Paiporta, al igual que el resto de los pueblos arrasados por la DANA en España, necesita algo más que al ejército
Un abrazo con el barro y el agua por los tobillos, alguna lágrima ya cansada y la pregunta que cuando entre servicios de emergencia, guardia civil, voluntarios y militares se encuentran dos vecinos de Paiporta se repite una y otra vez.
“¿Estáis todos vivos?”. Paiporta es un caos, una tragedia, miles de coches destrozados, calles anegadas y barro, mucho barro. El pueblo, uno de los más afectados por la DANA, cuenta sus muertos por decenas y reza para que no se lleguen a contar por centenas.
Llegar aún es complicado. Una bici de montaña es buena idea. O andando. Miles de personas deambulan por la población ayudando y buscando ayuda. Las sirenas de los servicios de emergencia no dejan de sonar. Los bomberos aún buscan cuerpos en los coches atrapados: encontrarán. El caos es absoluto.
Un matrimonio en un de las zonas de adosados advierte a la Guardia Civil y a la forense que le acompaña: “ayer ya se llevaron el cuerpo”. Está hablando de su vecino.
El Guardia da media vuelta y se marcha, hoy no se va a acabar su jornada.
Paiporta, al igual que el resto de pueblos arrasados necesita algo más que al ejército. Estas poblaciones tardarán meses en volver a la normalidad. Pero nunca serán iguales.
En una de las muchas calles que están bloqueadas por las montañas de coches me encuentro a varios ‘abuelitos’ pidiendo agua desde los balcones. Varios chavales trepan por los coches y llegan a llevarles comida y agua. Son héroes. Todos lo son.
La gente lucha de forma desesperada por salvar algunas cosas de sus negocias. Hay una peluquería con tres coches empotrados en su cristalera. Es la imagen más repetida.
Me acerco al polideportivo, igual por aquello de trabajar en el MARCA. Y ya no hay nada. El campo de fútbol es una ciénaga, pero al fondo, entre la sensación de tragedia absoluta, permanece en pie una portería. Sin red, sin nada, pero en pie. Esperanza.
“Nos hemos jugado el pellejo por vender cuatro cosas”
La tragedia que ha arrasado varios municipios enteros de la Comunidad Valenciana por las intensas lluvias que han acompañado a la DANA se ha saldado con al menos 62 víctimas mortales.
Miles de personas vivieron con horror las inundaciones durante la tarde y la noche del martes, buscando a familiares entre el caos derivado por el temporal. Muchos de los afectados vivieron un auténtico infierno mientras trabajaban, tras negarse sus empresas a desalojar sus locales comerciales y obligando a sus empleados a mantener sus horarios laborales intactos.
Las redes sociales han sido testigo de imágenes escalofriantes, como puede ser el caso de dos empleados de Mercadona atrapados en un camión de reparto o dependientes de Ikea incapaces de salir de la nave a causa de las lluvias torrenciales y los desbordamientos de los ríos.
Muchos usuarios no han tardado en exigir responsabilidades a estas empresas, que pusieron en riesgo la vida de sus empleados para mantener su cadena de producción intacta.
Algunos apuntan indignados hacia la “complicidad de las autoridades” con esta situación, ya que, esta mañana, la alcaldesa de Valencia María José Catalá agradecía a la compañía de Juan Roig su colaboración con los afectados.
Durante parte del temporal, empresas de reparto como Glovo y Uber Eats también continuaron operando, enviando a sus repartidores a las calles bajo condiciones extremadamente peligrosas. Los repartidores, muchos de ellos en motocicleta o bicicleta, se enfrentaron a intensas lluvias, carreteras anegadas y fuertes ráfagas de viento.
Las redes sociales rápidamente se llenaron de críticas hacia estas plataformas, acusándolas de anteponer el beneficio económico a la seguridad de sus empleados, mientras usuarios y trabajadores denunciaban la falta de medidas preventivas y la ausencia de protocolos de suspensión de actividades en circunstancias de emergencia climática.
“Nos hemos jugado el pellejo por vender cuatro cosas”
El periodista Daniel Bernabé ha recogido en su red social X el testimonio de una trabajadora valenciana que solicitó durante la tarde de ayer marcharse a su casa por el temporal. Advertida por sus compañeras que libraban, la empleada solicitó a su jefe interrumpir su jornada para protegerse, lo que le fue negado. “Nos hemos jugado el pellejo por vender cuatro cosas”, afirmaba, al tiempo que aseguraba que presentaría acciones legales contra su empresa de la mano de su sindicato.
La DANA ha dejado a su paso a mucha gente resguardándose en sus puestos de trabajo, principalmente en zonas de polígonos industriales. Muchos trabajadores han tenido que pasar la noche en las naves, donde han fallado las comunicaciones en zonas como Riba-roja, Quart de Poblet o Picanya.
“Las personas que no han podido salir a las seis o siete de la tarde, nos consta que muchas se han quedado a pasar ahí la noche”,, ha explicado a Europa Press el presidente ejecutivo de la Federació de Parcs Empresarials de la Comunitat Valenciana (Fepeval), Diego Roma.
Según recoge el artículo 21 de la Ley 31/1995 de Prevención de Riesgos Laborales, los empresarios están obligados a “informar lo antes posible a todos los trabajadores afectados acerca de la existencia de dicho riesgo” en caso de catástrofe o riesgo grave.
De acuerdo a lo establecido con dicha Ley, el trabajador “tendrá derecho a interrumpir su actividad y abandonar el lugar de trabajo, en caso necesario, cuando considere que dicha actividad entraña un riesgo grave e inminente para su vida o su salud”.
Desde el sindicato CNT Valencia señalan que “la seguridad en el trabajo no puede vulnerarse en ningún caso”, al tiempo que denuncian “a todas las empresas que han ignorado las alertas y no han tomado medidas para prevenir” el riesgo de sus trabajadores.
Indignación en redes sociales
El debate acerca de la responsabilidad empresarial sacude las redes en un día de luto. La Ley de Prevención de Riesgos Laborales es clara en cuanto a los derechos del trabajador en situaciones de riesgo grave e inminente, como las vividas durante este temporal. Según la normativa, es el deber del empresario no solo informar sobre los riesgos, sino también facilitar la interrupción de la actividad y la evacuación en caso de amenaza para la salud o la vida de sus empleados.
Ante la presunta vulneración de este derecho en muchos casos, se espera que se inicien investigaciones para determinar si hubo negligencia en el cumplimiento de estas obligaciones. La falta de preparación y de información, así como las decisiones de las empresas de anteponer la producción y el servicio a la seguridad de sus empleados han despertado la indignación de la opinión pública, que reclama mayor rigor y compromiso en la protección de los derechos laborales en situaciones de crisis.
Fuente: Marca
Foto: Marca