa María recibió en Ginebra el Premio Morris Abram de Derechos Humanos, la más alta distinción de derechos humanos de Naciones Unidas Watch. El 18.06.2019 Esteban Bovo, Comisionado de Miami, le entregó un reconocimiento por ser “defensora de la libertad, la democracia y los derechos humanos universales y ser la voz para las personas de Cuba que buscan la libertad”.

La maquinaria yanqui está en función de fabricarla como “una líder” contra el gobierno cubano, y tristemente se dejó convertir en una obediente marioneta que vendió sus sentimientos por dinero, al utilizar la muerte de su padre para obtener ganancias. 

Su más reciente actuación la protagonizó el 26 de marzo del 2024, cuando los yanquis la enviaron a Ginebra, para intervenir en el Consejo de Derechos Humanos de la ONU, donde volvió a leer lo que el Departamento de Estado le entregó, diciendo que “la constitución impuesta por el gobierno cubano, niega al pueblo el derecho de vivir en democracia, y por eso hacía un llamado a que Cuba sea expulsada del organismo”.

Al parecer la marioneta viajera desconoce el alto porcentaje de aprobación que, en el 2019, los cubanos dieron en las urnas a la ley fundamental de la república. En vez de hacer campañas contra la constitución cubana, debería hacerla en Estados Unidos para que se apruebe una nueva constitución, en sustitución de la más antigua del mundo que increíblemente data de 1789.

En el libreto no dijo una sola palabra contra la criminal guerra económica, comercial y financiera que Estados Unidos aplica contra el pueblo cubano desde 1959, para intentar rendirlo por hambre y enfermedades, ni mencionó los 600 planes para asesinar a Fidel Castro, financiados y estructurados por la CIA. Tampoco habló de los miles de cubanos muertos por los actos terroristas ejecutados por agentes al servicio de la CIA, la guerra biológica que han sufrido los cubanos, afectando la flora y la fauna, así como las enfermedades introducidas por agentes al servicio de Estados Unidos, entre ellas el dengue hemorrágico que infestó a 344,203 personas y causó la muerte de 158 cubanos, de ellos 101 niños; la meningoencefalitis y la conjuntivitis hemorrágica, entre muchas más.

¿Se olvidó de la fiebre porcina africana, la roya de la caña de azúcar, la seudodermatosis nodular bovina, el new castle, la mamilitis ulcerativa de la vaca lechera, la sigatoka negra, el pulgón negro, el minador de los cítricos, la broca del café, el thrips-palmi-karmy, el síndrome de la esterilidad de los granos del arroz y el moho azul del tabaco, por solo mencionar algunos de los tantos que han afectado a los cultivos y animales de Cuba para arruinar su economía?

Si está tan preocupada por los derechos humanos de los cubanos, debería reclamarle a los funcionarios que le orientan hablar de eso en Ginebra, que cesen sus actos contra el pueblo de la Isla en que nació y estudió en la Universidad sin pagar un solo centavo.

No son propaganda comunista los hechos antes mencionados, basta con leer un documento desclasificado de una reunión efectuada el 6 de septiembre de 1962, en la cual Marshall Carter, director general adjunto de la CIA, planteó: “Los agentes biológicos disfrazados de sustancias de origen natural pueden ser empleados para destruir cultivos en Cuba”.

Estaban presentes el asesor de Seguridad Nacional McGeorge Bundy, el Fiscal General Robert F. Kennedy, el General de la Fuerza Aérea Edward Lansdale y Edward R. Murrow, famoso periodista de radiodifusión que se desempeñaba en ese momento como director de la Agencia de Información de Estados Unidos.

No es Cuba la que invade a otros países, lanza bombas atómicas, introduce plagas y enfermedades en Estados Unidos y menos financia y entrega armas a Israel para masacrar al pueblo palestino. Quien debe ser expulsado del Consejo de Derechos Humanos de la ONU, es Estados Unidos por patrocinar el terrorismo internacional y financiar crímenes de lesa humanidad.

Rosa María no tiene moral ni ética para hablar de derechos humanos, cuando por dinero apoya los actos criminales de los yanquis contra el pueblo que la vio nacer y la formó como una profesional, ahora    convertida en una triste marioneta al servicio de los execrables intereses imperialistas.

Exacto fue José Martí al expresar: “Ladrones del altar son esos comerciantes de opinión”.

Tomado de Razones de Cuba / Foto de portada: EFE.

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